Disney+ censura y suma advertencias en varias de sus películas clásicas

Disney+ censura y suma advertencias en varias de sus películas clásicas

Los motivos son las connotaciones racistas en ciertos films animados y un mea culpa sobre las apropiaciones culturales.

Disney+ censura y suma advertencias en varias de sus películas clásicas

Desde las ovaciones de pie en las salas o los lustrosos premios a las críticas lapidarias de los espectadores, la industria cinematográfica suele dar pie a diversos debates. Esta vez fue el turno de Disney y su nuevo servicio de streaming. Con la llegada de Disney+ y la posibilidad de direccionar todos sus productos en un mismo espacio la mega compañía de fantasías decidió que era tiempo de modificar algunos mensajes.

En concreto esto llevó a que -durante finales de 2020 y en enero- se incluyera en más de 10 clásicos animados una advertencia sobre las escenas racistas y discriminatorias que había en dichas historias. “El siguiente programa muestra maltrato o representación negativa de personas o culturas. Tales estereotipos no eran correctos en aquel momento ni lo son ahora. En lugar de eliminar dicho contenido, queremos reconocer su impacto perjudicial…”, cita una placa (y repite la pestaña de “detalle”) a pocos segundos de arrancar la proyección de “Dumbo” (1941).

Disney+ censura y suma advertencias en varias de sus películas clásicas

¿Qué maldad podríamos esperar de un dulce elefante volador con colosales orejas? El problema está en la escena en la que el mamífero se encuentra con una familia de cuervos que se burlan de él por creer que puede volar. El “jefe” de la banda se llama Jim Crow, en alusión a las leyes que permitieron la segregación racial en el sur de Estados Unidos hasta 1965. La imagen de estos animales (con la ropa maltrecha y acento) es un estereotipo de los afroamericanos y alude también a los espectáculos de juglares en los que se ridiculizaba a los africanos esclavizados.

Otro film que fue puesto en alerta es “Peter Pan” (1953) debido a una canción en la que Wendy, Peter y los niños perdidos bailan con tocados llenos de plumas y pintura en la cara simulando ser parte de los pueblos indígenas. La escena corresponde a la presentación de los pieles rojas (una de las tribus que habitan el País de Nunca Jamás) e implica burlas hacia los nativos americanos.

En la línea de las apropiaciones culturales “La dama y el vagabundo” (1955) quedó marcada al mostrar dos gatos siameses que cantaban con errores gramaticales, al compás de una melodía asiática. Además, los felinos son culpables de otro desacierto en “Los aristogatos” (1970). El veredicto: reforzar el estereotipo del perpetuo extranjero con una toma en que otro siamés (de pelaje amarillento, dientes alargados y acento) toca el piano con palillos chinos. “Shanghai, Hong Kong y fu yung. Con aloz y camalón, ¡son platillo chino!”, entona entre risas.

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La lista de advertencias continúa con “La ciudadela de los Robinson” (1960) y “El libro de la selva” (1967), que se suman a 14 títulos que figuran en plena revisión por parte de un consejo asesor (integrado por 11 organizaciones internacionales de derechos humanos y de género). Sin embargo, las modificaciones no acaban acá y la plataforma on demand también modificó algunas de sus etiquetas y los criterios de clasificación por edades. Ahora, hay películas infantiles que sólo pueden verse -debido al control parental- desde los perfiles para adultos.

Otras medidas

Con el impulso de intentar abrillantar sus productos en el espacio digital, la empresa se tomó por igual algunas molestias de retoques digitales. Atención: queda en cada espectador juzgar si la línea de lo absurdo ha sido cruzada o no.

El caso que desató la polémica en Twitter fue “1, 2, 3... Splash” (1984), obra que ilustra el romance entre Allen Bauer (Tom Hanks) y una sirena llamada Madison (Daryl Hannah). Durante uno de los actos, puede verse al ser mitológico correr desnudo hasta el mar e intentar pasar desapercibida en una villa turística.

El asunto es que (37 años después) Disney creyó que la visión de las nalgas de la actriz era demasiado indecente. Para evitar la desnudez el equipo recurrió a alargar el rizado pelo de la actriz. Por supuesto la idea no funcionó dado que la cabellera terminó por parecerse a un extraño peluquín hecho con PhotoShop.

El mismo triste destino ocurrió en cinco capítulos de series teen con la difuminación de largos besos y escotes y en varias animaciones donde aparecían cigarrillos.

La compañía del carismático (y millonario) ratón no fue el único gigante empresarial que decidió editar y omitir cierta programación. Por ejemplo, la BBC eliminó de su catálogo online la serie satírica “Little britain” (2003) por recurrir al blackface. Además, BritBox (servicio de suscripción de video digital en línea) anunció a comienzos de enero que habrá varias series antiguas (como “Till death us do part”) que no estarán disponibles por su lenguaje ofensivo.

