Squirt: las mujeres sienten “otras cosas” además de orgasmos

Squirt: las mujeres sienten “otras cosas” además de orgasmos

La falta de educación sexual y los mandatos sociales dificultan la autoexploración corporal. ¿Qué es la eyaculación femenina?

RECONOCER. Hay especialistas en sexualidad y científicos que resaltan la diferencia entre experimentar un orgasmo, eyacular y hacer squirting. RECONOCER. Hay especialistas en sexualidad y científicos que resaltan la diferencia entre experimentar un orgasmo, eyacular y hacer squirting.

Entre las miles de imágenes shungas (género de estampas japonesas centrado en representar la sexualidad) que aún se conservan y reproducen en internet, existe un grabado bastante curioso. En él, una mujer desnuda contrae los labios mientras flota sobre grandes olas. A medida que el agua choca en el futón, otra dama intenta socorrerla usando toallas.

La escena (de 1799) es dramática, pero refleja para algunos una revelación: las mujeres también eyaculan.

“Los mandatos sociales y los tabúes han imperado desde siempre en el cuerpo femenino. Por eso, hay muchísimas chicas que se sorprenden al oír esto. La eyaculación femenina -al igual que con los hombres- ocurre tras la fase de excitación”, comenta la sexóloga Irina Sisterna.

En la mayoría de las oportunidades, el líquido pasa desapercibido dada la mezcla de fluidos y la lubricación natural. También puede quedar en el canal vaginal sin salir al exterior. En promedio, el volumen de la “descarga” va desde lo imperceptible a los 15 centímetros cúbicos.

“Las responsables de liberar esta sustancia blanquecina y espesa son las glándulas de Skene (algo así como las primas hermanas de la próstata). Se ubican a ambos lados de la uretra (conducto para orinar) y -ante determinadas fricciones- desencadenan la eyaculación”, agrega Sisterna.

Con un largo camino de investigaciones por recorrer (existe poco consenso científico sobre el tema) algunos especialistas prefieren llamar al acto “eyección vulvar” para evitar comparaciones de género o confusiones.

Sobretodo al relacionarlo con otro término que se popularizó gracias a la pornografía. ¿Escuchaste hablar del squirting?

En su traducción literal del inglés, la palabra squirt significa “chorro” y representa otro de los grandes estereotipos de la industria de videos para adultos.

“De forma cómica, este proceso fisiológico es similar a abrir de repente una canilla o manguera a presión. Se trata de un proceso fisiológico en el cual la uretra expulsa un líquido transparente y casi inodoro”, detalla la sexóloga María Aguirre.

La prueba es que sentís las sábanas o la ropa interior mojada (aunque sin manchas). “Todas las personas con vulva pueden alcanzar el squirt. El tema es que, a diferencia de otras respuestas, hay que ejercitarnos para dar con las teclas correctas. Lo central es estimular nuestro punto G”, describe.

A diferencia de la canción de Karol G, las coordenadas para alcanzar este sector erógeno y tener alegres resultados varía según el cuerpo. “Para intentarlo, tenemos que estar muy excitadas y concentradas en cada pequeño movimiento que hacemos. Sumado a aplicar los masajes en el lugar exacto y de manera rítmica. El squirt no se consigue de un día para el otro, al contrario, lleva su técnica”, especifica Sisterna.

Quienes prefieran evitar el trabajo “manual” pueden recurrir también a los sex toys. La profesional sugiere succionadores clitoriales o dildos con la punta curva, cortos y de diferentes potencias vibratorias.

Ganas vs. ganas

Llegó el momento de la autoevaluación. En un flashback siniestro de ex parejas, amantes y toqueteos consumados vale reflexionar sobre nuestro lenguaje físico durante los encuentros sexuales. “¿Qué fue lo que sentí aquella vez?”.

“Debe quedar claro que la eyaculación, el squirting y el clímax son independientes entre sí. Hay chicas que eyaculan cada vez que son penetradas y nunca lograron alcanzar un orgasmo, o viceversa. No hay un punto de llegada mejor que el otro ni se potencian al fusionarse, sólo son sensaciones diferentes”, enfatiza Aguirre.

Junto a esta necesidad de exploración íntima y descubrimiento personal, un temor frecuente es experimentar ganas de “hacer pis” mientras tenemos sexo. Lo cual nos lleva a perder la concentración, ponernos rígidas y desconectarnos del goce.

“La vergüenza aparece porque malinterpretamos el squirt como la liberación accidental de orina. Aparece el deseo de ir al baño y nos aguantamos para evitar pasar papelones cuando tendría que ser al revés y abrirnos a la experiencia”, contrasta Sisterna.

Cabe aclarar: el fluido contiene líquido prostático (PSA) y urea diluida en mínimas proporciones, pero hasta ese detalle llega el mito.

De presenciar lo contrario, quizás suframos problemas de incontinencia urinaria o un debilitamiento del suelo pélvico (motivo que deriva en la consulta médica y/o fisioterapia).

“Para evitar dudas y estados de ansiedad mi consejo es tan simple como descargar la vejiga antes de mantener relaciones. Vencer el miedo es el primer paso para ganar experiencia y dominar la respuesta del squirting. Lo demás es entender que nuestra mente es el activo sexual más potente que poseemos y lo que pasa ahí se reflejará en la cama”, afirma la sex coach.

Punto G y P:  ¿dónde están?

Al hablar de placer femenino, el punto G es un término bastante frecuente. La zona erógena se ubica a unos tres o cinco centímetros de la entrada vaginal y mantiene una estrecha relación con las terminaciones nerviosas del clítoris. Para detectar nuestro punto G hay tres claves: la primera es que su textura es más rugosa que la del resto de la pared vaginal. 

Además, al frotar dicha sección suelen venirnos unas inconfundibles ganas de orinar. Por último, al excitarnos la zona se hincha y endurece por el flujo de sangre. El comparativo para los hombres es el punto P. Está localizado en la próstata (unida a la uretra y la vejiga) y a unos cinco o siete centímetros desde la entrada del ano. Tocar esta zona permite retrasar la eyaculación, mantener la erección y habilita orgasmos más intensos.

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