Cartas de lectores IV: presencialidad en CABA II

Cartas de lectores IV: presencialidad en CABA II

28 Abril 2021

Felizmente llegó el momento que un nuevo actor social se está haciendo sentir en la Argentina. Son los propios ciudadanos, que con el ejemplo y liderazgo de padres de familia que se oponen tenazmente al cierre de las escuelas, es el inicio de un nuevo tiempo en el país. Los ciudadanos empezamos a reaccionar contra el autoritarismo, la ineptitud y el viejo flagelo de la corrupción. Los niveles de pobreza, indigencia, ausencia del Estado, ha llegado a niveles tan alarmantes, que se hace imprescindible que la sociedad asuma que no hay ninguna esperanza de convertirnos en una economía avanzada y de ingresos dignos, si no se ataca a fondo el problema de la corrupción. La coima y la pobreza van de la mano. Los argentinos y los tucumanos estamos cansados de ser explotados por los supuestos servidores públicos. Dicen que cuidan la salud pero se vacunan primero ellos, su familia y amigos. Cierran las escuelas para seguir embruteciendo al pueblo, pero promueven multitudinarios velorios como los de Maradona y Meoni, que en paz descansen. En 1884, bajo la presidencia de Julio A. Roca se promulgó la ley 1.420 de educación gratuita y obligatoria. Fue la piedra basal del sistema educativo nacional. La obligatoriedad implica la existencia de la escuela pública al alcance de todos los chicos, medio indispensable para el acceso a oportunidades para todos de un trabajo digno. Pero hoy manejan un “Estado vampiro” que succiona la riqueza de los que producen, mientras los ciudadanos comunes y corrientes miran con indolencia. El camino no es echar a un funcionario de un shopping o un restaurante. En una república moderna, todo votante y dueño de propiedad privada se siente motivado para actuar como centinela y evitar el saqueo y la rapiña. En cambio, en una sociedad empobrecida y esclavizada con los planes, la corrupción consigue eludir los controles, porque parte de la sociedad ve que se gana más de lo que se pierde cuando se la permite. Pero esto es una visión muy cortoplacista y producto de un deterioro en la educación del pueblo. Los gobernantes no están acostumbrados a rendirle cuentas a nadie. Creen que son dueños de sus cargos. Somos nosotros, los ciudadanos los que tenemos que controlarlos y denunciarlos, demostrando que la corrupción es de alto riesgo, y el alto riesgo es ir a parar a la cárcel. Allí la Justicia no podrá mirar para otro lado. En consecuencia, como sociedad debemos asumir la cruzada contra la corrupción. Pero para eso también, debemos actuar como sociedad madura, seria, honesta, cumplidora de la palabra, y exigente ante nuestros representados. Cambiar como sociedad nos permitirá la gran cruzada contra la corrupción. Y los padres de alumnos tomaron la delantera.

José Manuel García González

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