Grupos solidarios dicen que los barrios perdieron los códigos

Grupos solidarios dicen que los barrios perdieron los códigos

Tres referentes de organizaciones sociales contaron sus experiencias en la provincia. Dos de ellos coinciden en que la venta de droga incrementó los indices de violencia y la pérdida del respeto.

LA ESCENA. Matheo y su madre fueron asaltados frente al lugar donde el grupo solidario iba a reunirse. LA ESCENA. Matheo y su madre fueron asaltados frente al lugar donde el grupo solidario iba a reunirse. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI

“Eso es lo más triste, que se trataba de personas que iban con la intención de ayudar en un barrio. No puede ser que quienes vamos a trabajar o a dar una mano en las tareas que le corresponden al Estado no tengamos seguridad”, definió Irma Monroy, quien encabeza un comedor en barrio Juan Pablo II -“El Sifón”-. La mujer se refirió con esas palabras al caso de Matheo Bautista Sánchez, de 14 años, quien hoy lucha por su vida tras haber sido asaltado junto a su madre el sábado, cuando llevaban donaciones de ropa a vecinos del barrio San Francisco. Madre e hijo habían ido desde Las Talitas a bordo de una moto. El niño, que intentó defender a su madre, recibió un disparo en el pecho. Los ladrones huyeron con un celular.

“La venta de droga es la que genera toda esa violencia”, aseveró Irma. El comedor del “Sifón” atiende de lunes a viernes y brinda almuerzo, merienda y cena para un grupo cada vez más grande de familias. “El Estado nos acompaña, recibimos un apoyo, pero la necesidad nos va superando”, aclaró Monroy, que aseguró que por día están recibiendo a alrededor de 100 familias.

“Nunca tuvimos problemas de inseguridad. En 20 años nos respetaron siempre. Pero sí tenemos conflictos con una familia que nos hace la vida imposible a mí y a mis nietos. En el comedor trabajan psicólogos y trabajadores sociales, hemos logrado sacar chicos de la droga y eso es algo que, a quienes venden, no les gusta”, explicó la activista, que lamenta que la Policía nunca les diera una solución a sus denuncias por amenazas.

Códigos rotos

“Hubo una fragmentación en lo que se llama ‘los códigos del barrio’. Antes respetaban a quien venía en acción solidaria y a las instituciones. Con mi grupo siempre pudimos ayudar, nunca nos pasó nada. Pero hay chicos a los que sí les robaron, y es porque hoy cambió mucho la forma en la que se entra a un barrio. Ese cambio lo generó el crecimiento del narcomenudeo”, definió el psicólogo Emilio Mustafá, quien combate las adicciones en varios barrios de la capital. “Hoy, antes de entrar a un barrio nuevo, hay que hacer contacto previo con un referente. Cuando viene gente de afuera damos aviso para que sepan que están viniendo personas con donativos, porque hoy hay chicos adictos que les roban hasta a sus padres y a los vecinos”, añadió.

DESESPERADA. Lorena Sánchez pide un milagro para su hijo Matheo. DESESPERADA. Lorena Sánchez pide un milagro para su hijo Matheo. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ

El psicólogo destacó la importancia de seguir ayudando. “La gente lo valora muchísimo porque de verdad lo necesita. No hay que caer en estigmatizaciones. Es una realidad que la calle se volvió más peligrosa, pero eso es sólo una parte de la realidad de la que viven estas personas”, argumentó.

Mustafá diferenció que la inseguridad recrudece los fines de semana, porque es cuando el consumo de sustancias se incrementa. “Venimos realizando trabajos con estudiantes de distintas universidades. A pesar de que hay que tener más cuidado, se puede”, concluyó.

Robo a comedores

“Nunca nos asaltaron, pero a los comedores sí. Nos ha tocado colaborar con un comedor de Alderetes que había sufrido un robo importante de utensilios y mercadería. Ese fin de semana les donamos alimentos y los ayudamos con la cocina”, contó Sol Ammar, integrante del grupo Viandas Con Amor, que desde el año pasado recorre las calles repartiendo un almuerzo a personas vulnerables. La joven estima que por semana están preparando entre 200 y 300 platos.

GUARDIA HOSPITALARIA. Sánchez (de celeste) junto a sus allegados. GUARDIA HOSPITALARIA. Sánchez (de celeste) junto a sus allegados.

“Comenzamos siendo cinco amigos que nos organizamos el año pasado, cuando se decretó la fase 1 por la pandemia. Entendimos que ese momento iba a ser crítico para las personas en situación de calle. Actualmente se sumaron muchas personas a colaborar cocinando o con alimentos, pero seguimos siendo independientes. Hay políticos que nos han llamado, pero los hemos rechazado porque sabemos que siempre van a querer algo a cambio, y no es nuestra idea”, dijo.

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