

Si bien en un comienzo Tucumán pensó en la “pirotecnia cero”, se avanzó en la limitación y no en la prohibición total. Se llegó a esta decisión gracias a un consenso con distintos actores de la comunidad: comerciantes, representantes de fundaciones y ONG.
“Las prohibiciones no son el camino porque la gente los usa igual, con el riesgo de hacer proliferar el mercado clandestino cuyos productos sí son peligrosos”, explicó José Ascárate.
En los últimos 10 años, municipios de todo el país sancionaron ordenanzas sobre pirotecnia. En nuestra provincia, Yerba Buena, Monteros, Tafí Viejo, Famaillá y San Miguel de Tucumán promulgaron normas para prohibir la comercialización y el uso de pirotecnia sonora. En Monteros se aprobó la ordenanza “Pirotecnia 0”.
En San Miguel de Tucumán, no pueden venderse ni usarse cohetes cuyo estallido supere los 70 decibeles (el equivalente a lo que se consideran ruidos molestos en áreas levemente ruidosas).







