Entre lo simbólico y la necesidad de una ayuda especial para sortear un problema de difícil solución: hacer frente al impostergable pago de los vencimientos de la deuda con el Club de París, el mes que viene, por un total de U$S 2.500 millones. En eso consistió el encuentro que ayer mantuvo el ministro de Economía, Martín Guzmán, con el Papa Francisco en un encuentro realizado en la Biblioteca Privada del Palacio Apostólico del Vaticano.
En el marco de una reunión que duró cerca de 50 minutos, Guzmán presentó ante el Sumo Pontífice las posiciones de Argentina sobre la renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y sobre cómo abordar las problemáticas de la arquitectura financiera y económica internacional que están resultando en graves problemas sociales, económicos y de salud pública en el mundo, según se informó en el Palacio de Hacienda.
Los vencimientos previstos para este año con organismos multilaterales rozan los U$S 10.000 millones, en momento en que la Argentina tiene serias dificultades para atesorar dólares. Ayer, el Banco Central logró tonificar las reservas internacionales brutas que llegaron a los U$S 40.017 millones, una cifra que no se veía desde octubre pasado. Según la autoridad monetaria, esto “se logró recomprar todos los dólares que se vendieron el año pasado para atender la demanda y sostener la recuperación económica”.
“Es muy difícil que haya un acuerdo con el Club de París si antes no se dan señales de arreglo con el Fondo”, evaluó ante LA GACETA el economista Aldo Abram. El experto consideró que la visita de Guzmán al Papa Francisco se inscribe en la necesidad de que un líder religioso importante a nivel global acompañe la postura nacional, aunque destacó que desde el punto de vista de las decisiones financieras, las negociaciones corren por otro carril. “El FMI tiene una buena parte de su cartera de crédito en la Argentina y sabe que el país no puede pagar eso en dos años. Entonces, no querrá que el país quiebre y sí puede estar dispuesto a extender el pago de los U$S 45.000 millones a 10 años”, remarcó el director ejecutivo de la Fundación Libertad y Progreso.
Abram consideró que el organismo multilateral no pedirá reformas estructurales que la Argentina no pueda cumplir. “Sólo pedirá que el país se ajuste a sus estatutos y que el Gobierno no pase por encima de esas normas”, acotó. Puntualizó que “no es cuestión que el Gobierno pida lo imposible, sino negociar lo que resulta posible porque el FMI está predispuesto a eso”.
Jorge Colina, director del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), dijo por su parte que la visita al Sumo Pontífice es más simbólica que práctica. “El Club de París siempre estuvo abierto al diálogo, muy flexible, aún cuando la Argentina nunca arregló la deuda de arrastre. Los países que lo integran no son el FMI ni mucho menos los buitres”, indicó. El economista expresó que ir a ver al Papa “es como acudir al amigo del almacenero para que le diga que le siga fiando, como lo hizo siempre, porque en algún momento le pagará la deuda”.
La semana pasada, el Pontífice había pedido al Fondo y al Banco Mundial una “reducción significativa de la deuda” a países pobres, en lo que consideró “un gesto profundamente humano”. Al respecto, Colina indicó que la Argentina no puede inscribirse dentro de ese lote porque, en todo caso, es más un país empobrecido.
En el mercado señalan que la Argentina se encuentra en un momento de definiciones respecto de la reestructuración de la deuda. Los analistas coinciden en que se trata de una misión difícil en momentos en que se erosionan las reservas netas del Banco Central. Advierten que, de no pagar el vencimiento con el Club de París, la penalidad que se impondría al país sería de U$S 2.000 millones. Por esa razón, creen que la solución es más política que económica, en un contexto de caída de la demanda de dinero y con menos reservas netas.
Los operadores siguen expectantes de las nuevas licitaciones de deuda local y las gestiones con el Club de París a fin de alcanzar una refinanciación ante los próximos compromisos. Luego vendrá el turno del FMI. “Además, monitorean las licitaciones de deuda local, en busca de evaluar el roll-over -y las condiciones- en especial cuando se teme una mayor emisión monetaria ante asistencia por la segunda ola de contagios de la Covid-19”, remarcó el economista Gustavo Ber.
A nivel cambiario, sin alteraciones el BCRA sigue desplegando la estrategia de planchar al dólar mayorista -que cerró en los $ 92,68-, mientras sigue aprovechando para comprar divisas aún cuando no lleguen a engrosar en su mayoría a las reservas netas. En ese sentido, las intervenciones son las que continúan regulando el ritmo de los dólares financieros, que tras el repunte reciente están más calmos y respetan el techo de $ 150, indicó Ber.