El quid de la reforma

El 2023 está entrando lentamente en la mira de la dirigencia local. Es el año que marcará la fecha de vencimiento de los mandatos de las autoridades ejecutivas y legislativas, y por eso inquieta. Los movimientos se notan mucho más entre los dirigentes que transitan ahora por segundos mandatos en una provincia en la que sólo está permitida una reelección consecutiva. En el ambiente político comienza a sentirse la tensión natural entre aquellos que quieren reacomodarse y permanecer, y los que quieren tener la oportunidad de disputar y renovar.

La idea de que el oficialismo impulse una reforma de la Constitución comenzó a circular desde hace un tiempo, demasiado temprano. En 2019, casi al comienzo de la segunda gestión de Juan Manzur y Osvaldo Jaldo, la cuestión de la sucesión salió a borbotones por las grietas de la interna del oficialismo.

Las idas y vueltas entre el jaldismo y el manzurismo estuvieron encabezadas por sus líderes, quienes incluso dejaron de hablar durante los momentos de mayor tensión, al inicio de la pandemia. El quid de la cuestión es la continuidad en el poder: Manzur no tiene más posibilidades de ser candidato a gobernador y Jaldo pretende ser su sucesor. Ese es el trasfondo de la puja y, en ese contexto, se alimentó el runrún sobre la posibilidad de impulsar un cambio en la Carta Magna para habilitar a Manzur a competir por un período más en la Casa de Gobierno.

Unos y otros

En la última semana, el vicegobernador se refirió a las chances de que se ponga en marcha un proceso de cambios en el texto constitucional. Si bien advirtió que falta mucho tiempo para analizarlo y la gestión de la pandemia es la prioridad, blanqueó una situación interesante. ¿De qué depende que se haga una reforma? “Todo tendrá que ver con la cuestión sanitaria y política, y la relación con el gobernador. Oportunamente se conversará. Porque, por ahí, si estamos hablando de posponer una elección (las Primarias de este año), hay que ser coherentes y no poner una adicional (la de constituyentes). Esto no quiere decir que habrá o no. Tomaremos la decisión en conjunto y con consenso”, respondió en una entrevista con LA GACETA.

La relación entre Manzur y Jaldo pasa por un buen momento, y están trabajando con relativa concordia, aunque la interna esté siempre latente.

Las palabras del presidente del Poder Legislativo repercutieron en la dirigencia que trabaja con uno y otro. Hay reticencia a hablar sobre el tema porque consideran que es volver a acelerar los tiempos y abonar el camino a un posible quiebre. La mayoría de los miembros del oficialismo quiere posponer lo más posible cualquier tipo de fractura.

En una parte del manzurismo, los dichos de Jaldo fueron interpretados como una manifestación del buen vínculo. Contrastaron estos conceptos con las últimas declaraciones públicas de Jaldo al respecto, en las que el vice había cancelado cualquier discusión sobre ese tipo de modificaciones. Subrayaron que ahora habría dejado una puerta abierta. Otro sector manzurista, en cambio, escuchó en esas frases una advertencia: que Manzur depende de la Cámara y de Jaldo para llevarlas adelante. Le recordaron al jaldismo que tradicionalmente quien elige al candidato a la sucesión es el primer mandatario y que no deben perder de vista este pequeño detalle. Insisten en que Manzur no ha expresado ni siquiera en privado la pretensión de cambiar el texto de 2006.

Ambos grupos resaltaron que Manzur pasa un buen momento dirigencial y que su inclusión en la mesa de conducción del Partido Justicialista (PJ) nacional como vicepresidente es clave para su futuro. Interpretan que es su consagración como líder del espacio justicialista local y como referente indiscutido del “albertismo” en el interior del país.

De todas maneras, los afines remarcan que la meta es terminar la pandemia de la mejor manera posible y creen que relativamente van encaminados. El avance del plan de inmunización, dicen, será fundamental para cualquier proyección electoral. Estiman que el panorama mejorará después de mitad de año y han planteado el 9 de Julio como una meta. El Poder Ejecutivo espera que para esa fecha patria la obra pública esté ya en marcha en los municipios y las comunas; haya una recuperación de los índices de empleo y que se concrete un aumento del precio del etanol, entre otros puntos. El plan es, además, poder mostrar algún repunte en materia de Seguridad, el aspecto más flojo y cuestionado de la gestión. Insisten en que se están llevando adelante inversiones en equipamiento y en personal que podrían reflejar resultados en los próximos meses.

En el jaldismo, los referentes dan por sentado que si Manzur quiere una reforma deberá acordarla previamente con Jaldo. Están convencidos, sin embargo, de que no se dará porque el manzurismo no cuenta con los votos suficientes para impulsarla dado que la suma entre bancas propias y aliadas beneficiaría a Jaldo. Comentan que en charlas informales con compañeros de bancada se abordó el hecho de que si hay una reforma, la reelección no sería indefinida sino sólo por un período más. Calculan que una empresa de estas características llevaría alrededor de unos ocho meses, desde el consenso para la ley que tiene que declarar la necesidad de una modificación hasta la sanción.

