05 Febrero 2021
La pandemia por coronavirus se ha traducido en una multiplicidad de cambios, el distanciamiento social y el teletrabajo son algunos de más significativos, pero también se han podido percibir con claridad la transformaciones en aspectos más rutinarios como el modo de alimentarse. Lourdes Sosa, licenciada en Nutrición, dialogó con LA GACETA y analizó cómo los tucumanos atravesaron esta etapa.
“Con la cuarentena muchos nos dimos cuenta de cómo habíamos descuidado nuestra alimentación por no cocinar en casa, eso es algo a lo que tenemos que volver”, indicó.
Asimismo la especialista señaló que durante la pandemia se observaron dos grandes cambios, por un lado, los trastornos de ansiedad se generalizaron y aumentaron y, por otra parte, el sobrepeso y la obesidad alcanzaron picos más altos de lo regular.
“La pérdida de la rutina laboral, de la cotidianidad de los horarios y la disponibilidad (al estar en casa) era mayor hizo que muchos se llevaran más comida a la boca, que no supieran qué hacer con su tiempo libre, etcétera. Por eso es importante tener una estructura con la comida”, explicó.
Además, advirtió sobre el desarrollo de los trastornos vinculados a la conducta alimentaria como anorexia, bulimia, atracones y “picoteo”. “Tenemos que ver las dos caras de la moneda, sobre todo en adolescentes, que es una franja de población muy vulnerable a padecer estas alteraciones”, alertó.
En relación a las famosas dietas, acotó: “En un plan de alimentación no existen los ‘permitidos’, porque en estos esquemas no debe existir alimentos prohibidos. Este concepto es algo que tenemos que empezar a cambiar, yo sé que es un término que se utiliza mucho en los medios y algunos colegas también sigue usándolo, pero cuando los paradigmas para el abordaje de la nutrición saludable se han modificado, utilizar la palabra ‘permitido’ porque se entiende entonces que hay algo que está prohibido”.
Muchas personas optan por no consumir más harinas para bajar de peso con más facilidad, en ese sentido, la profesional sostuvo: “Lo que siempre digo es que no hay que demonizar alimentos. En el caso de las harinas, pienso que no es opción abandonarlas completamente, lo que podemos hacer es disminuir las cantidades, utilizar opciones que no sean refinadas, etc. ”
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