El golf no tiene secretos para un maestro

El golf no tiene secretos para un maestro

Marplatense y enamorado de la provincia, Jorge Ramón echó raíces hace casi 40 años en La Rinconada.

ESTAMPA DE CRACK. Jorge Ramón siempre tuvo una facilidad única para golpear la pelota. El Maestro conoce como pocos los secretos del golf. ESTAMPA DE CRACK. Jorge Ramón siempre tuvo una facilidad única para golpear la pelota. El Maestro conoce como pocos los secretos del golf.
01 Septiembre 2004
Marplatense de nacimiento y tucumano por adopción. Nadie más querido que él en el ámbito del golf local. Jorge Ramón, profesional del Jockey Club, llegó a la provincia en 1965 sin saber que iba a quedarse a vivir aquí para siempre. El cariño de la gente y la belleza de Tucumán fueron motivos suficientes para que el incansable profesor -el 30 de agosto cumplió 65 años- echara raíces en esta tierra.
La figura de Jorge es ineludible en la terraza del club ubicado en La Rinconada. Sus ojos transmiten la sabiduría de quien conoce el golf como pocos. Siempre dispuesto y afable, Ramón tiene una predisposición especial para cada uno de los aficionados. La vida del profesional está pletórica de anécdotas, cuentos e imborrables recuerdos relacionados con el legendario deporte escocés.
Es probable que en el día de su cumpleaños hayan desfilado por su mente varias imágenes de los momentos vividos en el club.
Quizás aprovechó para caminar por el campo de 18 hoyos, que conoce desde hace casi 40 años, y que tanto quiere. Quizás lo hizo para recordar a los amigos que no están, como así también los grandes torneos disputados y los momentos de gloria del golf tucumano. Quizás dedicó un momento de reflexión para pensar en su mujer, quien no dudó ni un instante cuando él le pidió que viniera a vivir a Tucumán. Quizás pensó en sus cuatro hijas mujeres y en sus nietos. Quizás la cancha despertó de su silencio y le habló en el oído, como queriendo darle las gracias por haber sido cuidada por él durante tanto tiempo.
"En 1965 me encontraba sin mucho trabajo y mi padre me pidió que acompañara al profesional Domingo Ronzano, que había sido contratado por el Jockey Club", rememora Ramón. Al poco tiempo de estar en Tucumán, Ronzano renunció, Jorge pasó a ser el primer profesional del club y decidió casarse y radicarse en la provincia.
Ramón no recuerda cuándo tomó un palo de golf por primera vez. "Mi familia siempre estuvo relacionada con este deporte", cuenta. "Mi padre trabajó en el Ituzaingó Golf Club y tuve tíos profesionales que fueron grandes campeones", agrega. Uno de ellos, Pedro Churio, fue el que lo entusiasmó para que se dedicara en forma profesional. Esto sucedió en 1954, año en el que Jorge ganó la categoría para menores de 15 años del Campeonato Evita.
Los primeros golpes que efectuó fueron con palos hechos con ramas de los árboles, al igual que los caddies. Pero junto con el golf, Ramón tuvo al fútbol como una de sus grandes aficiones durante su juventud. "Mi posición era de nueve y hacía bastantes goles", dice. "De chico gané muchas medallas y trofeos", agrega el profesional, que jugó en Deportivo Merlo y llegó a probarse en Boca Juniors.
Conocedor de los principales secretos de este deporte, al principio sólo se imaginaba una carrera como profesional y no de instructor. "Pedro Churio me obligaba a tirar más de 1.000 pelotas de práctica por día en el Ituzaingó Golf Club" rememora. Finalmente, decidió incursionar en la enseñanza para tener un ingreso adicional. "Daba clases los fines de semana y practicaba de lunes a viernes", resume.
Por aquel entonces, ser profesional de golf no era una actividad rentable. De todas maneras, apostó fuerte a su empresa. Nunca ganó un torneo importante, pero tuvo la posibilidad de jugar con figuras como Roberto de Vicenzo, Fidel de Luca, Florentino Molina y tantos otros.
"Competí desde los 15 hasta los 20 años, ya que luego tuve que hacer el servicio militar", dice. Igualmente, en Campo de Mayo, donde estaba destinado, también dio clases de golf a los oficiales.
Al regresar de la "colimba" y después de varias idas y vueltas, decidió dejar Buenos Aires. Su llegada a Tucumán fue un bálsamo para su vida. Algunos negocios fallidos y trabajos en clubes donde no tenía tiempo para jugar y enseñar, quedaron en el pasado.

- ¿Cómo fue su vida durante los primeros años transcurridos en Tucumán?
Al principio viví en la ciudad, en una residencia para estudiantes. Luego me mudé a una habitación en el club y, cuando me casé, refaccioné un galpón que había cerca de la cancha. Allí estuvimos con mi señora hasta 15 días antes del atentado que perpetraron los Montoneros en la antigua casa del Jockey Club. Cuando llegué a Tucumán, había mucho por hacer. El campo no era como actualmente lo conocemos y los golfistas apenas llegaban a 50. Trabajé dando clases y encargándome del mantenimiento de la cancha. Las primeras personas con las que entablé amistad fueron Jaime Nougués (padre), Gerónimo Helguera, León Rougés y Benigno Vallejo. Con ellos compartía muchas cosas, además del golf.

