Se paró la pelota y es un durísimo mazazo

“Normalmente me entrenaba dos veces por día; a la mañana, en forma particular y a la tarde con mis compañeros de equipo. Por eso la pandemia me golpeó fuerte”. Gustavo Aun, nacido y criado en Villa Belgrano espera que 2020 se termine cuanto antes y que el nuevo año llegue con otra energía.

En enero, el ex arquero de Deportivo Marapa, un laburante del fútbol, había conseguido la chance de jugar el torneo Regional. Pero de repente la pelota se paró y comenzaron a aparecer los problemas. “El fútbol era mi principal fuente de ingresos y quedé a la deriva. Hoy, no tengo un trabajo fijo; vivo de lo que sale, de changas, laburitos cortos. Lo ayudo a mi viejo que arregla máquinas para la fábrica Alpargatas, o a mi hermano en sus trabajos de herrería. Agarro lo que sea con tal de sobrevivir”, confesó.

“La pandemia me afectó en mi vida diaria -reveló-. Estaba acostumbrado a trabajar y a entrenarme y de un día para el otro ni siquiera podía salir de mi casa. Me sentía mal, andaba deprimido, muy triste. Estar encerrado me ponía mal; había días en los que salía de mi casa y me iba a correr solo, como para escaparme de la realidad. Fue muy difícil”.

Gustavo cursa el cuarto año de Educación Física y la pandemia también le pudo palos en la rueda: “intenté rendir vía Zoom, pero se me complicó muchísimo. La conexión de internet no es buena en esta zona y cuando rendías te ponían como condición que si te desconectabas dos veces desaprobabas. Sólo aprobé una materia”.

Gustavo sigue entrenándose solo; esperando que la nueva normalidad le entregue algo de alegría. “Por lo pronto salgo a correr y trato de mantenerme en forma -dijo intentando buscar ganarle la pulseada al destino-. Cuando sale un ‘laburito’ lo agarro, no importa qué sea; y si una mañana no tengo nada, voy a dar una mano a los profes en la escuelita Capitán Juan, de Alberdi. Sólo pido que el 2020 sea mucho mejor. Que vuelva el fútbol”.