Ahora, a la fuerza, de nuevo compañeros

Ahora, a la fuerza, de nuevo compañeros

Jaldo está a un picaporte de Cristina. La ocurrencia, o más bien un anhelo, de los cercanos al tranqueño, adquiere un significado no tan risueño para los peronistas de la primera línea ubicados en uno u otro lado de la grieta interna del oficialismo. ¿Significa que ahora son todos compañeros, como antes pero a la fuerza, y cobijados bajo la sombra del mismo paraguas protector? Para nada, debe interpretarse que el Gobierno del Frente de Todos, desde donde el poder maneja los hilos del justicialismo, se quiere a todos metidos en la misma bolsa, y peleando por ellos. O sea, clarito y sintético, a deponer intereses personales y actuar en función de los del conjunto; los del Gobierno nacional, obvio.

Que no haya habido foto del encuentro que mantuvieron el viernes a solas el vicegobernador y Oscar Parrilli no le resta trascendencia política a la reunión, revela que por lo menos en el Instituto Patria decidieron darle contención a Jaldo al escucharlo, un gesto nada despreciable en estos tiempos donde muchas de las decisiones políticas de la gestión de Alberto Fernández -y hasta cambios de funcionarios del gabinete nacional- se originaron en el edificio de Rodríguez Peña 80. ¿Tuvo otro significado el hecho de que no quedaran registros de la charla privada? Posible lectura: se quiso impedir que se vaya a interpretar a la reunión como una falta de respeto hacia Manzur o que se trató de minar su autoridad política e institucional. Una acción como para que no haya descontentos desde ambos lados, a lo sumo satisfechos medianamente.

Es que la no existencia de esa imagen implica cierta consideración con el gobernador, si es que tenemos en cuenta que el mandatario está marcado con rojo, o directamente tachado, en la libretita de los afectos personales de la vicepresidenta. Razón de más para que el vicegobernador quisiera llegar a ella diciendo que con Manzur las cosas están mal. ¿Pudo haber actuado Parrilli sin el guiño de Cristina, corriendo el riesgo de recibir otro insulto, a la hora de aceptar abrir las puertas de la sede kirchnerista al hombre de Trancas? Se supone que no, pese a que Jaldo no es muy conocido en el ambiente nacional del peronismo, como sí lo es Manzur. De cualquier forma, la ex jefa de Estado, si estuvo al tanto de la visita, debe haber sonreído pensando que de alguna forma incomodó a su ex ministro de Salud, el mismo que la jubiló de la política en 2016.

Para no fracasar

Ahora bien, si se concretó la cita es porque en la Capital Federal están al tanto del conflicto del justicialismo provincial. Allí necesitan a todos los peronistas unidos tras los candidatos a senadores o a diputados que vaya a elegir Cristina, porque, a no dudar, ella bendecirá algún nombre para la boleta. Por eso la vice no puede arriesgarse a un fracaso, si mete la mano, por una disputa ajena a la contienda electoral. No admitirán locuras por estos lares, como ir fracturados a las urnas. En fin, la charla con Parrilli le sirve a Jaldo para poner un freno a los cuestionamientos del manzurimo extremista y para que no lo sigan llamando traidor, u opositor, o para impedir intentonas de expulsión del partido; algo que ya había logrado evitar en parte al aportar sus adláteres al congreso de la unidad del PJ; ya que luego cesaron un poco las agresiones. Sin embargo, también le vino bien para abrirse paso en otro escenario, el nacional, del que no es habitué como sí lo es Manzur, que se mueve a sus anchas en ese espacio. En ese ámbito no puede competir con la amistad con Alberto, con las relaciones públicas del mandatario o con la condición de vicepresidente cuarto del PJ nacional. Debe abrirse paso de a poco, una puertita le abrieron por ahora.

Es evidente, por los dichos del vicegobernador, que en la charla se mencionó que la intención no es quebrar relaciones sino asegurar la gobernabilidad de la provincia, que es lo mismo que sostener que el jaldismo no es oposición y que, más que nada, a la gobernabilidad sólo la puede asegurar el bloque mayoritario de la Cámara. Un detalle a tener en cuenta por el manzurismo, y del que deben haber tomado nota en Buenos Aires.

