Contactos previos
22 Noviembre 2020

Por Inés Páez de la Torre.-

En la era de los primates, la importantísima y por lo mismo mal llamada etapa de los “juegos previos” a la relación sexual, casi no existía. Obviamente nuestros antepasados en la evolución iban directo a los bifes: no tenían tiempo para dedicarle a la seducción ni a dilatar la cópula por mero placer.

La “previa” comienza con cualquier tipo de contacto y presenta muchísimas variaciones -más si incluimos la herramienta de las comunicaciones virtuales, que pueden ir caldeando el ambiente-, pero fatalmente lo “presencial” será necesario si la idea es avanzar hacia el encuentro de los cuerpos.

Una salida a tomar algo, a comer, a dar un paseo… la versión que se quiera de una “cita” es uno de los métodos más populares y antiguos como el punto de inicio del acto sexual. Algo interesante es el hecho de que la oxitocina -llamada la hormona del amor o del apego- fluye con casi la misma facilidad durante una cena agradable que durante el intercambio sexual y posterior orgasmo.

El sentido del tacto domina el siguiente paso del proceso. Una etapa que puede incluir muchos elementos que a simple vista no parecen para nada sexuales: caricias, darse la mano con ternura, algún roce más o menos intencional, etcétera. Robert Nozick, el fallecido filósofo y profesor de la Universidad de Harvard escribió: “En ocasiones, concentramos el sexo en pequeñísimos movimientos: el más delicado roce del pelo, el suave contacto de los dedos o las uñas o la lengua con la piel, el más ligero cambio o una simple pausa. Nos aferramos a estos momentos y esperamos el siguiente paso. Nuestra agudeza se intensifica, ni el más mínimo cambio pasa inadvertido. Y nos emocionamos al ver que la otra persona está tan atenta a estas sensaciones como nosotros”.

Caricias, besos, palabras

Desde luego que estos contactos incluyen muchas partes del cuerpo además de los genitales. De hecho, los amantes experimentados, en una primera etapa, tratarán de evitar lo más posible el ir directo allí o incluso a la zona de la entrepierna. Aunque el tacto es un sentido tan erótico que ciertas caricias pueden ser un atajo impensado hacia el orgasmo: algunas personas pueden alcanzar el clímax al ser estimuladas en la espalda o los pies.

El contacto de las manos con el rostro, o de rostro con rostro, también puede aumentar la excitación. Y los besos, por supuesto, irán elevando la temperatura (el tema de los besos encuentra curiosas excepciones: en algunas comunidades de Tonga, Mozambique y en los pueblos lapones de Finlandia se consideran repugnantes, y hubo un tiempo en que los chinos lo relacionaban con el canibalismo).

Las expresiones de la cara también son una pieza clave para construir y mantener la atmósfera sexual: forman parte de la comunicación verbal. Con respecto a las palabras -en más o en menos, a todos se nos da por hablar-, se trata de un arma de doble filo, ya que pueden causar un final abrupto y prematuro del acto sexual. Y es que en esos momentos las personas se encuentran en un estado de gran sensibilidad y excitación, dos emociones en un sentido peligrosamente incompatibles. De ahí que una palabra desacertada pueda arruinarlo todo.

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