La ciencia que la covid-19 ocultó en 2020

La ciencia que la covid-19 ocultó en 2020

Un efecto de la pandemia fue visibilizar lo importante de la producción científica; otro, esconder hallazgos que no tuvieron que ver con ella. Te contamos algunos. Y elegimos tres para que nos los expliquen expertos tucumanos.

La ciencia que la covid-19 ocultó en 2020

Estos días son, tradicionalmente, tiempo de balance, y a la primera mirada -la emotiva- el de este año arroja resultados poco halagüeños, cuando no decididamente pésimos. Pero si lo miramos con “ojos de científicos”, a pesar del contexto de crisis, en 2020 pasaron muchas cosas buenas.

Sin ir más lejos: en apenas un año el mundo tiene vacunas contra el virus que nos tuvo a mal traer. El camino para lograrlo fue lo que Science eligió como el hallazgo científico más importante del año. Según el director de la revista científica, H. Holden Thorp, esta decisión suele requerir largas reuniones y mucho café. “Este año, en cambio, la decisión estaba clara: el avance tenía que involucrar la covid-19, y la confirmación de la alta eficacia de las primeras vacunas la puso en bandeja”, señaló.

Al mismo también se alcanzaron avances que la pandemia silenció. Te damos tres ejemplos... Y tres científicos tucumanos explican por qué son importantes.

Proteínas “de diseño”

El bioquímico David Baker, de la Universidad de Washington, diseñó proteínas nunca vistas en la naturaleza. “Baker desarrolló métodos en ingeniería de proteínas para predecir y diseñar estructuras tridimensionales. Con esas herramientas bioinformáticas pudo diseñar proteínas nuevas partir de modelos naturales existentes -explica a LA GACETA el micriobiólogo Juan Carlos Díaz Ricci, del Instituto Superior de Investigaciones Biológicas (Insibio), dependiente del Conicet y de la UNT-. Con esa base, y como un mecano, se ‘arman’ las nuevas. Y con una batería de métodos para evaluar funciones, se seleccionan las que cumplen condiciones y/o actividad buscada”. “Así, por ejemplo, se puede diseñar una proteína con actividad enzimática capaz de “romper moléculas” de plásticos o productos no biodegradables; o crear anticuerpos sintéticos, que puedan ser utilizados para inactivar sustancias tóxicas o virus. Es un gran hallazgo”, añade.

ADN fetal

Yuk Ming Dennis Lo, de la Universidad China de Hong Kong, descubrió que el ADN del feto está presente en la sangre materna.

“Hasta ahora para conocer la salud del bebé una persona embarazada podía someterse a amniocentesis, una punción para tomar muestras, pero es algo sumamente invasivo. Ese logro parte de un paper de 1996 que mostró que un tumor libera ADN al plasma sanguíneo, lo que dio pie a pensar si un embrión podría hacer lo mismo. El hallazgo detecta ADN embrionario en sangre a las 7 semanas de gestación, lo que permite testeo no invasivo de cromosomopatías y enfermedades monogénicas (como hemofilia o fibrosis quística) con una exactitud del 99%”, explica Federico Bonilla, doctor en Ciencias Biológicas, especializado en embriología clínica y fertilización asistida.

Proteger del Parkinson

Richard J. Youle, de los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU., encontró cómo “limpiar” las neuronas de mitocondrias dañadas y proteger de la enfermedad de Parkinson.

“Las mitocondrias son las partes de las células que generan energía -explica el neurólogo Federico Pelli Noble, especialista en enfermedades neurodegenerativas-, y ya un estudio de 2018 liderado por Glòria Garrabouy, de la Universidad de Barcelona, había establecido que la salud de estos orgánulos celulares influye en el desarrollo de la enfermedad de Parkinson”.

Sucede que las neuronas necesitan mucha energía, y es importante que usen mitocondrias sanas y se deshagan de las dañadas.

“Los resultados del equipo de Youle indican que mutaciones que causan daños en genes llamados PINK1 y Parkin -y pueden dañar el cerebro- están relacionadas con fallas en cómo las neuronas eliminan las mitocondrias cuando su ciclo está acabado”, añade Pelli Noble.

Estos resultados abren las puertas a explorar nuevas ideas de tratamiento para la enfermedad de Parkinson y para otros trastornos relacionados con mitocondrias dañadas.

En la luna hay más agua de la que se pensaba

Son las conclusiones de dos estudios publicados en octubre en la revista Nature Astronomy. El primero cuenta investigaciones del Observatorio Estratosférico de Astronomía Infrarroja de la NASA (SOFIA), que por primera vez detectó agua en la cara iluminada de la Luna. A pesar de que son pequeñas cantidades, el descubrimiento plantea nuevas preguntas sobre cómo se crea el agua y cómo persiste en la dura superficie lunar sin atmósfera. El otro artículo da cuenta de una investigación, dirigida por el Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial, de la Universidad de Colorado Boulder, EE.UU., que revela pequeños parches, como cubeteras de hielo lunar, que llegarían a cubrir 24.000 km2. “Si estamos en lo cierto, el agua será más accesible para beber, para combustible de cohetes... toda el agua que la NASA necesita”, destacó Paul Hayne, profesor asistente en el Laboratorio.

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Hallan otra galaxia en las profundidades de la nuestra

Ya habían hallado restos de galaxias antiguas, pero siempre en el halo exterior de la Vía Láctea; este “fósil cósmico” está en su corazón. “Hubo que observar la composición química detallada y los movimientos de decenas de miles de estrellas. Eso es muy difícil con las del centro, porque están ocultas por nubes de polvo interestelar”, explica Ricardo Schiavon de la Universidad John Moores de Liverpool, uno de los autores del estudio publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society. Descubrieron que de tantas estrellas observadas, unos pocos cientos poseían composición química y velocidades muy diferentes; eran tan bajas en metales en comparación con sus vecinas y se movían tan rápido que los autores concluyeron que debían haberse originado en otra galaxia. La colisión -dicen los astrónomos- parece haber sido un evento muy importante en la historia de nuestra galaxia, de ahí que sea tan especial el nuevo hallazgo.

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