Clase presencial y virtual, simultánea

Clase presencial y virtual, simultánea

El sistema streaming permite a los alumnos dentro del aula y en sus casas participar de la misma clase, en tiempo real. Todos van al mismo ritmo

STREAMING. Los alumnos en el aula asisten a la misma clase que los que están en sus casas.  STREAMING. Los alumnos en el aula asisten a la misma clase que los que están en sus casas.

La pandemia obliga a sacarle jugo a la tecnología para encontrar las mejores herramientas para educar. Después de transitar un año en la virtualidad, muchos colegios han mutado sus plataformas virtuales hasta encontrar las que mejor se adaptan a sus necesidades. La última tecnología hasta ahora son las clases por streaming, presenciales y virtuales al mismo tiempo, que permiten a los alumnos que no pueden presenciar físicamente, hacerlo desde sus casas, y participar como si estuvieran en el aula.

Desde este año, las clases en todo el país se dictan con un sistema bimodal. Cada aula se divide en burbujas de hasta 15 alumnos. Los grupos se turnan semana de por medio para asistir dos días en forma presencial a las escuelas y tres días de manera virtual, en la mayoría de los casos. Pero el sistema trae algunos inconvenientes: por ejemplo, los alumnos de los distintos grupos no siempre tienen el mismo ritmo de aprendizaje, además para el docente significa duplicar o triplicar sus esfuerzos si es que tiene que dar dos y tres veces la misma clase, además de coordinar las distintas necesidades de las burbujas en su multiplicidad de variantes.

El sistema bimodal simultáneo que empezó a ponerse en práctica en Tucumán permite resolver esas cuestiones.

Bimodal simultáneo

“Yo lo bauticé sistema bimodal simultáneo porque permite la presencialidad y la virtualidad en tiempo real”, dice entusiasmada la rectora del nivel secundario del colegio Sagrado Corazón, Norma Macció. En cada aula hay una cámara móvil que graba las clases y las transmite en vivo a través de Google Meet. Mientras el grupo de alumnos al que le toca ir a clases presenciales observa al profesor desde su banco, el que se quedó en la casa también participa de la misma exposición; puede escuchar y mirar al docente y también al pizarrón. Quienes están en su domicilio preguntan e interactúan como si estuvieran en el aula.

“Todas las materias se enseñan de manera bimodal, aquí no hacemos diferencia, no reservamos la presencialidad para espacios curriculares como inglés o matemática, todas tienen el mismo trato. Los chicos tienen clases los cinco días: tres en forma virtual y dos, presencial, y a la semana siguiente se invierte. Cuando se hace una evaluación también se realiza en tiempo real. El docente da un tiempo para que se realice el ejercicio o la propuesta didáctica y nadie se puede levantar de su asiento o apagar la cámara mientras dure la evaluación”, explica Macció.

Como en tiempos normales, la preceptora también cumple su rol. No está en el aula físicamente sino en otra oficina, siempre con la cámara prendida de su celular o de su PC de escritorio. Cualquier chico puede enviarle un mensaje por privado, aún desde su casa, para pedirle permiso para ir al baño o hacerle cualquier consulta, sin interrumpir la clase. La preceptora es también la que toma asistencia.

Un estudiante es el encargado de dar la palabra al alumno que desde la virtualidad levanta la mano para hacer una pregunta o un aporte. Todos los que están en el aula lo pueden ver porque su rostro aparece en pantalla, como todos los que están en casa. El profesor, que maneja la cámara puede grabarse a sí mismo o mostrar el pizarrón o, si prefiere, puede bajar una pantalla enrollada para proyectar un Power Point o algún video. Algunos profesores tienen su propia pizarra digital.

Además de la conexión a través de streaming, los chicos usan la plataforma “Compartir” de Santillana para subir la tarea, ver las materias y leer los textos.

Los grupos que concurren al establecimiento son menos de los esperados. A menudo se suman alumnos que tienen en sus casas alguna persona mayor o con discapacidad o una madre que pronto va a dar a luz y necesitan evitar todo tipo de riesgo de contagio. Las burbujas son de 15 alumnos y el horario es casi igual al de todos los años (de 7.30 a 13).

Implementar el sistema no fue fácil, sino que el colegio lo fue adaptando. “Todo fue un ensayo y error hasta que conseguimos mejorar el audio y la imagen. Al principio usábamos el micrófono de la computadora pero como el profesor siempre está en movimiento, no se escuchaba bien, así que lo resolvimos con un micrófono corbatero. Antes la cámara estaba fija, hasta que nos dimos cuenta de que era mejor ponerle un trípode para que el profesor muestre lo más importante. También debimos encontrar una empresa de internet que nos provea de banda ancha suficiente para tener 12 aulas transmitiendo en vivo en forma simultánea”, cuenta el coordinador de Tecnología, Jorge Medina.

La sala de informática, donde años anteriores los alumnos tenían su clase de tecnología ahora está convertida en un laboratorio donde los docentes van a buscar las mejores TICs para su clases, sin importar de qué materia se trate. A menudo van los alumnos de cualquier asignatura a tener sus clases allí. Macció se sorprende de la rapidez con que cambia la escuela. No es la misma que antes de la pandemia, pero tampoco es la de 2020, cuando aprendían a manejar el zoom. Lo más importante, dice ella es que “a medida que aprendemos de la tecnología vamos entre todos construyendo una nueva escuela”.

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