Hijos adoptivos se sienten sobrevivientes de la ley del aborto

Hijos adoptivos se sienten sobrevivientes de la ley del aborto

LOS DEJARON NACER. Agradecen a sus madres biológica por su decisión. LOS DEJARON NACER. Agradecen a sus madres biológica por su decisión. LA GACETA / JOSÉ NUNO

El año pasado Jimena García Ovejero sintió la necesidad de saber quién era su madre biológica. “La busqué porque necesitaba agradecerle el hecho de que me haya dado la vida, y contarle también que tengo una familia extraordinaria, no sólo por mis padres, sino además por mis primos, tíos y abuelos. Al escucharme por teléfono ella se emocionó mucho y me confesó que sintió un gran alivio al saber que soy tan feliz”, cuenta la joven abogada y mamá de Agustín

“Adoptados, no abortados” dice el sencillo cartel que porta Julia Páez de la Torre, junto a su bebé Helenita. Ella y un grupo de personas de distintas edades y profesiones se acercaron a nuestro diario para testimoniar con sus vidas que son “sobrevivientes del aborto”. “Si esta ley se hubiera aprobado con anterioridad ninguno de nosotros podría haber nacido. Como tampoco hubieran nacido nuestros hijos”, razonan Viviana Matar, Sergio Guette, Paula Páez, Silvita Peña Critto, Elisea Saguir, Juan Manuel Ruiz, Silvina Basa, Susana Janín, Elvirita Niklison y el adolescente Jesús Figueroa. Fernanda Fonzo y su hija adoptiva Rosarito, con Síndrome de Down, también se acercaron para dar su testimonio en favor de la vida.

“Nos sentimos sobrevivientes de la masacre que puede llegar a ser esta ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo si se aprueba porque permitirá matar a muchísimos seres humanos en gestación”, dicen. “Como una alternativa al aborto planteamos la posibilidad de la adopción, que es otra manera de formar una familia y que permite dar un hogar a niños que no lo tienen. A nosotros la adopción nos ha permitido nacer y ser felices”, dicen.

Paula es la sexta hija de 10 hermanos de una familia muy pobre. Su mamá biológica tuvo complicaciones en el embarazo y su hija nació sietemesina y con una parálisis cerebral que le ocasionó una discapacidad motriz. “Mi madre no iba a poder afrontar los cuidados y por eso, valientemente, decidió darme en adopción. Gracias a este acto de amor tan grande pude conocer a mis maravillosos padres adoptivos que me abrieron su corazón. Estoy viva. Tengo 28 años, dos títulos universitarios y fundé un medio de comunicación, una organización llamada Tucumán Pro Vida y un hogar transitorio para mujeres con embarazos vulnerables”.

Elvirita no conoce a su madre biológica, pero le da gracias por haberle dado la vida. “Me permitió crecer y no pensó en la salida más fácil. Si no hubiera sido por esa decisión hoy no estaría aquí”, dice emocionada.

Silvita es mamá de dos hijas. “Mis papás adoptivos son mis héroes, me criaron con los mejores valores. Por eso a los 18 años, aunque con un miedo tremendo, decidí tener a mi hija. Postergué proyectos y anhelos por amor a ella. Pasaron los años y nuevamente la vida me enfrentó a una nueva decisión. Y otra vez dije sí. No me arrepiento. Los problemas se superaron y yo estoy feliz con mis dos hijas”.

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