Cómo transitan los adultos mayores las Fiestas

Cómo transitan los adultos mayores las Fiestas

En algunos casos, los festejos ponen en evidencia la soledad de la vejez, la invisibilidad de la tercera edad y la falta de comunicación familiar. Consejos para la inclusión, cambios a raíz del coronavirus y vivencias.

AÑOS ANTERIORES. Los residentes de La Casa disfrutan de música y bailes en vivo (arriba). En la residencia San Fernando la sobremesa con dulces nunca ha faltado (abajo). credito AÑOS ANTERIORES. Los residentes de La Casa disfrutan de música y bailes en vivo (arriba). En la residencia San Fernando la sobremesa con dulces nunca ha faltado (abajo). credito

“Unión” es una de las palabras más fuertes que aparecen relacionadas a las Fiestas. Y a pesar de lo que ocurre durante el resto del año (peleas, ataques de cuchillos verbales o incomprensión), la Navidad abre una especie de tregua familiar. La fecha llama al encuentro, a compartir la mesa dulce con un brindis de buenos deseos. Sin embargo, también puede ser un momento de estrés y de soledad.

Esto ocurre con los adultos mayores, que muchas veces son invisibilizados en los festejos. “Por la diferencia de edad, el ritmo de vida y los temas de conversación, hay adultos mayores que se sienten dejados de lado en los convites, piensan que son una carga o se perciben reducidos a una invitación de mala gana u obligada a cenar y celebrar. Esta brecha se agranda aún más cuando necesitan tratos diferenciales en cuestiones de movilidad, medicación o alimentación”, comenta la gerontóloga Lucila Ibáñez.

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Al respecto, la médica llama la atención sobre lo difícil que resulta a veces mantener conversaciones en la mesa y la violencia verbal no intencionada que aparece.

“La realidad y los temas de interés de los adultos mayores son distintos, por lo que una figura que se repite cuando los vínculos no se trazan desde el amor y la empatía es la crítica. Un ejemplo es atacarlos con frases como ‘siempre hablás de tus enfermedades’ o ‘¿qué podés saber?’ y las instancias en que se habla de tecnología/redes sociales y, en lugar de explicarles los planteamientos, sólo tiramos un ‘no lo entenderías’”, agrega Ibáñez.

Este año, los estragos de la pandemia llevaron también a un péndulo emocional. “Hay cambios vivenciales que la tercera edad aún acaba de asimilar y pesan sobre el balance anímico e interno en general, y con proyección a las fiestas. Para muchos adultos mayores la Navidad era un momento único porque podían juntarse con hijos, nietos o sobrinos que vivían en otras provincias. En cambio ahora (pese a las flexibilizaciones) las posibilidades de contacto son menores. Sea porque ellos son pacientes de riesgo, están en algún hogar que requiere aislamiento o porque deben luchar con el dolor de la pérdida”, enfatiza el geriatra Javier Nieto.

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Para el gerontólogo Luis Presti la cuestión va más allá de una fecha exacta en el calendario y, al contrario, él remarca lo que se oculta detrás de las reflexiones o intentos de integración a los agasajos de Santa.

“No puedo brindar con espumante mientras siento el llanto de familias enteras de adultos mayores que no tienen para comer ni alguien cerca a quien abrazar. A aquellos que se quedaron sin alguien que los ayude o vieron en el geriátrico a un igual que se fue y nunca volvió”, enumera el jubilado de 73 años.

“El adulto mayor se siente solo desde hace mucho tiempo. Mira con desconfianza al que se le acerca, porque sabe que es para una selfie y después vuelve a la realidad. Además, hay quienes se quedaron sin sus hijos por la covid-19 y otros están enfermos, sin una persona que los atienda y con un Estado que los ignora. La Navidad se agota el 25, y el 26 vuelve a ser como todos los días del año: llenos de dificultades económicas y de las propias de la vejez”, reflexiona Presti.

Para practicar

¿Cómo subsanar las barreras o el distanciamiento? El consejo de Ibáñez es darles un nuevo rol activo en las rutinas previas a la celebración. “No nos olvidemos de las tradiciones como armar el árbol, decorar el resto de la casa o quizás colaborar con los más pequeños que deseen hacer manualidades. Lo mismo ocurre con la cocina, sin exigir o dar órdenes podemos llegar a puntos de colaboración en que compartamos recetas antiguas y redescubramos rituales que nos nutran”, sugiere.

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En segundo lugar está practicar la escucha activa. “Es común que por la franjas de edad, el género o la ubicación del asiento se generen subgrupos de conversaciones mientras comemos. Un buen paso es integrar en esas charlas a los adultos mayores, interceder con explicaciones sobre lo que se debate o preguntar su opinión en forma directa”, expresa Nieto.

Experiencias

Pese a estar despidiendo un año signado por desajustes, la esperanza y el espíritu festivo se mantienen por lo alto en algunos hogares para adultos mayores. Este es el caso de la residencia San Fernando en donde las vísperas navideñas también tienen su encanto. Allí y junto a los especialistas en salud y cuidadores, sus 17 residentes suelen convertirse en artesanos de guirnaldas y dibujos decorativos. Además de colaborar en el armado del arbolito.

“Los ánimos de este año no fueron los mismos, pero como equipo nos hemos esforzado para que el amor por la vida y la motivación no desaparezcan. Lo usual era que los familiares llegaran a la institución para compartir entre todos un agasajo con música, cena y mesa dulce”, describe Josefina Pérez, gerente general de la institución.

Esta vez, los planes son distintos y se tuvo que decir adiós a las salidas para pasear o celebrar con Papá Noel. “En respuesta hemos establecido nuevas pautas de vinculación como las videollamadas o se permitió a la gente ver a sus padres o abuelos respetando una distancia de 2 metros y con equipo de protección personal. Además, la fiesta navideña será puertas adentro con el resto de residentes, con los que -poco a poco- ya se consideran una segunda familia”, detalla Pérez.

Sin medias tintas y para evitar los contagios, en la residencia y hogar de día La Casa (con 38 adultos mayores) las visitas están suspendidas. “Por el momento un grupo de enfermeros y de asistentes nos hemos resguardado junto a los residentes durante 10-15 días. Los familiares sólo tienen contacto mediante videollamadas o a través de una cabina con vidrio y micrófono”, narra Verónica Carrizo, miembro del personal desde hace 15 años. Esta modalidad también se aplicará a los saludos navideños.

“Cada año hacemos un video de cierre, invitamos a grupos de folclore o chamamé y armamos una lista de cuantos abuelos pasarán en la institución las fiestas y cuántos se irán. Casi todos se quedan o sus familias son las que aparecen en la residencia porque ellos no desean irse o dejar a sus compañeros. Son fechas bastante emotivas”, acota Carrizo.

Entre los preparativos, una de las mejores partes es jugar al amigo invisible y que así cada residente tenga un regalo en Nochebuena.

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