
PARA VIVIR EL VERANO. No se trata de privarse del sol sino de disfrutarlo teniendo los cuidados necesarios.

El verano trae consigo un aumento sostenido de las temperaturas y un sol que arrasa. Por esto se hace indispensable aumentar los cuidados que debemos tener todo el año para mantener nuestra piel saludable y reducir las posibilidades de acarrear con cualquier problema o lesión a futuro.
Acostumbrados al calor y a exponernos al sol con naturalidad, solemos ignorar las dañinas consecuencias que trae hacer nuestra vida diaria con la normalidad de siempre frente al sol sin ningún tipo de recaudo. A pesar de existir horarios recomendados para tomar sol, los rayos ultravioletas producen daño todo el tiempo. No hay recetas mágicas, los cuidados son los que ya conocemos y es necesario tenerlos siempre en cuenta y proteger el órgano más grande que tiene nuestro cuerpo.
El dermatólogo Oscar Stisman expone los cuidados mínimos que debemos tener en esta época: en primer lugar, el uso de protector solar (de al menos factor de protección 30 y que sea aplicado sobre toda la superficie de la piel). Asegura que es imprescindible evitar exponerse al sol entre las 10 y las 17 y recomienda buscar la sombra siempre que se pueda. Cuenta que es admisible el uso de anteojos de sol e incluso un sombrero para evitar al máximo los daños producidos los rayos ultravioletas.
Sobre la aparición de manchas o lunares en la piel, añade que es importante prestarles atención todo el año. Hace notar que este clima y la exposición al sol pueden generar hasta la aparición de un cáncer de piel, que puede manifestarse recién en invierno. Agrega que hay que tener especial cuidado o atención a zonas más expuestas como la cara, brazos, manos y el escote, pero dice que también pueden aparecer lesiones por acción del sol en zonas no foto expuestas. Por esto, considera necesario examinarse todo el cuerpo.
La dermatóloga Claudia Rossi subraya la importancia de realizar un control anual de lunares con un especialista. Sugiere consultar si en la familia hay algún antecedente de cáncer de piel. “A veces nos olvidamos de preguntar y obtener información de qué murió el abuelo, la abuela…”, afirma. La dermatóloga también cree que es importante examinarse, pero afirma que no es 100% seguro el autoexamen: recomienda verificar las partes visibles, pero si o si revisarse una vez al año con un dermatólogo ya que éste podrá chequear cada sector de la piel con detenimiento.
Con respecto al control de las zonas visibles, la profesional desarrolla que existen signos de alarma en cuanto a los lunares. Rápido crecimiento, cambio de color, picazón o que se lastimen sin ningún traumatismo (sangren sin haberse golpeado o rozado) son señales de advertencia. El cáncer de piel -continúa- puede aparecer en zonas expuestas o no expuestas al sol. “No es que el sol solamente provoca cáncer. Si lo hace, pero con personas con antecedentes familiares, con una predisposición genética. A veces el sol produce daño en la piel directo y eso no quiere decir que voy a tener cáncer”, enfatiza. Rossi acota que no es directamente proporcional la exposición al sol de todas las personas con el cáncer y comenta que tiene posibilidades de tener la enfermedad quien posee el gen. La especialista también añade que las personas de piel muy claras (llamadas técnicamente fototipos 1 y 2) son las más propensas a acarrear con este padecimiento.
La cama solar
La exposición al sol en su medida justa ayuda al organismo a generar vitamina D, importante para nuestro cuerpo. La dermatóloga Noelia Martínez advierte que el bronceado es un mecanismo de defensa de la piel y que frente a la agresión que generan los rayos ultravioletas, la piel trata de “defenderse” liberando más pigmento. “Hacé de cuenta que vos polarizas el vidrio del auto, entonces no entra tanto el sol. El bronceado es lo mismo”, ejemplifica.
Alerta que frente a la exposición al sol es imprescindible renovar cada dos o tres horas el protector solar y aconseja al público la compra de protectores de líneas médicas, no cosméticas. Martínez pone énfasis en proteger sobre todo las áreas expuestas al sol y no olvidarse de zonas cómo las orejas, atrás del cuello y la espalda.
Sobre el uso de las camas solares, la doctora Rossi explica: “la gente cree que la cama solar no es dañina y es lo mismo, es una exposición a la luz ultravioleta”. El mito respecto a que la cama solar produce menor daño todavía persiste en algunas personas y los tres profesionales desaconsejan su uso.
En este sentido, Martínez cree necesaria una toma de conciencia por parte del público sobre que el uso de cabinas bronceadoras tiene tantos riesgos como la exposición al sol, aunque peor en algunos casos. “Se exponen sin protector solar así que el riesgo es doble”, asegura.
El bronceado, cuenta, se da en pieles trigueñas, morenas o negras. “Las pieles muy claras no tienen un pigmento oscuro, tienen un pigmento claro. Entonces, por más que se expongan al sol y se genere un daño, el pigmento que ellos producen para broncearse es un pigmento claro, por eso no se broncean, sino que se queman”, informa.
Por esto es importante tomar todas las precauciones antes de tomar sol y conocer que la exposición necesaria para que el cuerpo asimile vitamina D es en periodos cortos.
De hecho, Martínez adelanta: “exponerse al sol o a la cama solar de manera excesiva sí produce daño”.







