Como crear un enemigo
01 Mayo 2021

César Chelala

Nueva York                                  

Discurriendo sobre acontecimientos políticos internacionales recientes, un amigo me dijo: “Los países son como las personas: reaccionan de la misma manera”. No advertí la importancia de sus palabras hasta que reflexioné sobre los incansables esfuerzos de Estados Unidos para convertir a Irán en enemigo.

Abundantes ejemplos históricos, demuestran que deshumanizar al enemigo, es un arma eficaz para crear antagonismo entre países, como preludio de la guerra. Aunque el Holocausto y el genocidio de Ruanda son casos extremos de deshumanización del enemigo, un proceso similar está ocurriendo ahora con Irán.

Así como Estados Unidos ha demonizado a los líderes iraníes, también ha descripto a sus enemigos de forma dolorosamente degradante. Dada la importancia geopolítica de Irán, lo que está en juego ahora es la necesidad de evitar un enfrentamiento, que fácilmente puede conducir a un conflicto más amplio en la región, con consecuencias impredecibles para la paz mundial.

Los antropólogos Ashley Montagu y Floyd Matson afirman que la deshumanización puede considerarse el “quinto jinete del apocalipsis” por el daño que ha causado a la sociedad. Escribieron: “El posible logro de la humanidad plena, la transformación de la especie Homo sapiens en Homo humanus, se basa en nuestra recuperación del mundo perdido de los sentimientos del prójimo, fuente de toda conexión humana”.

El poema, “Cómo crear un enemigo”, de Sam Keen, profesor estadounidense de Filosofía y Religión, describe el proceso de deshumanización:

Comience con un lienzo en blanco,

dibuje a grandes rasgos las formas de

hombres, mujeres y niños.

Sumérjase en su propio pozo de inconsciencia,

de repudiada oscuridad,

con un pincel ancho y

perfile a los extraños con el tono siniestro

de la sombra.

Imprima en el rostro del enemigo la codicia;

el odio, y el descuido que no se atreve a reconocer como

el suyo propio.

Obscurezca la dulce individualidad de cada rostro.

Borre todos los indicios de una miríada de amores, de esperanzas,

y de miedos, que juegan a través del caleidoscopio de

cada infinito corazón.

Retuerce la sonrisa hasta que se arquee hacia abajo,

como expresión de crueldad.

Quite la carne del hueso hasta que solo

el esqueleto abstracto de la muerte, permanezca.

Exagere cada rasgo hasta que el hombre sea

metamorfoseado en bestia, gusano, insecto.

Complete el fondo con malignas

figuras de antiguas pesadillas; abyectos

demonios, mirmidones del mal.

Cuando su icono del enemigo esté completo,

podrá matar sin culpa;

será una matanza sin vergüenza.

La cosa que destruya, se habrá convertido

simplemente en un enemigo de Dios, un impedimento

a la dialéctica sagrada de la historia.

Uno se pregunta, ¿existe alguna otra forma de enfrentar lo que parece ser una carrera inevitable hacia la destrucción y la muerte generalizadas? Tal vez sí, y con un nuevo Secretario de Estado americano, se podrían aplicar otros enfoques diplomáticos a la situación actual con Irán. Es fundamental, declarar una moratoria sobre el lenguaje de confrontación de ambas partes, mientras se hace un esfuerzo por conocerse mejor. Tememos lo que no sabemos. Hace años, conocí a un profesor israelí que vivía en Jerusalén y me dijo que, aparte de su jardinero, nunca había tratado a otro palestino. ¿Cómo puedes hacer las paces con personas que realmente no conoces? El contacto personal y el diálogo son claves para superar esta situación de desconfianza. Esto podría ir seguido de una serie de intercambios de científicos, médicos, artistas, estudiantes y figuras del deporte entre los países en conflicto.

La visita del presidente egipcio Anwar Sadat a Israel en noviembre de 1977; su reunión con el Primer Ministro israelí Menachem Begin y su discurso ante la Knesset en Jerusalén fueron acontecimientos innovadores. Demostraron que la desconfianza y el odio ancestrales entre dos pueblos, pueden superarse si existe un deseo genuino de paz. También evidenciaron la importancia de reunirse cara a cara y trabajar por la paz como un tema de interés común.

Persistir en presentar a Irán como un enemigo demoníaco no conducirá a la paz. Este es el momento de probar una propuesta humanista y constructiva.

Este artículo fue traducido de The Times of Israel por el Ing. Jorge Perera.

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