"El Carisma de Don Orione salió a la luz"

La pandemia no le dio tregua al Pequeño Cottolengo Don Orione: se contagiaron dos de los cuatro sacerdotes que allí se desempeñan y fallecieron cinco mujeres residentes en la institución. Además, se instaló un hospital de campaña para cuidar a los chicos. El padre Damián Picone, quien llegó a Tucumán para dirigir el Cottolengo hace un año y medio, fue parte del proceso. “Esta situación demostró todo lo bueno de muchas personas y lo malo de otras que decían apoyarnos. El personal decidió quedarse a ayudar a los chicos y sus familias los apoyaron y acompañaron esa decisión. Con la cuarentena, el carisma de Don Orione salió a la luz”, destacó.

Unas 75 personas de todas las edades se alojan en el “Coto”. Comparten misas, actividades, salidas y mates, pero todo se vio reducido y hasta prohibido debido a la pandemia. Picone destacó que, en cualquier circunstancia, es muy difícil para los chicos comprender que no pueden abrazar, tomar el mismo mate o salir de paseo y que -en ese sentido- lo primordial fue contenerlos.

“Septiembre fue el mes más duro, cinco mujeres fallecieron por covid. A diferencia de otros lugares, acá la pérdida de un residente se toma con fe y agradecimiento por haber compartido y tenido la posibilidad de conocerlo. Los chicos lo toman así, saben que estamos de paso aquí y no terminan de ser inocentes”, explicó.

Habiendo sido uno de los sacerdotes que se contagió, Picone contó que no tuvo dificultades para atravesar la enfermedad y que únicamente perdió el gusto: “uno que está en la vida religiosa no se pregunta por qué me tocó a mí ni me cuestioné la vocación. Son situaciones que uno no espera vivir, pero hay que dar lo mejor para salir adelante”. Resaltó que la enfermedad provoca pensar en lo importante de la vida: “los que pasaron por la pérdida de un ser querido, los que vivieron la enfermedad, se replantearon esas cosas”.