Buscadores y restauradores de libros: tendencias que hacen frente a lo digital

Buscadores y restauradores de libros: tendencias que hacen frente a lo digital

El deseo de atesorar novelas y archivos importantes en formato papel sigue vigente. Te compartimos tres propuestas que intentan resaltar la experiencia de lectura y rescatar su valor simbólico o histórico.

 ENCANTO. La encuadernación hecha a mano brinda una estética única a los libros. FOTOS DE ANTONIO FERRONI ENCANTO. La encuadernación hecha a mano brinda una estética única a los libros. FOTOS DE ANTONIO FERRONI

Hagamos un ejercicio. Observá con detenimiento la habitación en la que estás. ¿Hay algún libro a la vista? Bienaventurados quienes contesten que sí.

Desde hace años (y dejaremos adrede el relativismo temporal) el soporte papel y “lo digital” han librado una puja admirable. Por sus elevados precios, los libros físicos han perdido algunas batallas, pero no la guerra. Al contrario, hay propuestas que circulan a contracorriente y dotan a la literatura de nuevos sentires.

Rosario Cortés tiene la convicción de que la literatura debería estar al alcance de todos, y este concepto fue el que la llevó a crear “La dama encubierta”, un proyecto dedicado a la búsqueda e impresión personalizada de libros.

“Empezamos con el emprendimiento hace dos años, cuando mi pareja me regaló un libro que no encontraba desde hacía bastante en las librerías. La obra estaba encuadernada por él y tenía la tapa y la contratapa hecha con papel texturado. Nunca había visto una edición parecida. Al día siguiente, lo llevé a la facultad y todos mis compañeros desearon libros iguales, entonces arrancamos vendiéndolos al costo”, comenta.

De a poco, esta idea entintada logró mediar  entre los lectores y sus rituales de lectura con un distintivo extra. Cada uno puede diseñar las portadas y la estética general de los tomos que le gusta, e incorporar entre sus hojas dedicatorias o frases (el fanatismo es la última frontera). Además, está la opción de agrandar el tamaño de los textos y elegir la tipografía (un punto a favor en caso de tener problemas de visión).

Lo central es que la “democratización” de la lectura (en formato físico) pasa por un alivio al bolsillo. ¿El motivo? Acá el precio de las novelas (libres de derechos de autor por su antigüedad o de circulación gratuita) se define según la cantidad de páginas a imprimir y no por el renombre del autor, las campañas publicitarias o un sticker de best seller.

Sin embargo, la verdadera magia ocurre cuando Rosario emula a Sherlock Holmes y nos permite reencontrarnos con libros perdidos (sea en la memoria, la biblioteca o el corazón). El cuento clásico que nos leyeron de niños, el poemario que desapareció -para jamás volver- de nuestra repisa, aquel título indescifrable por el cual lloramos infinitas veces... Con ágiles tecleos, “La dama encubierta” es capaz de localizar ediciones antiguas o sin reimpresión de nuestros mayores anhelos literarios.

“Los más difíciles de conseguir son aquellos escritos en lenguas extranjeras (como el alemán o el francés). Y los pedidos más extraños van referidos a la magia negra, la hechicería o el esoterismo. También hay solicitudes muy específicas de estudiantes. Este es el caso de los manuales de medicina, ya que el contenido varía de edición a edición”, agrega.

Arte y oficio

Con bitácoras de viajes y agendas llenas de washi tape y collages, la alternativa de aprender sobre encuadernación se volvió una tendencia curiosa.

En sus inicios, Juan Eduardo Aguirre (conocido como Galo) decidió arrancar con esta técnica para confeccionarle a sus sobrinas álbumes de fotos. Aunque -luego- el atractivo del oficio artesanal lo llevó a cursar “Técnicas de la encuadernación” en la Facultad de Artes (en aquella época tecnicatura; ahora, un curso de extensión universitaria) y dedicarse a la conservación de libros y documentos.

El artista afirma que las consultas para preservar obras y archivos del pasado son una moneda corriente. “Cuando hago ferias suelen preguntarme sobre el tema. Noto mucho deseo por conservar el libro de cocina de la abuela, el álbum de fotos del casamiento de los padres o algunos libros que pertenecieron a alguien importante de la familia. A veces, el problema es económico porque son trabajos relativamente caros. Los materiales necesarios los traigo desde Buenos Aires y, en ocasiones, tienen faltantes”, explica.

Con una delicadeza absoluta y extremos cuidados, Galo es capaz de dotar de vida portadas maltrechas por la humedad y la tiranía del descuido. Para conseguirlo, en su “botiquín” nunca faltan los cartones y adhesivos libres de ácidos o de pH neutro y el “papel Japón” (hecho con fibras naturales de tres plantas tradicionales del país del Sol Naciente).

PASOS DE UN TRABAJO ARTESANAL. Juan Eduardo Aguirre recupera libros y documentos irreemplazables de la historia escrita tucumana, atesorados por personas e instituciones, en una tarea donde el detalle lo es todo. PASOS DE UN TRABAJO ARTESANAL. Juan Eduardo Aguirre recupera libros y documentos irreemplazables de la historia escrita tucumana, atesorados por personas e instituciones, en una tarea donde el detalle lo es todo.

“Una vez me tocó reparar el 'Libro de visitantes ilustres' de la Casa Histórica y varias obras de su biblioteca. También restauré unos periódicos de 1974 (que pertenecían a la colección del intendente Germán Alfaro) e hice intervenciones en el Museo Judío Sefaradí de Tucumán”, detalla el especialista, quien dictó talleres para el Centro de Documentación e Información Educativa (Cendie). Por igual, en su lista de pedidos figura un álbum del centenario de nuestra independencia y cuadernos a medida para escritores.

Con una reinvención personal  (como la de muchos) marcada por la pandemia, Jésica Gugliotta logró que la literatura no solo se cuele en el alma, sino que también pase a través de nuestra nariz.

Ella es bookstagrammer y desde hace algunos meses tiene una tienda literaria on line. En su perfil (@miss.bookshop) abundan los marcapáginas de “El Principito” y “Alicia en el país de las maravillas” y planners con temáticas de sagas juveniles. ¿El agregado? Las velas artesanales con fragancias que retratan la esencia argumental de varios libros.

“Siempre me gustaron las velas y me pareció un producto hermoso para sumar a la experiencia de lectura. Los aromas están inspirados en lugares u objetos que son parte del libro y hay veces en que le consulto a otros lectores para dar con el olor perfecto”, relata la diseñadora de piñatas y centros de mesa.

Así, una vez que destapamos el empaque metálico podemos viajar hasta Escocia para vivir un romance como el de “Outlander” (con notas de madera y vainilla). O disfrutar de la fantasía entre “Hombres lobos, vampiros y limón”. En cambio, las tardes de té en el “País de las maravillas” nos conducen a jardines con rosas (y esperemos que no haya ninguna Reina de corazones).

Sea con las impresiones especiales, “curitas” para lo vetusto o con agregados sensoriales, el único límite para el universo de los libros es la realidad y el poder de elección del lector.

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