Del podio olímpico al asalto al Capitolio

Del podio olímpico al asalto al Capitolio

Una de las razones por las cuales el Comité Olímpico Internacional sigue siendo optimista de que en julio habrá Juegos Olímpicos en Tokio es que ya no tenemos más a Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Sucede que el Estados Unidos de Trump fue uno de los países que manejó de modo más irresponsable la pandemia. Tanto que, más allá de lo que digan Japón y el COI, una eventual deserción masiva de atletas del país líder del medallero olímpico, podría terminar siendo un puñal para los Juegos. Porque detrás de sus atletas, claro, están los dineros de la televisión del norte. Las primeras medidas anti-covid del nuevo presidente Joe Biden, admitió Gerardo Werthein, presidente del Comité Olímpico Argentino y hombre de peso dentro del COI, dan ahora más alivio. Se trata, claro, de una política opuesta a la de Trump, y que permite confiar en un control mayor de la pandemia dentro de Estados Unidos, atletas incluídos.

Y Trump se fue pese a que un medallista olímpico, Klete Keller, formó parte de la banda de lunáticos que asaltaron el Capitolio para que su líder siguiera en el cargo, mucho más allá de lo que ordenó el voto popular. Los videos que comenzaron a circular del ataque mostraron a un hombre alto, barbudo y con una campera que tenía logo del equipo olímpico de Estados Unidos, anillos y la bandera de las barras y las estrellas. En medio de tanto loco disfrazado, podría haber pasado como uno más. Hasta que el sitio web SwimSwam advirtió que se trataba de Keller. Medalla dorada en los relevos de estilo libre 4x200 en los Juegos de Atenas 2004 y Beijing 2008. Llegó cuarto en la llamada “Carrera del siglo”, los 200 metros libres de Atenas, con un podio dominado por Ian Thorpe, Pieter van den Hoogenband y Michael Phelps y con Keller luego, delante de Grant Hackett. También ganó medallas de bronce en los 400 metros estilo libre individual en los Juegos de 2000 y 2004 y una plateada en el relevo 4x200 metros estilo libre en Sydney. Es decir, un atleta olímpico con todos los papeles más que en regla.

Su ataque al Capitolio lo deja ahora otra vez sin trabajo y lo expone a varios años en prisión, acusado de alterar el orden público y otros delitos. Y nos ayudó a reconstruir parte de la historia, cómo fue que pasó de un podio olímpico a creer en un supuesto fraude electoral y otras teorías conspirativas que reflejan el estado actual de buena parte de la sociedad de Estados Unidos (hoy todos le escapan, pero Trump recibió 70 millones de votos). Keller sufrió tras el retiro. Perdió matrimonio, trabajo y, padre de tres hijos, perdió también motivación, al punto que durmió dentro del auto en una playa de estacionamiento de un supermercado. Antes del ataque, Keller había mejorado su vida como vendedor de bienes raíces y se promocionaba con sus medallas olímpicas para atraer más clientela.

Fue en ese contexto que, en un podcast con Olympic Channel, contó tiempo atrás qué le había pasado a su vida. Algunas de sus confesiones son más que interesantes. “Encontré la presión del mundo real mucho más intimidante y mucho más difícil de manejar porque pasé a tener tres hijos y las consecuencias de no tener éxito (en la vida laboral) fueron muy reales. Perder trabajo, perder seguro médico”, dijo Keller. Y siguió: “cuando fallé, sentí una sensación de dolor, frustración y fracaso mucho más aguda que con la natación. Todos esos años de éxito que tuve con la natación realmente me dieron una expectativa inexacta del mundo y, por lo tanto, fue mucho más difícil lidiar con los mini-fracasos que experimentaría en un día cualquiera”.

El deporte, fue dicho muchas veces y es cierto, suele ser una formidable herramienta social y educativa. Pero uno más uno no siempre es dos. Allí está, sino, el caso del rugby, que está trabajando duro en su proyecto 2030 porque se dio cuenta que sus proclamados “valores” no bastaban para vivir afuera de la cancha, sino que, por lo contrario, se habían convertido en un búmeran. Puede ser “sencillo” (lo digo entre comillas porque sabemos que sencillo no hay nada) unir a un equipo, del deporte que sea, en busca de un objetivo (jugar bien, ganar un partido, ganar un título). Pero la vida suele ser más compleja que un partido o un campeonato. El deporte ayuda. Educa, sociabiliza y entretiene. Pero no basta. El de Keller, si se quiere, puede ser un caso algo extremo. Pero un sueño olímpico, sin otras herramientas, también puede terminar convirtiéndose en un hermoso engaño.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios