Hubo más luces, ¿hubo menos ruido?

Hubo más luces, ¿hubo menos ruido?

Como cada Año Nuevo, la historia se repitió: el reloj marcó la medianoche, las copas se alzaron para el brindis y los fuegos artificiales se adueñaron de la noche. Los destellos coloridos iluminaron el cielo y el aire quedó cargado del característico olor de pólvora quemada. Y los estruendos se mantuvieron prácticamente tan vigentes como siempre, provocando daños a personas del espectro autista y con otros trastornos, a los animales y al medio ambiente. La diferencia fue que para estas Fiestas ya había una ley para regular la venta y el uso de pirotecnia en Tucumán, además de ordenanzas y decretos de media docena de municipios en el mismo sentido. Sin embargo, poco cambió: la sociedad tucumana demostró que, en general, sigue siendo individualista, indiferente e incapaz de mirar hacia a los costados para empatizar con el otro. Y el Estado exhibió que todavía tiene mucho para ajustar.

La Legislatura sancionó el 9 de septiembre la norma regulatoria de 22 artículos (el último de forma) bajo la premisa de “más luces, menos ruido”. El Poder Ejecutivo la promulgó el 5 de octubre bajo el número 9.303. En su artículo 2° establece que la autoridad de aplicación de la ley es el Ministerio de Seguridad; en el 3°, que se deben realizar campañas de concientización sobre los perjuicios que ocasiona la pirotecnia de alto impacto sonoro en las personas, animales y en el medio ambiente; en el 10°, que “el nivel sonoro continuo equivalente de los productos pirotécnicos no podrá superar los niveles tolerables a la audición del ser humano” (...); en el 11°, que se prohibe la comercialización de productos sonoros de grandes dimensiones; en el 12°, que se prohibe la comercialización de material pirotécnico en la vía pública; en el 13°, que no se podrá utilizar artículos pirotécnicos “a menos de 100 metros de hospitales, centros de salud, geriátricos y salas velatorias”; en el 14°, que se prohibe en toda la provincia celebrar “cualquier tipo de acontecimiento disparando armas de fuego de cualquier tipo y calibre”; y en el 20°, que el incumplimiento de la ley se sancionará con una multa de entre 130 y 3.000 Unidades Fijas (UF) equivalentes a un litro de nafta súper; es decir, entre $ 9.300 y $ 216.000.

Los fabricantes de fuegos artificiales integrantes de la Cámara se comprometieron a modificar los productos para cumplir con la normativa y eliminar los estruendos excesivos. La Municipalidad capitalina realizó inspecciones a locales de pirotecnia y clausuró algunos por ofrecer productos prohibidos. El Gobierno de la Provincia, a su vez, intensificó campañas audiovisuales para generar conciencia en la sociedad y desalentar el uso de pirotecnia. Sin embargo, basta con entrar a las redes sociales para percibir que lo realizado por las autoridades tiene gusto a poco.

Sólo para Navidad, fiesta en que se arrojaron menos cohetes, una tucumana relevó al menos 200 mascotas extraviadas a causa de los estallidos. A su vez, la ONG Universo TEA publicó un comunicado cuestionando que se incumplen la ley y las ordenanzas municipales de regulación de pirotecnia. “El Estado ausente (como de costumbre) no controla nada ni a nadie; eso del bajo impacto sonoro es mentira; es verso. Todo tiene impacto en una persona con hipersensibilidad auditiva”, remarcaron los fundadores Julio Rodríguez Aráoz y María Silvia Sayago, llamando a la reflexión. Sin embargo, algunas familias con parientes con TEA aseguraron que pasaron unas fiestas mucho más tranquilas que en años anteriores y que, incluso, pudieron disfrutar con ellos de la pirotecnia luminosa. No descartaron, de todos modos, que esto haya sucedido en mayor medida por la crisis económica o las pérdidas que dejó la pandemia que por la sanción de la ley.

Sinónimo de ilegalidad

Durante el debate en la Cámara se había marcado que la norma es perfectible, que la prohibición no es el camino ya que da pie a la producción ilegal, y que, por sobre todo, será un trabajo complejo ya que se trata de un cambio cultural. El legislador Gerónimo Vargas Aignasse había marcado que los estruendos están muy incorporados en la sociedad tucumana, que se usan tanto para protestas como para celebraciones. También en actos políticos, fiestas patronales y hasta en los eventos deportivos. Por eso convocó a trabajar en lo cultural. “Ese estrépito que conmociona no puede ser ya sinónimo de alegría, ni de triunfo, ni de fe, ni de protesta, sino que hoy es una ilegalidad. Cuando suena una bomba tenemos que saber que eso es ilegal”, subrayó. ¿Seremos capaces de evolucionar?

El legislador radical José Ricardo Ascárate había revelado en aquella sesión que tiene un hijo con TEA. “Quisiéramos que la frase que utilizamos, que es ‘más luces y menos ruido’, sea realidad; no lo va ser, pero seguramente vamos a lograr bajar los niveles de exposición”, había dicho. Y consultado ayer por este diario, se expresó conforme y opinó que en Yerba Buena el impacto sonoro fue mucho más tolerable

A diferencia de 2020, las autoridades cuentan con 12 meses para generar conciencia respecto al uso de la pirotecnia. Ya se vio que una campaña breve no es suficiente para realizar un cambio de conducta social. Hay todo un año por delante. No lo desaprovechemos.

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