Afirman, de todas maneras, que no están dadas las condiciones en el “humor social” para ningún tipo de elección, incluso una de convencionales. Evalúan que el costo político sería demasiado alto.

Los dos sectores sostienen que la dupla nunca habló de manera directa respecto de este asunto.

Mientras, en los próximos días, Manzur y Jaldo darán muestras de su buen momento y pondrán en marcha el trabajo dirigencial con la mirada puesta en las elecciones legislativas de este año. Se espera que también haya manifestaciones de cómo está el vínculo mañana, en la Legislatura, durante el acto de apertura de sesiones ordinarias.

Movimiento

Los conceptos de Jaldo sobre la reforma repicaron en parte de la oposición. El dirigente del partido Creo y referente de la Sociedad Rural (SRT), Sebastián Murga, se expresó y consideró que es necesaria, pero para mejorar el sistema electoral y la calidad de la democracia. Legisladores del jaldismo salieron al cruce mediante un comunicado. Daniel Deiana, Javier Morof y Dante Loza celebraron los aportes de los disidentes, pero los desafiaron a formalizar la iniciativa. “Creemos que, si lo que propone es serio, debe presentar un proyecto en la Legislatura con lo que considera que es mejor para Tucumán y con toda seguridad le daremos el tratamiento que se merece. Si no lo hace, sería una nueva estafa a la sociedad y una pronta desilusión respecto de un dirigente que recién inicia su carrera política”, lanzaron.

Yerros de la quinceañera

La actual Carta Magna cumple 15 años. En 2006, el entonces gobernador José Alperovich la impulsó cuando transitaba su primer mandato y se aseguró así poder estar una docena de años en el poder.

La iniciativa también tuvo como vedete la inclusión de una reelección consecutiva. El ahora senador nacional estuvo avalado por una mayoría abrumadora en la Convención Constituyente, que fue presidida por quien era ministro de Salud provincial, Manzur, y quien, un año después, sería su compañero de fórmula en los comicios en los que resultó rereelecto.

Además del artículo que habilitaba la nueva postulación, hubo un añadido particular. En las disposiciones transitorias, los convencionales agregaron el artículo 159, que disponía especialmente que los mandatos de las autoridades electivas que estaban en ejercicio al momento de la aprobación no serían contados y quedaron, entonces, habilitados para ser candidatos una vez más.

¿Cuáles eran las condiciones políticas que permitieron que esto se concretara? Dirigentes que fueron cercanos a Alperovich consideran que son muy distintas a las actuales. Recuerdan que el gobernador contaba con un índice muy alto de aprobación, superior al 70%, y que eso le permitió actuar sin demasiados sobresaltos, más allá de las críticas.

El presidente era Néstor Kirchner y la provincia era una de las “mimadas” en cuanto al envío de recursos, sobre todo para la construcción de obras públicas. Alperovich estaba fortalecido, además, puertas adentro del justicialismo: un año antes había ganado la interna del PJ a su vicegobernador Fernando Juri.

Los consultados opinaron que, en comparación, Manzur no cuenta ni con el consenso ni con las condiciones de “humor social” necesarios. Un dirigente veterano del peronismo añadió que cualquier posibilidad de una reforma quedó pulverizada con las consecuencias de la pandemia.

Rememoran también que el antecesor de Manzur contaba en su gestión con algunos pocos hombres de confianza que estudiaban y le sugerían las variaciones que podían ser sumadas. La duda que surge a propios y extraños es: ¿por qué Alperovich no fue por la indefinida? Políticos que trabajaron en esa gestión recuerdan que él estaba convencido de que con un período más le bastaría para cumplir con sus objetivos y sus apetencias. De hecho, sus asesores le recomendaban habilitarla y él desistió al considerarla una práctica de la “vieja política”.

Al margen de la reelección, la Constitución alperovichista tuvo duros traspiés en la Justicia y también artículos que jamás se aplicaron, como el que establecía que debía implementarse el sistema de voto electrónico.

En el caso de las causas judiciales, dirigentes de la oposición y abogados constitucionalistas impulsaron presentaciones que derivaron en fallos que “fulminaron” artículos e institutos. Entre ellos hubo durante todos estos años definiciones relacionadas con la conformación de la Junta Electoral Provincial; la integración del Consejo Asesor de la Magistratura (CAM) la potestad del vicegobernador de fijar la dieta de los legisladores y la manera en la que quedaban vigentes los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU), entre otros

Por todos estos motivos, hay quienes en la oposición creen que el texto debe ser modificado. No admiten, sin embargo, que se incluya nuevamente la reelección como tema sustancial de un eventual proceso.

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