“Si no se cuida el equipo, este se torna incapaz de cuidar”

“Si no se cuida el equipo, este se torna incapaz de cuidar”

La psicóloga tucumana María José Aldunate, radicada desde 2002 en Barcelona, presenta allá el lunes su libro “Bienestar Emocional en las Organizaciones”. La necesidad de respuestas al padecimiento en entornos laborales.

MARÍA JOSÉ ALDUNATE: “Las empresas que sólo buscan el beneficio económico serán historia”, asegura. MARÍA JOSÉ ALDUNATE: “Las empresas que sólo buscan el beneficio económico serán historia”, asegura.

Ya hace casi 75 años, concretamente en julio de 1946, la OMS redefinió la salud y dio un gran paso: no se trata de la mera ausencia de enfermedad, sino del “estado de completo bienestar físico, mental y social”. Pero pasó bastante tiempo hasta que la dimensión colectiva se incluyó a la hora de pensar la salud, y -asegura la psicóloga tucumana María José Aldunate-, esa dimensión es fundamental para pensar la vida contemporánea.

“Todos, de un modo u otro, estamos insertos en organizaciones: laborales, educativas, sanitarias, deportivas... Y en ellas sus miembros no somos seres estancos; las organizaciones son un sistema vivo e interconectado, en el que todas las interacciones tienen sus consecuencias”, explica.

Durante su trayectoria profesional ocupó diferentes posiciones, con un denominador común: siempre enfocada en las personas y convencida del potencial de los aspectos humanos en el entorno laboral. Pero la pandemia fue un catalizador fundamental y el lunes presentará uno de sus muchos logros: el libro “Bienestar emocional en las organizaciones” publicado en Barcelona, donde vive desde 2002 y donde revalidó su licenciatura de la UNT.

“La pandemia puso de manifiesto que los factores emocionales y psicológicos son claves para el bienestar. La incertidumbre, el miedo, las pérdidas de seres queridos, la soledad golpearon duro nuestra sociedad y las organizaciones tienen que poder dar respuestas a estas necesidades, porque somos un todo interconectado”, insiste y cuenta su experiencia. En la actualidad, trabaja en una gran empresa prestadora de servicios de salud y es la responsable del área de Asistencia Psicológica y de los Servicios de Atención al Duelo. “Tengo a cargo un equipo de 50 personas de toda España, cuya función es acompañar a las familias que han perdido a un ser querido”, cuenta.

Su contacto con la vulnerabilidad humana ya tenía historia: trabajó muchos años con adultos mayores institucionalizados y luego con personas en situación de desempleo, en la Generalitat de Catalunya. Todo ese tiempo había visto de cerca los estragos que causa en la salud emocional el hecho de no poder hacer los duelos (por todo lo que se pierde: la salud, el trabajo, la familia, la vida...).

Y llegó la covid-19...

“La pandemia terminó de poner en evidencia que si no se cuida el equipo de trabajo, la gente que lo integra se torna incapaz de cuidar”, resalta a LA GACETA y ejemplifica con “su” equipo.

“Si no se cuida el equipo, este se torna incapaz de cuidar”

“Son personas que trabajan con la materia más sensible con la que podemos trabajar: la pérdida de la vida; tienen que atender gente que está en situación de extrema fragilidad emocional y prestar un servicio muy delicado, para el que no se puede fallar humanamente -reflexiona-. Por lo tanto, tienen que tener detrás un muy fuerte trabajo de bienestar emocional como equipo”.

“Si en la pandemia así no hubiera sido, si hubiera trabajado sin cobijo emocional, el equipo se habría desintegrado, dada la extrema tensión psicológica a la que se enfrentó -añade-. Sin embargo, se mantuvo cohesionado y ofreció la misma calidad de servicio en situación de absoluta incertidumbre”.

Puntos de partida

Los resultados “la pusieron a pensar”. Le demostraron que si habían sido capaces de hacer su trabajo eficientemente y sin colapsar mientras entraban en juego el dolor y la muerte, el modelo podía ser válido para cualquier equipo. Ese fue el punto de partida del nacimiento del libro desde su propia praxis. Pero están los que se basan en la investigación en ciencias sociales, entre otros.

“Las empresas que sólo buscan el beneficio económico serán historia. Aportar al bienestar de las personas y al progreso social es el futuro de las organizaciones”, asegura María José y destaca que en los últimos años se multiplicaron investigaciones sobre cómo las emociones y el estado de ánimo afectan directamente el rendimiento, la toma de decisiones, la creatividad, la capacidad de colaborar, la iniciativa y la motivación. Por otro lado, destaca en el libro “en una época en la que crece la competencia, se reducen los recursos, se globalizan los tipos de servicios y productos, la demanda y la oferta están en permanente tensión y la tecnología produce cambios rápidos y constantes, los intangibles tienen que pasar a primer plano”. Resalta además que cada vez más las organizaciones son conscientes de lo importante de cuidar el bienestar emocional de la gente, y promueven iniciativas al respecto.

“Pero en su mayoría están orientadas al personal y circunscritas al ámbito de los recursos humanos, en la prevención de riesgos psicosociales, dentro de planes de empresa saludable o en relación con la experiencia de cliente. Son buenas acciones; y son necesarias... pero en general se realizan sin un plan específico y concreto de bienestar emocional que las englobe y las potencie”, alerta. Con estos fundamentos propone la creación en las organizaciones, cada una según su escala, de lo que llama Unidad de Bienestar Emocional.

Las “patas” del modelo

En los contextos organizacionales -explica- poner el foco en el bienestar emocional es construir mecanismos para promover que todas las personas vinculadas (empleados, clientes y colaboradores) se sientan cuidadas a nivel emocional, y en armonía con ellas mismas y con su entorno. “Pero es importante que esos mecanismos sean permanentes y transversales”, destaca. Y plantea su modelo basado, en cada organización según sus características, en tres líneas de acción: cuidar, entrenar y acompañar.

La primera “pata” se refiere al cuidado del equilibrio emocional de las personas vinculadas a la organización como el todo interconectado que son; por ejemplo, ofreciendo asistencia y orientación psicológica si alguna atraviesa una situación vital compleja.

Entrenar se refiere a preparar las personas para una buena gestión de sus emociones, es decir, a a regularlas y expresarlas, y a comprender las de los demás; el objetivo es construir relaciones saludables y potenciar la comunicación.

Y acompañar está relacionado, precisamente, con el principio de transversalidad, y busca dar respuestas y apoyo a cuestiones de bienestar emocional a todas las áreas de la organización. “. Todos los departamentos trabajan con personas. Procesos y servicios empiezan con una persona -empleado- y acaban en otra -cliente. En medio hay más personas, y donde hay personas hay emociones y la necesidad de abordarlas adecuadamente -resalta María José-. El modelo propone, precisamente que exista un departamento al que todos (personas individuales o secciones completas- puedan acudir a buscar soluciones emocionales”.

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