Hojeando el Diario: Nungesser, un héroe galo que voló en Tucumán

Hojeando el Diario: Nungesser, un héroe galo que voló en Tucumán

El piloto desapareció cuando cruzabael Atlántico en 1927 de París a Nueva York.

 PRIMERA GUERRA. El piloto apenas aprendió a volar se enlistó en la aviación de su país y derribó 35 naves en su carrera militar. PRIMERA GUERRA. El piloto apenas aprendió a volar se enlistó en la aviación de su país y derribó 35 naves en su carrera militar.

Las proezas de los aviadores generaban gran interés entre nuestros lectores de la década de 1920. El vuelo más alto, el de mayor extensión o cualquier otro récord que aquellos "locos del aire" trataban de imponer generaba expectativa. Los aviadores, en su mayoría ex pilotos de combate, estaban interesados en demostrar que la aviación podía usarse en épocas de paz. Todas las miradas estaban puestas en el primer vuelo transatlántico intercontinental entre París y Nueva York. Es conocido que el primero en completarlo fue el piloto norteamericano Charles Lindbergh con un Ryan NYP conocido como “Spirit of Saint Louis”, el 20 de mayo de 1927. Sin embargo no vamos a hablar de él, sino de los franceses Charles Nungesser y Francois Colli que intentaron realizar el mismo recorrido pero en sentido inverso: desde Europa hasta América. La empresa fue fallida y aún ambos pilotos permanecen desaparecidos.

Después de Lindbergh

El viaje de los galos se inició el 8 de mayo de 1927 y nuestro diario lo anunciaba así: “en medio de una hermética reserva, Nungesser, el francés que domó potros briosos en la Pampa Central y que dirigió automóviles en las calles de Tucumán, ha partido como torbellino furioso y va a abatir todas las guardias celosas del océano. Ese es el pensamiento de los pilotos que han levantado vuelo en el aeródromo de Le Bourget en París”. Quizás debido a su paso por nuestras tierras, los tucumanos sentían una pasión especial por el piloto francés, que también fue corredor de automóviles. Estuvo en el Jardín de la República en el año 1913 como lo muestra nuestro diario del 14 de mayo de 1927.

 EN 1913. Nungesser en el asiento de atrás en el avión de Castaibert, en el parque 9 de Julio. EN 1913. Nungesser en el asiento de atrás en el avión de Castaibert, en el parque 9 de Julio.

El avión L’Oiseau Blanc (El pájaro blanco) llevaba varios días desaparecido y naves de diversos países lo buscaban desesperadamente. La aeronave y sus pilotos nunca fueron encontrados. Sobre la zona de Terranova la nave desapareció presuntamente debido al mal tiempo. Ya el día 9 la crónica anunciaba que los aviones de escolta que lo acompañaron hasta las costas francesas lo dejaron volando sin problemas. Pero ya comenzaba a anunciarse que ningún barco había visto el avión sobre el Atlántico.

El Pájaro Blanco era un Levasseur PL8 con un motor Lorraine 12 Eb de 12 cilindros y 450 caballos de potencia. Según el ingeniero Ferren: “construimos cuatro motores antes que las pruebas fueran satisfactorias. El costo de los motores solamente ascendió a dos millones de francos”. De acuerdo con nuestros cronistas: “el capitán Nungesser, que cuenta 35 años, pasó parte de su vida en Argentina. Derribó 34 aparatos y 9 globos enemigos. Fue herido en varias oportunidades. El teniente Colli también actuó en la guerra donde perdió un ojo”.

Durante los siguientes días se sucedieron las noticias sobre la búsqueda junto con información sobre datos del presunto paso de la aeronave por alguna región. Niebla, lluvia, tormentas, oleaje fueron los diversos inconvenientes que debieron enfrentar los equipos de rescate en su trabajo, que no dio frutos.

El 14 de mayo la portada de nuestro diario anunciaba que decrecían las posibilidades de encontrar el avión y a sus tripulantes con vida. Además se anunciaba que el millonario francés Raymond Orteig ofrecía 5.000 dólares a quien informe algo sobre los desaparecidos. Además había impuesto un premio de 25.000 dólares para el que uniera París con Nueva York.

Una foto

“LA GACETA, que se enorgullece siempre de contar con dignos admiradores y excelentes amigos, se complace en ofrecer ahora una fotografía auténtica en la que aparece el capitán Nungesser. Trátase de una fotografía que nos ha facilitado Dándalo Matteucci, con quien el gran piloto francés le unía sincera amistad”. Así contaba la crónica de aquel día en un debate con el vespertino El Orden por la primicia. Allí se informaba que el francés estuvo en nuestra provincia hasta comenzada la I Guerra Mundial en 1914 para alistarse en la aviación de su país. También se relataba que el monoplano que aparece en el grabado es tipo Bleriot y fue tomada en el año 1913 en el entonces parque 9 de Julio. Ocupaban los asientos del endeble aparato Carlos Nungesser como pasajero y el aviador Castaibert, que por aquellos tiempos realizaba prodigiosas piruetas mortales en un avión que en verdad debía producir pavorosa impresión al encontrarse en vuelo. Allí se destacaba que el “as” de guerra, nacido en París el 15 de marzo de 1892, “mucho antes de volar en los cielos engrisados por el humo de la pólvora homicida, ya había surcado el firmamento del Jardín de la República, realizando verdaderas proezas aviativas que poco después tanto perfiló su enorme corazón de aventurero genial y valiente”.

Por su parte Sebastián Remolá le contaba a El Orden que el piloto trabajó en su taller mecánico y luego fue chofer. Además destacaba: “su acento francés era seductor y predisponía a la gente a su favor”. También decía que era una persona seria, eficiente y querida por todos los que trabajaban en el taller.

Nuestro diario expresaba que era un hombre sencillo, de trato afable y de instrucción considerable, dato que abona el hecho de que con un poco de empeño y preocupación, haya llegado a ocupar puestos de verdadero mérito y confianza en la aviación de Francia. Aquí demostró un temple sereno y dispuesto, exteriorizando su modo de ser, un espíritu fuerte y decidido por lo cual no ha extrañado a las personas que le conocieron, el gran proyecto que acaricia en estos momentos el piloto francés que supo estar en Tucumán.

El Aero Club

La aviación en Tucumán inició su verdadero despegue en diciembre de 1919, hace justamente 100 años cuando un grupo de tucumanos compró el primer avión y fundó al mismo tiempo el Aero Club, pieza clave para el desarrollo de la actividad. El 12 de diciembre de aquel año nuestro diario anunciaba con entusiasmo: “nuestros pronósticos sobre el desarrollo de la aviación en Tucumán principian a cumplirse”, y anunciaba la compra de la primera aeronave, un Airco.

El comprador era Nicanor Posse. “Varios amigos de este han solicitado les dé participación en la compra y se ha formado una pequeña sociedad por acciones”, decía la crónica. El precio fue de 19.500 pesos moneda nacional (nuestro diario costaba 10 centavos; una plancha, 11 pesos; un juego de dormitorio completo, 300 pesos y un automóvil, alrededor de 5.000). El contrato de compra fue entre Posse y el mayor Shirley Kingsley en representación de The River Plate Aviation Company.

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