Historias de artistas: Entre murales, intervenciones y performances

Historias de artistas: Entre murales, intervenciones y performances

Con diferentes expresiones y objetivos, manifiestan sus deseos. Escenas de la vida cotidiana en barrios y villas. Fotografías.

ACCIONES. El monterizo Adrián Sosa realiza diferentes performances interviniendo el cañaveral, y creando espacios en el interior de las plantaciones. ACCIONES. El monterizo Adrián Sosa realiza diferentes performances interviniendo el cañaveral, y creando espacios en el interior de las plantaciones.

Adrián Sosa es el “artista del cañaveral” que ganó el premio nacional de Itaú Cultural 2020; Guadalupe Rearte no es solo hincha decana, juega al softball, y es empleada pública sino una “artivista” que logró imponer una imagen repetida en gran parte del país sobre la lucha feminista. Uno de esos afiches se pudo ver en la Avenida de Mayo cuando se veló a Diego Maradona, pegado en un árbol.

Detrás de las obras, las producciones artísticas atraen a las historias de quienes la hicieron. No porque las actividades o trabajos que realicen determinen necesariamente su arte. En algunos casos para nada: ¿Qué tiene que ver el ejercicio de la docencia de Alejandra Galván con sus estructuras geométricas y sus colores primarios, o con las performances de Koti González? O que a Maximiliano Romero Amenar se le ocurra dormir en el interior de los museos como un ejercicio de reflexión.

EN LA CALLES. Imagen repetida en distintas partes del país. EN LA CALLES. Imagen repetida en distintas partes del país.

La cuarentena generó pensar en artistas que estaban allí pero no habían sido presentados debidamente.

Cristian Robles registra con su cámara los códigos de barrio, eso sí, de los que perteneció o pertenece: Villa 9 de Julio, en primer lugar, donde se crió, La Bombilla y El Sifón, la Costanera o La Mago. “Quise mostrar una realidad que la gente no ve”, dice. Para el sur está Villa Amalia donde Juan Bracamonte e Iván Ríos compartieron equipo.

El azul (los azules) de Virginia Serrano o los estilizados dibujos de Ana Lía Canal Feijóo, simulan ser de ensueño; como las delicadas líneas de Hernando Migueles. Pero detrás de ellos hay relatos, pérdidas y conquistas; duelos. Aunque tenga mayor reconocimiento (nacional y hasta internacional), también está la gestión, difusión y las obras de Marisa Rossini; y la cultura queer de Sol Rodríguez Díaz.

Desde el masitero

Las Historias de Artistas (publicadas desde la última semana de mayo los lunes en LA GACETA) surgieron del dibujo de un masitero que recorría los barrios: el trabajo de Sergio “Guti” Gamboa (entre comics y murales) supo captar un paisaje cotidiano, que se viralizó a niveles de miles de vistas. Desde un barrio a toda la ciudad, y quién sabe, la provincia misma.

Estos artistas que estaban allí tenían su reconocimiento a través de las redes sociales, principalmente, pero casi nada, en los medios de comunicación.

La condición social varía es verdad: Leandro Fernández “el Coche”, vive en Villa Carmela y “Nacho” Stesina en el centro. Pero comparten espacios en la calle: ambos alejados de algunas instituciones, pero con obra que los sostiene aquí y allá; indoor/outdoor (Nacho proviene de UQZ Crew, una antigua tribu grafitera). No son los únicos: Fabricio Paredes lo hace desde hace muchos años, o, más cerca en estos tiempos Verónica Corrales y Sebastián Vaca.

El arte urbano tuvo su gran momento durante la cuarentena, y este diario tomó cuenta de ello en distintas secciones de su edición, sobre todo cuando se advirtió que el indoor se convirtió en un ingrediente fundamental del diseño de interiores (como lo fue la pintura hace 15 años.

Tendencia

Las Historias de Artistas dan cuenta de las diferentes tendencias que se expresan en esta provincia. ¿Cómo podría estar ausente El Bondi? El tanque de 2013 (expuesto en el cuarto de un hostal de Buenos Aires al 600), casi simultáneo a la “huelga policial” y los saqueos (diciembre); los cartoneros frente al MUNT y a un pub céntrico.

El Bondi es el único colectivo en la provincia organizado alrededor de un programa, una estética, que también gestiona su producción. Ha ganado premios nacionales y provinciales, y como pocos, no ha sido cooptado por las instituciones, que se conozca. En el MUNT se dio el lujo de copiar la copia e ironizar sobre el entorno y reproducir lo que se exponía en el Salón del MUNT.

La idea era visibilizar a los artistas poco o nada conocidos y a aquellos que, siéndolos, no se encontraban entre los consagrados al menos en los espacios locales. Seguramente faltan muchos.

Se sabe que la historia se reescribe, y allí se inscriben nuevos o antiguos actores que habían sido ignorados. Pero también algunos como Ramón Teves que procuran (Espacio El Abasto) modificar su obra, ahora, desde el soporte.

Las Historias de Artistas plantean miradas como la de Cecilia Luján cuyas obras conceptuales provocan reflexiones sobre el mismo arte, alejadas de todo objeto. O aquellas como las de Damián Miroli que incursionan en la física, la ciencia y el arte.

Hay decenas de artistas poco o nada conocidos en esta provincia. Tienen sus historias con el arte pero también con sus familias y viviendas, que influyen.

Lacan afirmaba que el deseo era del reconocimiento, de la mirada del otro.

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