Cartas de lectores
Ingenio Bella Vista Ingenio Bella Vista

- Ingenio Bella Vista

Se cumplen 55 años de nuestra forzosa salida del ingenio Bella Vista, por el ahogo financiero del Gobierno nacional y la entendible pero durísima presión sindical que se aplicó a la familia, lo cual solamente terminó favoreciendo al monopolio y cierre de ingenios al año siguiente. Una sola anécdota pinta lo que sobrevino. Un día mi padre fue a visitar a un ex obrero del ingenio, el cual sentado por su discapacidad, pidió que los dejaran solos. De pronto comenzó a llorar y le dijo: Agustín, no puedo soportar saber que mis hijas se están prostituyendo para sobrevivir en Buenos Aires. Papá solamente atinó a abrazar su cabeza para consolarlo, mientras sentía empezar a caer sus lágrimas también mientras miraba fijo la pared. Eso es lo que me decía, más lo había golpeado de tantas amargas anécdotas que escuchó y vivió desde ese fatídico 27 de noviembre de 1965. Es la primera vez que cuento esta anécdota, tal vez mostrando con un triste ejemplo, lo que fue ese silencioso genocidio que vivió Tucumán.

Manuel García Fernández


- Gracias Diego

Todas las alegrías y felicidades viajaron al cielo. Tu cuerpo quedó aquí pero tu espíritu y alma fueron adonde la casa de Cristo Rey. Allí estarás cabeceando el sol, gambeteando las estrellas y dando más luz a la Luna. Cuando llueve no es agua, son lágrimas que caen porque los ruiseñores lloran de alegría al ver los goles del Diego. Cuando los truenos y los relámpagos nos aparecen en el cielo, ¡Que felicidad! Son los bombos maradonianos del mundo que suenan al ritmo de las figuras futboleras del 10. Y cuando graniza en cualquier lugar del mundo, son millones de papelitos que los ángeles tiran por las fantasías que genera nuestro ídolo. Fuiste genio, conductor y líder; te darás el gusto y el sueño de ponerles a todos los hinchas celestiales un único color de camiseta, los colores del cielo, los colores de la casaca argentina, la celeste y blanca. Hoy abrazarás al “Barba”, a quien después de cada ¡Goool! mirabas para arriba y lo venerabas persignándote. Me emocionas aun sabiendo que ya no te veré. Te abrazo al aire, compañero Diego, porque me enseñaste que desde la pobreza y la humildad, y con fe y  esperanza, se pueden construir castillos de amor y gratitud. Te despedimos con la retina llena de lágrimas por tanta entrega de felicidad y orgullo nacional que nos enseñaste. Chau maestro, líder, genio, dios y 10 insustituible. Chau, Diego.

Osvaldo Javier Acosta


- Maradona

Con lo delicada que es una operación en la cabeza, muchos en silencio pensábamos ¿Qué pasará si el Diego se muere? Lamentablemente hoy el mundo habla de su fallecimiento, porque nuestro héroe nacional trascendió las fronteras. Con un balón en su mágica zurda dio cátedra en los mayores escenarios; enarboló nuestra celeste y blanca en todos los mástiles del mundo. Nápoles de Italia lo adoptó como su hijo, llevó las banderas de su club a grandes conquistas. Creo que más de mil veces vi y lo sigo viendo con la misma emoción a ese histórico gol que les marcó a los ingleses, donde nuestro vengador nacional desparramaba por el suelo a la Margaret Thatcher, al comandante del Conqueror y a cada uno de los gurkas mercenarios que mataron a nuestros hermanos de 18 años, en la injusta y desigual invasión a nuestras Islas Malvinas. Gracias, Diego, por esa honrosa alegría y por tener una camiseta de la Selección Nacional de tela elástica en la que con orgullo cabíamos los 40 millones de argentinos, que hoy te lloramos. Pero no olvidaremos tus logros y hazañas. Hermano Maradona, en mi mente quedan tus palabras y tu claro pensamiento: “quiero ser ejemplo y modelo deportivo, en lo personal, que cada uno lo saque de su hogar”. Diego Armando Maradona, último héroe nacional argentino, gracias. Descansa en paz, campeón, el ejemplo, los límites y las metas ya los marcaste. Sos el más grande entre los grandes, con una pelota escribiste una historia inigualable.

Francisco Amable Díaz

Pedro G. Sal 1.180 - B° 20 de Junio -San Miguel de Tucumán


- En su ley

Maradona murió como vivió. En su ley. La muerte no cambia en mí el concepto que de él tengo. Fue padre abandónico, marido infiel, portador de una ignorante soberbia que lo hizo creer que tener dos piernas habilidosas le alcanzaban para dominar el mundo. Un hombre que dijo escupir a su propio hijo no merece mi respeto. Los argentinos orgullosos por un gol hecho con la mano fuera de la ley. La muerte no modifica el pasado de las personas. Que descanse en paz como cualquier mortal y que brille para él la luz que no tiene fin. Hubiese querido tres días de luto por tanto personal de la salud caído en el frente de batalla.Tal vez habría que empezar a ofrecer a nuestros hijos más Favaloros y menos Maradonas.

