Ramón Teves imprime sus fotografías en trozos de madera

Ramón Teves imprime sus fotografías en trozos de madera

La pandemia provoca transformaciones en el quehacer artístico. Algunos modifican sus imágenes y otros, los soportes de sus obras. La carpintería y ebanistería generan un proceso de trabajo diferente.

BUSCANDO EL TONO. Los retratos urbanos y de familiares son resignificados a través de las impresiones. BUSCANDO EL TONO. Los retratos urbanos y de familiares son resignificados a través de las impresiones. LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA

El arte contemporáneo tiene esa capacidad de albergar a la pintura como a la fotografía, a la instalación como a la escultura pensar en un discurso, como en sus técnicas. El concepto sí, pero también la ocurrencia y el ingenio; lo lúdico. Y la experimentación puede capturar desde la mirada hasta someter al lienzo o al soporte a distintos ensayos, pruebas. Difícil es escapar del presente que se advierte como pasado diferido. En un modelo rizomático, nadie se queda afuera (nadie podría, al menos).

La fotografía en tiempos de la posfotografía, registra estos procesos de cambios, alejados del documento, el testimonio y, tal vez, hasta parte de la memoria. Nada es como parecía ser.

El coronavirus ha puesto en valor esas transformaciones al darles mayor visibilización. “Lo que nos salva de la pandemia es el proceso creativo”, reflexiona Ramón Teves.

Ha mutado su lenguaje desde la fotografía artística o tradicional hacia un soporte en madera en el que experimenta su obra un vuelco que lo lleva más cerca de la pintura, cuenta.

Atención: no es nada nuevo; hace años lo hizo Graciela Sacco y desde hace tres, Nicola Costantino. Pero la obra no se mantiene igual: modificar el soporte es hacerlo con la propia fotografía, en definitiva. Porque el soporte forma parte de la obra, no es ajeno a ella. El famoso parergon del que hablaban los griegos.

“Que una obra de arte sea un objeto decorativo en el hogar de cualquier persona no tiene precio”, expresa el artista.

Ramón Teves orgulloso muestra estos trabajos en un espacio en El Abasto, y cuenta: “cuando comenzó el aislamiento social obligatorio nos juntamos un grupo de amigos para sobrellevar estos difíciles momentos por los que atraviesa la humanidad toda. Uno de ellos es luthier y al tomar contacto con su materia prima se me ocurrió trabajar mis fotografías en un soporte más perdurable como la madera. Ya había realizado sublimaciones en tela y me pareció un camino interesante para poder mixturar los procesos creativos y llegar a una actividad parecida a la de los artistas plásticos”, le dice a LA GACETA, durante una entrevista.

1.- Para anotar: el color, su tinte, se escapa del original, si acaso lo hubiere. “Pensé en el antiguo trabajo fotográfico y recordé cómo le daban color a las tomas en blanco y negro, cuando no existían las fotos a color. La idea de evolución personal, de mutación para alcanzar la aproximación a un lenguaje más plástico me sedujo”.

2.- El fotógrafo buscó que la madera se transformara en un lienzo. Donde el punto de impresión genere una absorción que no esté alejada de la perspectiva artística.

Decididamente pocos son los que se sorprenderán en someter el arte a un proceso industrial. “Imprimir en madera requiere de un proceso industrial que se hace en una imprenta, no resultó fácil encontrarle el punto, el tono y deconstruir el proceso. En algunos de los trabajos tuve que hacer hasta tres intentos para quedar conforme”, explica.

- Todo un proceso...

- Sí, luego vino un trabajo al que no estaba acostumbrado pero que me hace sentir más protagonista de la obra. Se trata del acabado final, en donde el barniz levanta el tono, y la labor de carpintería y de ebanistería que le garantiza la conservación y durabilidad a la obra. Para que la foto pueda ser considerada antigua, la creación tiene que superar los 80 años. Espero lograrlo.

- Me decías que es otro trabajo.

- Hay revalorización de todo lo anterior, siento que tengo una mayor intervención en la creación del objeto artístico. No es lo mismo retocar o trabajar en una foto en la computadora que echar mano a herramientas propias de la carpintería o de la pintura, en donde el protagonismo es otro. También la elección de los materiales tiene una valoración distinta y superadora. Voy a los aserraderos y rescato madera destinada a transformarse en carbón. Convertir ese trozo inservible para muchos en una obra de arte me hace sentir que soy parte de una cruzada que busca el fin de la depredación humana, aunque ello parezca utópico. Justamente son las utopías las que ponen a funcionar los sueños y deseos de las personas.

- Y en cuanto a las imágenes, tu mirada pop persiste.

- Sobre los trabajos que han pasado por este nuevo soporte artístico, está la serie de retratos afroamericanos, de mi madre, de mi hijo, y también lo paisajístico en árboles que le dan propia característica a la ciudad, como los lapachos amarillos, blancos y rosados. Lo urbanístico atraviesa mi obra, pero también la resignificación de fotos que tienen relación con una subjetividad más íntima, como el retrato de mi vieja en una madera con una falla de origen del material que coincide con su rostro o mi hijo disfrazado de Batman. Mi subjetividad le da otro significado, lo que enriquece el soporte con ese tono autobiográfico e idiosincrático que le doy a mi obra. Entonces, desde donde estoy creando como sujeto de la sociedad, pivoteo hacia atrás con mi vieja y hacia adelante con mi hijo. Cuando la obra conmueve a otros, que no tienen nada que ver con mi historia personal, la creación ha dejado de pertenecerme y puede llegar a tener infinitas interpretaciones. El arte no es un proceso cerrado. Me conmueve conformar una obra conjugando la búsqueda de mis raíces, las costumbres y mandatos sociales, y mi punto de vista u opinión sobre la sociedad.

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