Con mayores críticas, una de las decisiones de HBO Max fue retirar por algunas semanas el film ganador de ocho Oscars “Lo que el viento se llevó” (1939). Al volver, la introducción también contaba con un mensaje sobre glorificar la esclavitud e incentivar los prejuicios étnicos durante la Guerra de Secesión. La secuencia de advertencia se repitió en Warner Bros y sus recopilaciones de los Looney Tunes.

Lo importante

En un ida y vuelta de quejas y petitorios, dentro del rubro cinematográfico hay quienes opinan que la mejor solución –antes que mutilar- es transpolar visiones. “Que las películas infantiles tengan una advertencia no me parece mal, pero lo que no podemos hacer es juzgar el pasado sin tener en consideración los cambios socioculturales que sucedieron. Las épocas van cambiando y criticar con la mirada actual una animación antigua es ponerla a ella y a su argumento en una situación sin posibilidades de resarcimiento. Hay cosas que se levantaron por ser ofensivas, pero en otros casos es bueno analizar la perspectiva temporal. Pensemos en los sketches de Alberto Olmedo, hoy nadie repondría en la televisión argentina sus diálogos con las mujeres”, comenta el realizador y cineasta Juan Pablo Di Bitonto.

Para el guionista y productor Ezequiel Radusky otra alternativa es usar las obras para abrir el debate y formar un público más responsable. “Sería hipócrita pensar que por un par de censuras las desigualdades y la discriminación se soluciona, en estos casos, la censura pasa a ser algo que tapa o la solución más fácil para las productoras y los grandes realizadores de contenido. Como sociedad avanzamos en un montón de aspectos y me parece terrible si empezamos a edulcorar todo, o a temer mostrar ciertas cosas, por una suerte de corrección política”, reflexiona.

Además, en la línea de los pendientes, Di Bitonto señala que existen cambios más profundos y urgentes por realizar. “Los directivos de las señales tienden a un caretaje sobre lo políticamente correcto, pero no implementan acciones reales hacia dentro o en sus políticas de producción. ¿Cuántas mujeres dirigen series o documentales en Netflix? ¿Cuántas guionistas latinas o afrodescendientes han contratado? Hay que estar alerta con esto porque una placa de apenas segundos no hace un cambio de paradigma”, espeta.

Lo que en realidad cimienta propuestas disruptivas y de la mano de las reivindicaciones actuales es darles play a los valores. “Las obras (sean películas, libros, espectáculos, etcétera) influyen en la formación de las personas y de las sociedades. No de manera directa y obvia, sino en la forma de percibir y moldear la realidad. A la hora de hacer guiones uno debe ser inteligente y evitar ser influenciado por lo hegemónico. No hay que victimizar a un lado y demonizar al otro (o viceversa) porque con los absolutismos siempre perdemos los matices”, reflexiona Radusky.

Mensajes de género y conducta

Al ver las historias de Disney Princess se detectan algunos diálogos cuestionables sobre el rol de las mujeres. Esto ocurre en “La Sirenita” (1989) cuando Ariel decide negociar un par de piernas para poder visitar la superficie y a su amado. “No olvides que tan sólo tu belleza es más que suficiente. Los hombres no te buscan si les hablas, no creo que los quieras aburrir. Allá arriba es preferido que las damas no conversen (...). Admirada tú serás si callada siempre estás. Sujeta bien tu lengua y triunfarás”, canta Úrsula, la malvada bruja del mar. Otro ejemplo es “Blancanieves y los siete enanitos” (1937). En la escena en que la protagonista de cabello negro y labios carmesí intenta buscar asilo en el bosque, el personaje de Grunón afirma: “es una mujer y todas son como el veneno” (frase que luego fue retirada por su connotación). Ante su rechazo, Blancanieves contesta suplicante: “serviré de mucho. Sé lavar, coser, barrer y cocinar”.

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El acoso sexual en "Toy Story 2"

Hay casos en que la sucesión de nombres y material extra que acompañan los créditos de las películas son poco gratos. Al pasar a las plataformas de streaming, “Toy Story 2” (1999) recortó uno de sus bloopers. En él podía verse a Oloroso Pete en compañía de dos Barbies. “Entonces son de verdad idénticas. Puedo conseguirles un papel en Toy Story 3”, dice el personaje mientras toma la mano de una de las muñecas. Después, al darse cuenta de que era “filmado” decide desviar la atención. “Perdón ¿es la toma? Bueno, chicas fue un verdadero gusto. Y cuando quieran que les dé consejos de actuación, será un placer ayudarlas”, comenta. Por último, cuando ambas salen de la caja, Oloroso Pete las mira alejarse con detalle. La escena se relaciona con uno de los reclamos y pedidos de justicia centrales de los movimientos #TimeUp y #MeToo: acabar con los casting sábanas y el acoso hacia la mujer dentro de la industria cinematográfica.

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