Historias donde se entrelazan estética, salud y solidaridad

Historias donde se entrelazan estética, salud y solidaridad

Las protagonistas: una dermoesteticista universitaria, sus pacientes y mujeres con discapacidad que ella ayuda a capacitarse profesionalmente en su área. “Verse bien forma parte de la calidad de vida”, destaca la especialista.

Estudiaba Trabajo Social cuando supo que la Facultad de Medicina de la UNT abría una Diplomatura en clínica y terapéutica estética. “Y, aunque mi sueño era ayudar a la gente, la estética siempre ‘me pudo’ -cuenta Nancy Juárez, que es dermoesteticista universitaria-. Y esta carrera, de la que se dictó una sola cohorte, puedo hacer las dos cosas”. Su trabajo consiste en mejorar la calidad de vida de sus pacientes algunos debieron recibir quimioterapia; a otros hubo que operarlos pues tenían labio leporino...

“Los primeros pacientes con los que trabajé, cuando hice mis prácticas en el hospital Avellaneda, habían sufrido quemaduras y tenían cicatrices”, cuenta y agrega entonces terminó de aprender que incluso cuando los pacientes se recuperan, las señales que tratamientos como la quimioterapia o las cirugías dejan en el cuerpo les causan sufrimiento.

Historias

“Se acercaba el Día de la Madre y vi en Facebook un posteo que me llamó la atención. Una chica ofrecía de regalo una sesión de estética para mujeres que tuvieran o hubieran tenido cáncer. Me impresionó; me emocionó como iniciativa”, cuenta Nieves (58 años), que prefiere no revelar su apellido pero cuenta que tiene cáncer de mama. Tuvieron que hacerle una mastectomía y aún sigue en tratamiento. “Esa chica” del reato era Nancy.

“Cuando uno pasa por experiencias tan duras como esta se replantea muchas cosas. Yo sentí que tengo una nueva oportunidad y empecé a mirarme un poco más a mí misma, y me di cuenta de que me importaba verme bien. La quimio hizo que perdiera todo el pelo y también las cejas”, sigue relatando Nieves y cuenta que se animó, buscó la dirección en el posteo que había visto, fue a preguntarle a a “la chica” de qué se trataba lo que ofrecía... y todo cambió a partir de una pequeño cambio.

“Salí con cejas nuevas -cuenta feliz-; y además, con una charla hermosa que también me ayudó a sentirme mejor conmigo misma”.

“Ya hace tres años desde que pasó esto -agrega-, y las cejas que hizo para mí siguen allí; en estos días voy a pedirle que las retoque... Es genial, porque el pelo me ha crecido de nuevo, y está muy bien; pero las cejas no. Y con este regalo de Nancy yo puedo verme bien, como soñaba”.

Karina también prefiere reservar su apellido. Sufre alocpecía desde relativamente chica, pero con los cambios hormonales de la edad la pilosidad bajó aún más, hasta que casi quedó sin cejas y sin pestañas.

“La mirada de le gente puede llegar a ser muy cruel -reflexiona Karina-, así que fue genial cuando vi el posteo de Nancy en Facebook. Ella trabajó con la micropigmentación para lograr un efecto de repoblamiento de mis cejas; y con un delineado en los párpados consiguió que se note mucho menos que mis pestañas son pocas y muy finitas”, cuenta. “Había hecho ya no sé cuántos tratamientos para mi enfermedad, que me dañaron el hígado y el páncreas; con este tratamiento estético y con la homeopatía, me siento mucho mejor”, agrega.

La técnica

Esto que ellas describen forma parte de la estética paramédica Nancy lo hace sin fines de lucro, y -coinciden sus pacientes- les cambia la vida. “El procedimiento se llama micropigmentación oncológica -explica la experta-; lo uso, por ejemplo, para marcar areolas mamarias luego de una cirugía reconstructiva; en los párpados, hasta que las pestañas vuelvan a crecer después de una quimioterapia; o diseñando ‘nuevas’ cejas, como en el caso de Nieves”.

También ayuda en algunos casos a minimizar los efectos visuales del vitíligo (enfermedad que se produce cuando las células productoras de pigmentos, llamadas melanocitos, mueren o dejan de funcionar). Y en pacientes que fueron operados de labio leporino, añade, es una forma de corrección estética, para minimizar el efecto de las cicatrices. “Trabajo con el doctor Oscar Abdala Montoto y su equipo, que hace este tipo de cirugías reconstructivas gratuitamente en sus ‘sábados solidarios’”, cuenta.

Para hacer el trabajo -describe- se usa anestesia local, unos pigmentos especiales (minerales) que no causan reacciones adversas y agujitas transdérmicas. A antes del tratamiento ella realiza un dibujo en el área, tratando de buscar la forma el color y la posición adecuadas en cada caso.

“Le dije a Nancy que soñaba con tener cejas de nuevo, pero tampoco quería que se notaran ‘desde lejos’ -cuenta Nieves con mucho humor-. Pensé que llevaría un tiempo, pero ese mismo día me pidió que me acostara en la camilla y fue dibujando en mi cara, y mostrándome en un espejo... hasta que las dos estuvimos de acuerdo. Cuando terminó todo, o lo podía creer...”.

Otro proyecto

Como estas intervenciones no tiene fines de lucro, Nancy tiene su estudio de estética donde sus clientes reciben cuidados desde la piel hasta las uñas. Y además dicta cursos de capacitación.

“La verdad, mi trabajo me encanta -cuenta-; pero también me mostró que muchas mujeres muy habilidosas y creativas hacen maravillas con sus manos, pero se les complica conseguir trabajo”.

“Tuve una vez una alumna no vidente, que hace unos masajes increíbles -recuerda-. Sus manos saben ‘leer’ el cuerpo como las de nadie. Pero le es muy difícil que alguien le dé empleo”. Otro caso fue el de una jovencita con síndrome de Down: “tiene una creatividad increíble y hace con las uñas unos diseños fantásticos... pero pasa otro tanto”, cuenta.

Así que por ahí va su otro sueño solidario: trabajar para abrir puertas laborales para personas que son muy capaces, pero sufren discriminación. “Voy a intentar en todos los frentes que pueda, institucionales, políticos, comerciales, con colegas... pero también es importante que el público en general tome conciencia. Todos somos diferentes; las diferencias pueden ser muy enriquecedoras. Mi sueño es empoderar mujeres que hoy sufren discriminación”.

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