“El sistema sanitario está al borde del abismo”

“El sistema sanitario está al borde del abismo”

Arnaldo Dubín es médico terapista y asegura hay que tomar medidas estrictas si no queremos miles de fallecidos.

UN ESPECIALISTA. Arnaldo Dubín lleva 40 años trabajando en terapia. UN ESPECIALISTA. Arnaldo Dubín lleva 40 años trabajando en terapia. TELAM

“Estamos en una situación de gravedad extrema y todos deberían entenderlo, con un sistema sanitario al borde del abismo. No damos más. Estamos hace 14 meses trabajando a este ritmo y poniendo en riesgo al sistema. La única medida efectiva es la cuarentena estricta, respetando las actividades productivas y comerciales esenciales. No hay otra alternativa”. Arnaldo Dubín trabaja desde hace 40 años en terapias intensivas. Es profesor e investigador de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata y miembro de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI). Y asegura que nunca vivió una situación como la que esta.

El también jefe de Terapia Intensiva Sanatorio Otamendi asegura que tenemos un cuadro epidemiológico descontrolado. “Tenemos valores altísimos, en los contagios duplican los del pico de la primera ola. La velocidad de crecimiento es lo que amenaza al sistema. No hay restricciones reales a la circulación. Tenemos un sistema sanitario, y una terapia intensiva que es la trinchera final, que están muy debilitados para enfrentar una nueva ola”, opinó. “En Terapia estamos diezmados, con muchos contagiados, con otros que quieren dejar la especialidad por las condiciones pésimas de trabajo. Hay mucha fatiga. Estamos exhaustos después de un año brutal. Esta fatiga excede lo que puede ser nuestro sentimiento y de la misma forma es imposible mantener el rendimiento, la capacidad de trabajo se ve mermada. No es una opinión personal, está fundamentada en datos científicos”, agregó.

Dubín sostiene que ya a esta altura el sistema sanitario está claudicando. “Frente a esta situación vamos a tener un colapso sanitario. Las medidas que está tomando el Gobierno son tardías e insuficientes. Y lo mismo pienso de la oposición. Me parece criminal llamar a la resistencia en este tema. Hay un daltonismo sanitario: no estamos con el semáforo en amarilllo, estamos en rojo y prendidos fuego”, analizó. El panorama que avizora Dubín es estremecedor. “Vamos a tener que pagar el precio de decenas de miles de muertos. Los contagios dependen de no usar barbijos, de no tener distancia social. Entiendo que hay problemas sociales y económicos y que si las responsabilidades individuales no alcanzan, el Estado debe preservar el bienestar común. Deben tomarse medidas estrictas y al mismo tiempo medidas de ayuda social. Pero también quiero decir que la crisis económica no resulta de la cuarentena, sino de la pandemia, si seguimos así, sin cuarentena, el nivel de contagios va a ser tan grave que va a llevar al compromiso de la industria, afirmó el terapista.

Según él, la terapia intensiva está sufriendo un déficit estructural. “Lo planteamos reiteradamente, hemos pedido medidas concretas para reparar este problema, pero tampoco fuimos escuchados. Reformular todo ahora es imposible. La formación de un médico intensivista requiere cuatro años”, aseguró. Y también habló de las demoras en la vacunación. “Por todo lo que pasó no se dio tiempo para inmunizar a más gente. Mas allá de los episodios repugnantes de la vacunación VIP, el gobierno hizo un gran trabajo, pero las dosis llegan en cuentagotas. Es el resultado de un problema geopolítico. Usan las vacunas para chantajearnos y humillarnos. Hay otro problema aparte de la distribución que es la falta de una industria nacional y estatal de producción de medicamentos, algo que siempre se pidió pero de lo cual tampoco tuvimos respuestas”, dijo.

Y finalizó con una reflexión: “cuando llego a la terapia siento una sensación de sobrecogimiento por la gravedad de los pacientes, por la situación desesperante que tenemos. La terapia intensiva no es la antesala de la muerte, muchos pacientes se recuperan, pero los que sufren coronavirus y están respirador tienen una mortalidad de casi el 58%. Vemos el sufrimiento de las familias. Hace un año me acuesto y me levanto pensando en esto, pero también sueño con esto. Es un proceso de 24 horas que no se termina”.

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