El zoom y la bici: dos desde el inicio fue imprescindible... y luego nos cansó

El zoom y la bici: dos desde el inicio fue imprescindible... y luego nos cansó

La aplicación nació allá por 2011, pero fue la pandemia la que la convirtió en un boom. La virtualidad trajo toda clase de novedades. Y sabemos que no se irá más.

La vergüenza nacional se transmitió en directo desde Salta. El diputado Juan Ameri intimó con su pareja en plena sesión... y sin cerrar el Zoom. La vergüenza nacional se transmitió en directo desde Salta. El diputado Juan Ameri intimó con su pareja en plena sesión... y sin cerrar el Zoom.

Antes del 20 de marzo la inmensa mayoría de los tucumanos -y de los argentinos, y de los ciudadanos del mundo- no tenía la más remota idea de lo que era el Zoom. Poco y nada se conocía, incluso, de cualquier herramienta, plataforma o app de videoconferencia; salvo el caso de aquellas personas que, como parte de su trabajo, debían mantener telereuniones; verbigracia, empresas con sedes en diversos países.

La app Zoom debutó en el mundo el 21 de abril de 2011. Pero casi una década después, a partir de la vigencia de las restricciones dispuestas por el Gobierno para menguar la circulación del coronavirus, esta, en particular, y muchas otras app en general -Google Meet o Jitsi Meet, entre otras- fueron descargadas en millones de celulares urbi et orbi. Y comenzaron a ser utilizadas tanto para fines laborales como para teleencuentros con amigos o con familiares.

Y a poco de transcurrida la cuarentena podría decirse que el uso de este tipo de herramientas estalló. La gente se percató de que en el tiempo en que se desarrollaba una reunión presencial podían hacerse al menos dos “zooms”, debido a que las distracciones se reducían prácticamente a cero. Los docentes y los alumnos, de cualquier nivel, aprendieron juntos a utilizarlas; y hacia el final del año ya podría decirse que cuesta hallar uno que no sepa conectarse o sacarle provecho a todas sus funciones.

Las sesiones de ambas Cámaras del Congreso se desarrollaron de manera remota; y los parlamentarios se distendieron de tal modo que no faltó el que echó mano a una foto para mantenerse “online”, o el que se vestía mientras se desarrollaban los debates o, incluso, el que liberó sus deseos sexuales como si estuviese en un ciclo de “Gran Hermano”.

Pero acaso debido a este uso exagerado de estas herramientas, ocurrió algo que bien podía haberse previsto: se produjo un rechazo. De la mano con algunas flexibilizaciones, como la apertura de bares o la posibilidad de reunirse con grupos reducidos, la gente comenzó a desechar tanto el Zoom como cualquier otro medio de encuentro virtual.

De todos modos, y con independencia de lo que ocurra con la pandemia de la covid-19 -o con cualquier otra situación futura similar, que obligue al aislamiento-, este tipo de herramientas de telecomunicación ya pasaron a formar parte de la vida de las personas. Y en más de una ocasión será nuevamente utilizadas; sea para que no se posterguen reuniones debido a viajes de algún participante, sea para que se tome un examen a un alumno que no pueda llegar al aula, sea para que grupos de amigos dispersos en varios países puedan estar un poquito mejor conectados.

Hasta esta cuarentena estricta sólo se conocía masivamente la posibilidad de realizar estas actividades mediante texto o audio. El Zoom -Google Meet, Jitsi Meet y otras- le sumaron el plus de que los participantes de las telereuniones puedan verse, un detalle que las vuelve imprescindibles a partir del año que se despide.

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