Y si bien permanecerán de dentro de esas cuatro paredes los términos de la conversación, a no descartar que se haya mencionado que el objetivo del vicegobernador es pelear por la gobernación en 2023. Por cierto, para disputarla con éxito es casi una condición ineludible, según lo marca la historia provincial del peronismo, que se debe pertenecer al PJ, casos Fernando Riera o José Domato, o bien tener el respaldo del partido, como ocurrió con Ramón Ortega y con José Alperovich. Ambos fueron extrapartidarios, pues “Palito” se integró por Surgimiento Innovador, y el senador en uso de licencia viniendo del radicalismo. Aunque en cierta forma, uno más peronista que el otro. En ese sentido, Jaldo logró su propósito cuando el senador K lo invitó al despacho y le abrió la puerta: lo reconocían como un compañero más y de alguna manera ponían obstáculos a cualquier movimiento en pos de sacarlo del tablero pejotista. El cristinismo le tendió una mano. Por lo menos hasta que pasen las elecciones de medio término.

De cierta manera es una pequeña victoria personal y política para el tranqueño, especialmente porque el manzurismo había apostado a que no se produjera ese encuentro, y menos a que haya una foto con Cristina; lo que hubiera sido lapidario y desalentador para las huestes de Casa de Gobierno. Jaldo puede sentir y comunicar que está protegido por el cristinismo porque, como se dijo está a un picaporte de Cristina; por lo menos no le cerraron las puertas. Ahora tiene que esperar a que desde el manzurismo no lo sigan maltratando o por lo menos que se apacigüen los ánimos de los colaboradores más exaltados del gobernador en función de esta aparente nueva realidad.

En el entorno del presidente de la Legislatura afirman que desde el Gobierno se hizo hasta lo imposible para evitar que el vice pudiera concertar esa reunión. La pregunta es cuál era el temor, por qué se creía que les convenía que no sucediera o bien por qué se actuó para impedir que pasara. La preocupación pasaba por la legitimación que sobrevendría para el vicegobernador, que ahora tendrá un aura cristinista para moverse.

De alguna manera los rumores vienen a confirmar que Jaldo incomoda porque puede convertirse en un adversario en cualquier interna y que por eso lo prefieren más afuera que adentro. Pero, la mano derecha de Cristina, la que tiene el poder real, sentó al vice en el Instituto Patria, desde donde se dice que se comanda al país, y lo oxigenó para que no lo destraten en el partido. Especulación al margen detrás de una pregunta: ¿en Tucumán sigue la presencialidad escolar, en contra de lo que planteó Alberto, porque no se hizo nada para evitar esa reunión? El Presidente está enojado con algunos mandatarios porque no le hicieron caso.

A consensuar

¿Y ahora qué? Manzur maneja el PJ y el congreso, aunque con una notoria división, y Jaldo obtuvo una semibendición para que lo tengan que considerar todavía compañero en el oficialismo después que le arrojaron munición gruesa para descalificarlo. Hoy es un dirigente con poder en la Cámara, una Legislatura que el Gobierno necesita para que funcione en equipo con el PE, aunque ya no como escribanía, sino consensuando temas. En algún momento se van a tener que sentar nuevamente cada uno con sus cartas para jugar juntos en la elección. ¿Surgirá esa reunión por motus propio o esperarán que alguien del peronismo nacional los conmine a mostrarse unidos?

El mensaje que baja es claro: separados no; adentro de la misma maquinaria, todos. Si no se quieren hablar, pueden superar el problema, ya que hay una persona que puede hacer de nexo entre ellos: el legislador Sergio Mansilla, que a pesar de ser aceptado y valorado por sus pares para cumplir acabadamente con esa misión va a tener un ardua tarea como vaso comunicante. Ocurrirá en medio de una tremenda crisis social y económica, donde lo más difícil para el peronismo será asegurar la paz social y por ende la gobernabilidad, precisamente lo que se le reclama desde la Nación para encarar con suerte los próximos comicios.

En ese marco, la oposición tiene mil lugares por donde atacar al Gobierno, que ofrece muchos flancos, y será cada vez más opositora y virulenta en sus críticas y acciones en la medida en que se acerquen las votaciones. Pese a estar fragmentada, puede inquietar seriamente al oficialismo y en ese proceso puede obligar al Gobierno a dejar a un lado la interna fratricida y a multiplicar los abrazos interesados entre compañeros.

Generalmente la caja de resonancia de las diferencias políticas suele ser la Legislatura, allí donde el manzurismo tiene más de una docena de legisladores y el jaldismo más de veinte; los que sumados pueden atenuar la andanada opositora. En este aspecto cobra más relevancia la charla de Jaldo con Parrilli, porque se bajó un mensaje: todos detrás de la misma causa, que no es otra que la de respaldar la gestión de Alberto Fernández, y por ende las pretensiones de Cristina.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios