Un western patagónico

Un western patagónico

Historia en la que el desierto es testigo y protagonista.

EL RESCATE. La novela se apropia de la lucha perdida de los indios del XIX. EL RESCATE. La novela se apropia de la lucha perdida de los indios del XIX.
29 Noviembre 2020

NOVELA

EL PAÍS DEL DIABLO

PERLA SUEZ

(Edhasa – Buenos Aires)

Si bien la novela trafica con diferentes perfiles de personajes, hay una heroína que inunda las páginas, una que tiene un costado mítico, ligado a las tradiciones indígenas. Si los clásicos héroes del western corren, golpean, sudan, en El país del diablo, Lum, la mestiza de la novela, se ocupa de todo esto, casi como un personaje de Quentin Tarantino. En este sentido, se podría decir que la novela tiene un potente componente cinematográfico que refuerza la idea de relato épico. Las conciencias se despliegan pero también el narrador describe acciones que estructuran la novela y que definen el perfil de los personajes. El país del diablo es una especie de película épica que desborda los códigos del género para pensar la condición humana. A su vez, usa las estrategias narrativas del audiovisual para reponer los códigos de la novela decimonónica.

Un personaje fascinante es el fotógrafo Deus. El fotógrafo tiene el lugar del novelista. Observa, describe, reconstruye una realidad que ya es pasado. Y deja estampada su mirada y su voz visual en una trama sinuosa. Deus --el ojo de Deus-- es un fatal novelista. Deus es una especie de extraño alter ego de la figura del novelista.

El desierto no es mera compañía: es testigo y protagonista, y despliega su fuerza en los cuerpos, en las conciencias, en la respiración, en las aventuras. El desierto es el diablo, parece decir Deus, es el país del diablo. Por momentos, pareciera que los personajes se pierden en la espesura y en el hondo fragor del desierto. La guerra no los cambia. El desierto los enloquece.

“No hay gloria, Deus, ir a la guerra es peor que cuidar a los chanchos”, dice el teniente y emergen algunas preguntas: ¿los blancos luchan contra sí mismos o contra los indios? ¿Quiénes son los salvajes? ¿Qué es la gloria?

En otras novelas, Perla Suez ha trabajado con lo que Leonor Arfuch llama el espacio autobiográfico. En este libro, decide situar la trama en el siglo XIX. Eso le permite, creo, tomar cierta distancia de lo personal. Desde ese gran angular, inserta el foco intimista y logra rearmar una mirada subjetiva de la guerra, la falsa gloria y el heroísmo.

El país del diablo expone una serie de referencias textuales. Sospecho que tiene como música de fondo algunas texturas que potencian el libro. Pienso, por ejemplo, en los cuentos de soldados de Ambroise Bierce y en la puesta en escena de indios y blancos que narra el inigualable Lucio V. Mansilla. El país del diablo se apropia de la lucha perdida de los indios del XIX y toma ese fracaso como una zona para pensar la traición, el sufrimiento y las falsas dicotomías.

© LA GACETA

Fabián Soberón

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