-¿Tenía tiempo para jugar?
Cuando tenía tiempo salía a practicar, pero con el paso de los años cada vez me costaba más encontrar un espacio libre para entrenarme. De todas maneras, en su momento me preparaba fuerte para competir en el Abierto del Norte. Eso sí, era muy difícil participar y al mismo tiempo estar pendiente de la organización del torneo. Además, siempre que venía Roberto de Vicenzo jugábamos juntos, lo que no era fácil.

- ¿Cómo fue su desempeño como profesional?
Cuando era chico casi siempre terminaba entre los 15 primeros de cada torneo. En el Abierto del Norte realicé buenas rondas, pero nunca menores a los 67 golpes. En una ocasión, compartiendo mi salida con De Vicenzo, hice 11 golpes en el par 4 del hoyo 8. Estaba jugando bien, pero allí no salieron las cosas. Todavía recuerdo la sonrisa socarrona de Roberto cuando llegué al green de ese hoyo. Varias veces conseguí hacer un hoyo en uno.
Recuerdo que una vez, jugando la preclasificación del Abierto con Julio Núñez (padre), comencé con águila en el 1, hoyo en uno en el 2 y águila en el 3. Sin darme cuenta, me encontraba seis bajo el par en el tee de salida del hoyo 4. "Chachera" Nuñez no lo podía creer. Levantó su pelota y abandonó.

En primera persona
UN SERVIDOR.- Me considero un clubman. Vivo esta profesión a cada momento; estoy para servir a la gente. Trato que los golfistas lo pasen bien y puedan resolver sus problemas dentro de la cancha.
LA TECNOLOGIA.- El avance de la tecnología en el golf es bueno, el problema es que la tecnología es cara. Al ser así, no está a disposición de todos y termina generando diferencias.
PEGARLE FUERTE.- Están terminando con las cosas lindas que tenía el golf. Ahora lo único importante es pegarle fuerte a la pelota y nada más.
UN DIA FELIZ.- Uno de los días más felices de mi vida fue cuando Vicente Fernández ganó el Abierto del Norte de 1967. Ese mismo día Roberto de Vicenzo triunfó en el Abierto Británico. No lo podíamos creer.
NO QUISO IRSE.- Muchas veces me llamaron de Buenos Aires para que vuelva a trabajar allá, pero siempre pedía mucho dinero para que no me lleven. Nunca me iría; mi familia es feliz aquí y no dejaríamos Tucumán por nada en el mundo.
TIEMPO LIBRE.- No veo TV, pero me gusta leer. Los lunes, el único día que no trabajo, salgo a tomar un café con amigos. No soy de salir de noche.
TRASNOCHE.- Una vez hice 80 golpes en la primera vuelta del Abierto de Ituzaingó, que contaba con la presencia de figuras internacionales. Tal era mi enojo, que me fui, después de terminar, a tomar algo al bar de unos amigos. Esa noche no dormí y me presenté para jugar a las 8.30 de la mañana. Hice 67 golpes en medio de la resaca de la noche anterior. El golf tiene esas cosas que son difíciles de explicar.
EL MEJOR.- Jack Nicklaus fue el mejor de todos. Lo veías parado y ya te dabas cuenta de cómo le iba a pegar a la pelota.
COMIENZOS.- Al principio eran pocos los golfistas en el Jockey. No había más de 50 jugadores con handicap. Hoy, son más de 500 los competidores.
TORMENTAS.- Las tormentas de verano inundaron en muchas oportunidades la zona de La Rinconada. Varias veces tuve que cruzar por caminos, convertidos en verdaderos ríos, con el agua hasta la cintura para llegar en horario a mi trabajo.
LA MEJOR.- María Eugenia Cossio de Terán es la número uno del golf tucumano. Hubiera sido una muy buena profesional a nivel mundial, pero prefirió formar una familia y tener hijos. Lo mismo pasó con Augusto Bruchmann y Jaime Nougués (h). Creo que son opciones de vida y las respeto.(Golfísticas)

El profesor de todos
Tenía 11 años cuando mi padre me llevó con Jorge Ramón para tomar mis primeras lecciones de golf.
Como lo hizo con muchos golfistas, Jorge me introdujo en las maravillas de este deporte. Con su paciencia y dedicación, encendió dentro de mí la pasión que tengo por este juego y que trato de volcar tanto dentro como fuera de un campo de golf.
La mayoría de los golfistas tucumanos le debemos mucho a él, que con gran empeño está formando desde hace décadas a la mayoría de los aficionados locales. Varios de ellos fueron y son grandes campeones. Algunos todavía están en camino de serlo. Otros, simplemente tratamos de aplicar sus conceptos para hacer de este deporte algo más ameno y divertido.
Jorge es un profesor incansable, que sólo conoce del trabajo duro y del empeño en la vida. El sabe que la única forma de conseguir las cosas es la constante dedicación.
Cumplió 65 años, pero no aún no piensa ni en jubilarse ni en abandonar el golf. Sería algo imposible en una persona que dio toda su vida por este deporte.
En la actualidad está trabajando en un gran proyecto: la creación de una escuela de golf para aficionados y profesionales de todo el Noroeste. De todas formas, continuará siendo el primer profesional del Jockey Club. Allí seguirá aconsejando y enseñando sobre este deporte que tanto ama. Como lo hizo siempre. (Por Enrique Martínez Luque, director de Golfísticas)

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