Cartas de lectores
Fabián Solórzano Fabián Solórzano

Martirologio

Debería diseñarse un sistema de ultra protección al personal de salud pública. Disminuir la carga viral con descansos programados, entre otras previsiones. Están como bomberos apagando el infierno en medio de sus fuegos con vestimentas de amianto insuficiente para tantas llamaradas. ¿Será posible evitar el martirologio de tantos, como recién, del médico Fabián Solórzano? Hombres y mujeres del servicio de salud que están en la línea de fuego mientras -duele y avergüenza decirlo- en Yerba Buena cerca de cien personas se reúnen en celebraciones como si Tucumán fuera una fiesta. La actuación de las autoridades de control debe ser rigurosa y eficiente. Me atrevo a decir que tantas muertes entre el personal de la salud pública tiene además del virus asesino “partícipes necesarios”, como suele decir la crónica policial de los casos de asesinatos. Rindo mi homenaje a ese médico con alto sentido humanista de su profesión, muy querido en el Centro de Salud, que ayer nos dejó con la tristeza de su muerte.

Carlos Duguech


Tiempo de obras hídricas

La seca que se viene es una buena ocasión para aprovechar; es un ciclo que la naturaleza brinda a Tucumán para hacer diques, centrales hidroeléctricas, tomas de agua para grandes acueductos en la zona montañosas, sin el peligro de que crecientes extraordinarias y lluvias copiosas y largas malogren los trabajos. Ocasión para hacer, en la llanura y la campaña, canales de riego y de desagüe; y en pueblos y ciudades, redes pluviales y otras obras en zanjas profundas; y en la extensión de la provincia, obras de prevención para cuando llegue el ciclo lluvioso con las inundaciones. Ya va a hacer medio siglo desde que la provincia de Tucumán hizo el último dique y así se rompió una cadena de experiencia hidráulica que pasaba de generación en generación. Los viejos “diqueros” uno a uno van desapareciendo. Por otro lado, los estudios y proyectos hidráulicos de la empresa del Estado, Agua y Energía, con las privatizaciones también han desaparecido. En unos tiempos en Tucumán hubo molinos y ruedas hidráulicas, y hasta hubo hilanderas que, aprovechando la fuerza hidráulica, hilaban; pero ahora en ciencia y técnica, sobre mini y microturbinas hidráulicas, nada se sabe que se haga. En cuanto a la planta de líquidos cloacales proyectada en San Andrés, no sé si los proyectistas y ejecutores habrán tenido en cuenta que en esta centenaria población los terrenos son altamente permeables y si no se previene y proyecta la colocación de una gruesísima capa de cohesivo arcilloso, bien compactada y sometida a una rigurosa inspección -colocada abajo de la proyectada planta y con las precauciones y exigencias al proyectar y ejecutar el hormigonado- se corre peligro de contaminar la napa freática y los acuíferos profundos. En ese siniestro caso San Andrés y sus alrededores se transformarán en un lugar no apto para habitar ni vivir. Mientras tanto en el dique El Cadillal sigue la contaminación del agua que luego va la toma y filtros; y en el piedemonte y la zona de infiltración del agua se sigue habitando, con la consiguiente contaminación de acuíferos. Por ello es conveniente, aprovechando el ciclo de seca, hacer tomas de agua y acueductos en la zona montañosa, donde hay aguas de mejor calidad, antes de que sea tarde y ocurran desgracias irreparables.

Juan Carlos Medina


Lucas Córdoba 285
 - San Miguel de Tucumán


Cuarentena (soneto)

Yo llenaba mi voz, casi angustiada,/con la palabra necia y su porfía y vi la luz que pronto se encendía / como un faro en medio de la nada. / Y vi a Dios, o acaso su mirada,/ alargando este tiempo de agonía/ con un virus letal y su sombría/ persistencia de borrarnos en manada./ ¿Qué hago con mis rosas en la mano/ esperando que me den cualquier recreo/ o algún pasatiempo de verano?/ ¿Qué hago con mi pena ilusionada/ si hoy la vida me mira como un reo/ en esta cuarentena endemoniada?