Norma Nelegatti

Lincoln 791 - San Miguel de Tucumán


- Diego

Todo por lo que unos te aman y lloran, hace que otros te odien y celebren tu muerte. Te amamos y te odian porque nunca perdiste la rebeldía defensiva que tienen aquellos a quienes -la vida- los obliga a ir siempre adelante; a ser ofensivos (en cualquier cancha y ante cualquier público), porque el plato de comida nunca está garantizado. Te amamos y te odian porque nunca intentaste ser ejemplo de nadie y porque siempre supiste elegir en forma contundente, quiénes eran -para vos- los ejemplos a seguir. Y vaya que lo hiciste: El Che, Fidel, Chávez, Néstor, Rafael, Evo y Cristina; mientras otros lloraban de emoción por recibir a Trump e invitaban a enamorarse de Cristine Lagarde y de su ahora buenito FMI. Te amamos y te odian, porque al ver el oro y la ostentación del Vaticano, dejaste de creer en la “corporación”, aunque tu relación con el “Barba”, no cambió jamás. Otros, en cambio, nunca aprenderán ni siquiera a hacer la señal de la cruz, porque nunca fueron madero, sino el clavo que perfora cuerpos; o luego el sable; o luego las balas. Te amamos y te odian porque te gustaban las mujeres, la noche, el alcohol y las drogas, y te gustaba hacerlo sin caretas. Otros, en cambio, hacen exactamente lo mismo, pero escondidos en lujosas cuevas, donde incluso se puede encontrar hasta una tercera nueva esposa (mucho más joven que uno) y hasta con emprendimientos propios, listas para esclavizar mano de obra textil. Te amamos y te odian porque a un cartonero en la calle lo saludabas con un “hola, jefe”, mientras que a un ricachón malcriado lo tratabas de “cartonero”, demostrando -una vez más- que el valor de una palabra está en el emisor y en el receptor de la misma, cambiando su dimensión y su objetivo. Te amamos y te odian porque -aún en tu balbuceante forma de hablar, debido a tu vida y a tu medicación- nunca dejaste de decir tus verdades y tus pareceres, pero siempre siendo sincero y sin filtro, sin intentar convencer ni engañar a nadie. Otros, egresados de privados colegios y universidades, hasta leyendo, mienten, engañan y balbucean, con unos diabólicos ojitos de cielo que enamoran a su hipócrita feligresía, la misma que hoy se burla de tu muerte. A diferencia de las cosas materiales, cuya esencia y cuyo fin se conocen antes de ser construidas, con el ser humano sucede todo lo contrario: su esencia, se conoce al final del camino, cuando se muere; cuando llega el momento del veredicto de la historia. En ese sentido, eterno D10S terrenal, te decimos que vueles tranquilo: porque los que tenían que llorarte lo están haciendo y los que tenían que escupir su odio, también, lo que habla de que - con todos tus defectos y virtudes- siempre caminaste por la vereda correcta: la del Pueblo. ¡Hasta la Victoria, siempre, Diego!

Javier Ernesto Guardia Bosñak


- Estamos todos locos

Se dice que todos poseemos un haz de luz positiva  que se proyecta, invisible, ya que se trata de energía que nos circunda, tal como lo muestran en dorado  las imágenes sagradas. Jesús, en su rol de humano, la poseyó  en grado supremo para cumplir su rol de conquistador de almas. Esta energía emana de una fuerza natural y puede ser o positiva o negativa. ¡Ay de quienes tienen esta última, porque les acarrea rechazos, desprecio, nulidades! Todo lo contrario para el del aura  positiva. La historia está llena de ejemplos  de seres espantosamente despreciados y otros sublimemente amados, dependiendo del nivel de empatía emanada. A esto le llamamos “personalidad”. Son los grandes triunfadores, que no necesitan  exhibir  méritos. Sólo “caen bien” en el momento y lugar propicio, para elevarse  sobre el resto de los mortales. Maradona es un buen ejemplo de este don, ya que con la sola ayuda de una pelota de fútbol se convirtió en ídolo de multitudes y especialmente del pueblo argentino. Tanto amor por su figura  trastocó, llegado el caso de su súbita muerte, el normal razonamiento general, hasta  un nivel  rayano en locura, como lo muestra la reacción de los millones de seguidores que por lamentar su muerte se olvidaron de la pandemia virósica, gastaron dinero que no tienen, abandonaron su trabajo, se hicieron golpear con la policía, pusieron en riesgo su integridad física y su salud, incluida la de sus familias, para rendir homenaje a quien en algún momento en el pasado los hizo llorar de alegría. “Estamos todos locos”, me dijo un amigo, comentando esta situación. No pude menos que estar de acuerdo.

Darío Albornoz


- Coherencia

“La ley es como una tela de araña, la rompe el bicho grande y el chico queda atrapado”, dice Martín Fierro. Nada más parecido a la realidad argentina. Hace unos días, el papá de una niña de Santiago del Estero, regresando a su casa, ingresaba a su provincia con su hija en brazos, con cáncer, caminando, ya que la Policía de su provincia le negaba el ingreso en automóvil ante la falta de permisos, luego de hacerse las curaciones pertinentes en Tucumán. Una semana después, una multitud de gente, sin respetar el distanciamiento social, invadió la Casa Rosada para despedir a Maradona, incumpliendo todas las normas del protocolo regidas por esta pandemia. No espero nada de este Gobierno ineficiente, porque conozco su incapacidad de gestión, planificación y ejecución de proyectos; pero, pregunto: ¿es mucho pedir coherencia y sentido común? Dos grandes ausentes. Tengan respeto, al menos, por la gente que murió en la más triste soledad, en esta interminable cuarentena.

Cristián Frías Silva

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