La interna oficialista: Manzur y Jaldo, en “modo electoral”

La interna oficialista: Manzur y Jaldo, en “modo electoral”

La interna oficialista: Manzur y Jaldo, en “modo electoral”

Juan Manzur y Osvaldo Jaldo comenzaron a vivir las elecciones nacionales de este año cada uno por su cuenta, enfrascados en la guerra por el manejo del poder en Tucumán.

Con una oposición atomizada y carente de estructuras que amenacen con alterar el escenario político en el corto plazo, el gobernador y el vicegobernador se dieron el lujo de cortar todo tipo de diálogo en la antesala a una contienda electoral particularmente importante para la macroestructura peronista que lideran a nivel nacional Alberto Fernández y Cristina Kirchner.

Si bien en 2019 el Frente de Todos dejó sin Presidencia ni segunda vuelta a Juntos por el Cambio, las intermedias de 2021 llegan en un contexto adverso para la Nación. El informe publicado ayer por el Indec -según el cual el 42% de los argentinos viven por debajo de la línea de la pobreza- es sólo un ejemplo de lo dificultoso que ha resultado para la Casa Rosada gestionar el país en tiempos de pandemia. Ni siquiera la campaña de inmunización contra el coronavirus, opacada por el escándalo del “Vacunatorio VIP” y la renuncia de Ginés González García, le permitió al Ejecutivo Nacional alcanzar un logro que esté más allá de la “grieta”. La crisis es profunda, y abarca diversos aspectos. Por eso, confiar en que con el aparato bastará para triunfar en las urnas podría acabar con el oficialismo perdiendo el dominio en el Senado de la Nación; ni hablar de Diputados, donde el Frente de Todos necesita tejer acuerdos con aliados y con opositores para alcanzar el quórum.

Mientras los operadores del albertismo y del kirchnerismo dialogan con la oposición para tratar de posponer o de unificar las PASO y las generales, Manzur y Jaldo ya activaron por separado el “modo campaña” en la provincia.

Ayer, en la sede de Virgen de la Merced 157, el gobernador y presidente del PJ-Distrito Tucumán logró imponer a la abogada Ana Escobedo como nueva apoderada del peronismo organizado. La funcionaria de confianza del ministro del Interior Miguel Ángel Acevedo (armador clave del manzurismo en el este) llegó para reemplazar al ex legislador Marcelo Caponio, quien además de haberse sumado al jaldismo tuvo que retirar su afiliación al PJ para asumir como primer adjunto de la Defensoría del Pueblo.

Para una estructura política de las características del Partido Justicialista, el rol del apoderado –o de la apoderada, en este caso- es esencial, sobre todo en un año electoral. Los vericuetos normativos que dan lugar a “travesuras” propias y ajenas no son un detalle que pueda dejarse librado al azar. De todos modos, el jaldismo se escudó en la emergencia sanitaria y le hizo un “vacío” a Manzur, que alcanzó con lo justo los votos necesarios para que el consejo del PJ pudiera sesionar y oficializar el nombramiento de Escobedo. El ingreso del jefe del Ejecutivo acompañado por la nonagenaria ex legisladora Teresa Felipe de Heredia se celebró como un verdadero triunfo en el manzurismo. En principio –y aunque en el espacio del tranqueño no lo vean así-, la jornada de ayer le sirvió al gobernador para demostrar su fortaleza puertas adentro del partido. De paso, significó una especie de revancha de aquella sesión en la que los legisladores aliados a Jaldo –con apoyo “foráneo”- se pintaron la cara para nombrar a Eduardo Cobos como nuevo ombudsman.

Por su parte, el vicegobernador se dedicó esta semana a mover sus fichas en el interior. Así como Manzur se había fotografiado días atrás con ediles de la Capital y de Alderetes, el hombre de Trancas encabezó reuniones políticas con concejales y dirigentes de Monteros, de Alberdi y de Concepción. En cada encuentro, el mandamás de la Legislatura omitió referirse a su ex socio político. En cambio, puso énfasis en el liderazgo de Alberto Fernández y, en especial, de Cristina Kirchner. ¿Está dispuesto Jaldo a ir en las PASO en contra de Manzur? Sería una estrategia arriesgada, teniendo en cuenta que es el gobernador quien tiene las llaves del PJ. Por eso, si bien el vicegobernador llamó en sus discursos recientes a la “unidad” y a abocarse a las “tareas que hay que hacer pensando en las elecciones de medio término”, en su espacio no descartan que finalmente el tranqueño desista de participar del armado de las listas de candidatos a diputados y a senadores por Tucumán. “Si desde Buenos Aires le dicen que ponga a alguien, lo va a hacer; pero no creo que vaya a pedir por nadie”, aventuró un legislador de su confianza. Un dato importante es que este año finaliza su mandato en la Cámara Baja Gladys Medina, quien es esposa del intendente bandeño Darío Monteros, un dirigente clave para el vicegobernador.

El quiebre en el oficialismo llegó mucho antes de lo que el grueso de la dirigencia peronista hubiese querido. Aunque nunca faltan los pescadores que aprovechan el río revuelto, el común de los “compañeros” lamenta la pelea declarada entre el “Uno” y el “Dos”. Ahora, Manzur y Jaldo están abocados a medir fuerzas confrontando números (y en menor medida, nombres). El objetivo es doble: mostrar tanto el poderío propio como las debilidades ajenas. Con sus líderes en “modo electoral”, la tropa del PJ se quedó sin margen para estar en ambos lados. Y cada decisión tiene su costo.

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