Domingo Omar Almirón


Pasaje Santa Cruz 264
 - Yerba Buena


El sufrimiento del dinero

En su edición del 8/11/20, LA GACETA difundió el “sincericidio” de un CEO del Fondo de Inversión Blackrock, angustiado por la salud del dinero: “…necesitamos estar seguros de que nuestro dinero no va a sufrir…”, resaltando la vivencia de la grieta entre el liberalismo y el populismo; visto desde otro ángulo, la desigual lucha de un sector por sobrevivir a la crisis, y los devotos del billete verde buscando preservar la salud de la divisa. En el contexto económico normal que relataba Macri (mitómano por naturaleza) el endeudamiento se tendría que haber canalizado para fortalecer el aparato productivo, aumentando la producción, creando fuentes de trabajo, incrementando las exportaciones etc., en busca del bienestar de la sociedad. Haciendo uso y abuso de sus cualidades de mitómano, el ex Presidente afirmaba que el crédito del FMI, se había utilizado para pagar deudas del gobierno que le precedió, cuando la realidad indica que el 83% del crédito se utilizó para pagar deuda e intereses contraídos por Cambiemos desde el inicio de la gestión, y el 17% restante sirvió de lubricante a la puerta giratoria del BCRA, facilitando la fuga de capitales, para proteger la salud del dinero. El excesivo desvelo por evitar el sufrimiento del dinero, en detrimento del padecimiento del hombre, va a contramano de la crisis que soporta más del 90% de la raza humana en el escenario de la pandemia, y choca con los principios de la fe cristiana, (“no se puede servir a Dios y a la riqueza...”). La presencia de los ejecutivos del FMI, con la misión de asegurar el cobro del préstamo, nos coloca en la alternativa de tener que asistir a millones de argentinos cercados por la pandemia, o asumir el compromiso de pagar un endeudamiento histórico, inexplicable, irresponsable, desproporcionado e inútil (a juicio del propio FMI), que tan solo sirvió para fomentar la timba financiera, e intentar darle continuidad al proyecto liberal en el país, como cabecera de América Latina. El presidente Alberto Fernández debe considerar que el país reestructuró la deuda (a todas luces sospechada de corrupción, como lo fue el préstamo de los 100 años) con los tenedores de bonos, que ahora el pueblo tiene que pagar sin haber sido informado sobre las operatorias sospechadas de corrupción, menos aún sobre la responsabilidad que les corresponde a los funcionarios que participaron del endeudamiento. Ante la posibilidad de un acuerdo con el FMI, el Gobierno Nacional está obligado a informar (no lo hizo en la reestructuración de la deuda) ampliamente a la opinión pública, sobre la metodología y las responsabilidades de los funcionarios que participaron en las maniobras, porque el propio organismo de crédito, por medio de comunicados, alertó sobre la metodología, las responsabilidades y las necesidades del mismo. Señor Presidente, ha llegado el momento de darle al pueblo la posibilidad de recuperar los gastos de tantas fiestas que pagó, pero de las que nunca participó, por lo tanto deben pagar los participantes, perfectamente identificados por la sociedad.

José Emilio Gómez



El caso Rigourd

A propósito de la relevancia mediática que tomaron en los últimos tiempos las situaciones de usurpaciones en distintos puntos del país y las contundentes medidas judiciales al respecto, ampliamente celebradas en redes sociales y medios que llegaron a titular “Un día feliz para la Argentina”, una aparente sensación de justicia se pudo leer en los distintos comentarios y publicaciones en esos ámbitos. El supremo derecho de propiedad privada estaba siendo reafirmado con topadoras y fuerza policial… En ese marco y también en estas últimas jornadas, corría la novedad en los casilleros de letrados tucumanos que la fiscala Rivadeneira, que entiende en la causa de Jorge Rigourd y compañía, solicita al juez el sobreseimiento de todos los acusados. A seis años de los sucesos, no habrá juicio que esclarezca lo referido a Cofin S.A., dejando atrás cientos de damnificados, decenas de millones de pesos (de 2014) en el limbo de las suspicacias. Sin dudas que entre los afectados se encontraban personalidades vinculadas a los distintos poderes del Estado con importantes depósitos, pero también habría gran cantidad de depositantes jubilados o simples trabajadores que sin ser demasiados sus fondos, correspondían a su único capital. “La mayor estafa de la historia de Tucumán”, como la tituló el sórdido fiscal Herrera, quedaría resuelta de esta manera. La propiedad privada en este caso sutilmente “cedida” y también la propiedad pública, cuando entendemos que habría importantes impuestos omitidos de ingresar a las arcas de los Estados nacional, provincial y municipales, generados por estas operatorias y maniobras de apropiación de lo ajeno. Resulta llamativa la escasa indignación y condena social a este tipo de hechos, quizás debido la escasa o nula repercusión mediática o a que son caratulados como “delitos complejos”. Resultaría oportuno en estos momentos de baja recaudación, que los organismos fiscales como AFIP, DGR, DIM y la UIF, si no lo hicieron, incursionaran en el modo de enriquecimiento de estos sujetos y brindaran elementos que colaboraran con la fiscala y con el sistema judicial en hechos de este tipo. Pero lamentable y casualmente, en materia tributaria la prescripción opera a los 5 años, es decir, a los implicados, en principio, por lo generado hasta el momento del inicio de la causa, no les serían exigibles la generalidad de los tributos. ¿Veremos topadoras y fuerza policial yendo a restablecer la propiedad de lo privado y de lo público en estos casos algún día?

José Hernán Paredes

Bolívar 849 - 3er Piso 12


San Miguel de Tucumán

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