Reporte Rural: proteger la propiedad intelectual de la semilla

Reporte Rural: proteger la propiedad intelectual de la semilla

Mediante la investigación científica se logran avances en la calidad de la semilla, que redundan en un beneficio para el productor. Si bien en la Argentina rige el uso propio, también funciona un comercio ilegal que hay que combatir. Resulta clave que todos ayuden a sostener un sistema para aquellos que deseen invertir para obtener variedades mejoradas.

La semilla de cualquier cultivo es una parte fundamental y necesaria para realizar cualquier actividad agrícola.

Sin semilla no existe posibilidad alguna de concretar una actividad agrícola; y si la simiente no es de calidad y otorga al productor lo que este realmente necesita se marcha hacia el fracaso total.

Se debe defender el derecho de propiedad intelectual de aquellos que producen avances en la tecnología de semillas, atacando el repudiable comercio ilegal. Pero también cabe recordar que “el derecho de unos termina donde comienza el derecho de otros”; en este caso, de los productores.

Las empresas privadas y muchos organismos de investigación del Estado o mixtos dedican muchos años de investigación para lograr obtener la semilla que es usada en todas las explotaciones agrícolas del mundo.

La Ley de Semillas y Creaciones Fitogenéticas N° 20.247, legisla, como de orden público, el derecho del productor a usar variedades vegetales, con el fin de obtener semillas para su propia resiembra. Si el agricultor procesa y almacena en su explotación las semillas resembradas, no debe efectuar trámite alguno, según lo estipula esta ley nacional.

El uso propio es un derecho del productor que le otorga la posibilidad de sembrar su propia semilla, sin necesidad de comprar en forma permanente a los propietarios de la creación fitogenética. Pero la protección de su patente y propiedad intelectual resulta fundamental para seguir con la demanda de semillas que existe; y el Estado es el que debe regular este procedimiento, para beneficios de todos, obtentores y usuarios de diferente escala.

Tiempo atrás, el director técnico de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc), Daniel Ploper, afirmaba a nuestro suplemento Rural: “es imprescindible garantizar la propiedad intelectual; o sea, asegurar el reconocimiento a la creación de las variedades, bajo la forma de regalías. Resulta interesante destacar que la regalía para el cultivo de soja, significa solamente 7 kg de por hectárea; y se trata de un cultivo que en años normales puede exceder los 3.000 kg/ha sin problemas, gracias a esa creación fitogenética, sumada a otras herramientas tecnológicas”.

Cuando se analizan estos números cuesta creer que por dichos montos se pueda poner en riesgo la continuidad de las acciones de investigación y desarrollo de los programas de mejoramiento.

En numerosas especies vegetales se estima que alrededor de un 30% de la semilla utilizada corresponde a semilla fiscalizada y legal; el porcentaje restante se divide entre bolsa ilegal y uso propio. Este último es una figura muy utilizada en el país; le permite al productor usar la semilla de propia producción para la siguiente campaña.

Debate sin concreción

Desde hace mucho que se debate en el Congreso la modificación de la ley de semillas, en lo que respecta al uso propio y a las regalías. Pero el tiempo pasa, y las discusiones siguen.

El tema de la propiedad intelectual es de vital importancia; algunas empresas se retiraron del mercado porque no tuvieron respuestas claras en la venta de semilla de soja en el país en 2004.

Volviendo a los conceptos de Ploper, acerca de la importancia de las semillas y de su propiedad intelectual, las regalías no significan limitar las siembras ni imponer condiciones abusivas.

Aquel que no desee pagar por germoplasma -algo que le acarreará beneficios concretos y que exceden largamente la inversión requerida- podrá optar por variedades libres; es decir, no protegidas.

Pero hoy resulta clave que todos contribuyamos a sostener un sistema que permita que se continúen generando avances en la investigación y en el desarrollo, para respaldo de aquellos productores que sí deseen invertir en tener variedades mejoradas. En especial, cuando en el horizonte aparecen nuevas tecnologías que significarán aportes concretos para productores y consumidores.

Debido a ello las investigaciones y las inversiones que se realizan para obtener la mejor semilla deben ser protegidas, para que en el futuro cercano se pueda disponer de la mejor semilla para lograr el éxito buscado.

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