Villa Mariano Moreno: “La oscuridad y los pastos altos favorecen a los ladrones”

Villa Mariano Moreno: “La oscuridad y los pastos altos favorecen a los ladrones”

Residentes de Las Talitas invirtieron en alarmas vecinales para un barrio de ocho manzanas que está rodeado por terrenos descuidados. Exigen que la municipalidad limpie e ilumine la zona.

PREOCUPADOS. Marcelo y Claudia ya fueron asaltados cuatro veces. Piden más seguridad en barrio San Gabriel. PREOCUPADOS. Marcelo y Claudia ya fueron asaltados cuatro veces. Piden más seguridad en barrio San Gabriel. LA GACETA / FOTOS DE ANTONIO FERRONI

Cansados de la inseguridad, los habitantes de un barrio de Las Talitas, con la colaboración de dirigentes de un partido opositor, colocaron alarmas vecinales en dos de las ocho manzanas que componen esa zona.

“La iluminación del barrio es terrible. El estado de la entrada, también. Parece que ingresás a una boca de lobo. Alrededor tenemos este descampado con pastos crecidos del que nadie se ocupa: en noviembre lo limpiaron por última vez. Le pedimos a la Municipalidad que haga algo con eso. Todos estos factores les juegan a favor de los delincuentes”, describió Marcelo Melo, residente del barrio San Gabriel.

Ese es el dilema del vecindario de Villa Mariano Moreno que se alza entre los terrenos del ex Arsenal y de un suburbio en construcción. Este último, debido a la falta de mantenimiento y a los pastizales, se habría convertido en una “cueva para los ladrones”, según los vecinos.

Claudia Giscafre contó que ya entraron a robar cuatro veces a su casa. “La última vez llegaron golpeando el portón y a los gritos, diciendo que era la Policía y que los dejáramos pasar porque un ladrón se había metido saltando la tapia. Ya habían robado con ese cuento en otra casa hacía poco, les gritamos que la verdadera Policía ya estaba llegando y se fueron”, señaló la mujer.

La vecina contó que con su marido pudieron colocar cámaras de seguridad en su vivienda, pero que eso requirió una inversión costosa. “Las alarmas vecinales son caras. Somos 80 familias aquí y entre todos pusimos plata y compramos una. Fuerza Republicana nos colaboró comprando otra”, añadió. Su marido, Melo, reconoció también que hay vecinos que se armaron por temor a los ladrones que atacan y luego huyen a esconderse entre los pastizales del barrio en construcción.

“Es feo lo de las armas. Son un peligro para uno mismo y, además, por defenderte de un ladrón podés terminar metido en un lío judicial bárbaro. Más si el ladrón es menor. Armas yo no tendría”, complementó el hombre.

Costosa inversión

“Siempre hubo robos. Hoy nos roban chicos a los que vimos crecer a pocas cuadras de aquí. A los primeros lugares donde acudimos pidiendo seguridad fue a la Policía y a la Municipalidad. Tras esa reunión logramos que la Motorizada haga recorridos al menos por estas calles”, relató Natalia Juárez. La vecina estimó que este mes conseguirán juntar el dinero suficiente para agregar la tercera alarma; y que en mayo esperan conseguir colaboración para adquirir la última. “El barrio tiene dos entradas. Ambas están descuidadas; pero la calle 2, que es el límite con el ex Arsenal, es directamente intransitable. De noche es de terror. Faltan esas alarmas para que quedemos todos conectados”, agregó.

Juárez también detalló que en los terrenos lindantes y en las casas en construcción muchas veces encontraron bicicletas y otros elementos robados.

Mónica Valdez conversa con LA GACETA tras acompañar a su nieto al jardín de infantes. Son cinco cuadras hasta la parada de colectivos más cercana, en la calle 41. “Uno no puede dejar la casa tranquila. Te roban una bicicleta, una hidrolavadora o lo que encuentran a mano. Son daños que afectan mucho a cualquier trabajador”, lamentó la mujer.

“En un momento pusimos seguridad privada entre todos, pero se daban ‘maña’ y nos robaban igual”, agregó. Otros vecinos agregaron que el servicio privado no perduró porque había personas que no podían costear el pago mensual para los rondines.

Casa desvalijada

Margó Acosta es una de las vecinas que peor sufrió la inseguridad en el San Gabriel. “Hace unos años me entraron a robar en un Día del Niño. Me llevaron todo: televisores, computadoras, juegos de mis hijos y hasta a un perro schnauzer”, lamentó.

La joven contó que los delincuentes los habían estudiado y que sabían que ese día habían salido con los chico sal parque 9 de Julio. “Al barrio sólo se entra por dos calles. En la esquina de la 45 siempre se junta una banda, ahí se tiran a drogarse y ven quién sale. Saben de qué casa es cada auto”, señaló Acosta, quien tras el asalto equipó su vivienda con cámaras y alarmas. “Hoy sigo presenciando arrebatos frente a mi casa”, lamentó.

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