RETRATO DEL SIGLO XIX. “La mayoría de los artistas están hartos de la sociedad en que viven y, sobre todo, de la hipocresía de la burguesía”, describe Wong. RETRATO DEL SIGLO XIX. “La mayoría de los artistas están hartos de la sociedad en que viven y, sobre todo, de la hipocresía de la burguesía”, describe Wong.
08 Noviembre 2020

Por Solana Colombres

PARA LA GACETA - TUCUMÁN

¡Pum! ¡Pum! 1873, Rue des Brasseurs, Bruselas. Paul Verlaine, jefe de tribu de una generación de poetas geniales, descarga dos tiros salidos de su pequeño revolver 7 milímetros, contra su amado, el rey de reyes de la lírica maldita: Arthur Rimbaud. Uno tenía 37 años y una familia en París y ese día, con el corazón desgastado por esa pasión malsana, había nuevamente abusado del alcohol. El otro era un joven capullo de 17, con la genialidad y la belleza de Lucifer y mucha de su perversidad.

La escena transcurrió en una pensión, digamos, hotel anodino y felizmente el amante despechado no era buen tirador así que erró el golpe mortal, pero fue a parar a la cárcel; mientras que su torturador sentimental fue a un hospital de monjas desde donde escribió Una temporada en el infierno y más tarde Iluminaciones, para luego acallar su voz poética para siempre. Su victimario también continúa con su producción de versos.

1978, Hotel Chelsea, New York City. John Simon Richie, un yonki conocido como Sid Vicius, joven de 21 años, front man y vocalista de la banda de punk rock Sex Pistols presuntamente mata con un arma blanca a su novia groupie Nancy Spungen, de 20, luego de una abundante ingesta de drogas y de mucho rock and roll. Cuatro meses más tarde muere él mismo de sobredosis de heroína por lo que la cantera creativa se apaga con él.

¿Qué tienen en común un poeta maldito (o decadentista) francés hacia 1870 con un rockero inglés hacia 1970, aparte de la creatividad y el exceso de sustancias, hoteles y armas?

Desentrañar esta inesperada pero tan cierta hermandad puede ser una tarea extremadamente compleja sin la ayuda de Roberto Wong, narrador mexicano y animador del blog “El Anaquel”, sitio personal dedicado a la literatura, desde donde analiza estos y otros fenómenos con mucha solvencia y gran didáctica.

- ¿Por qué sostenés que los poetas malditos franceses son el antecedente de los rock stars?

- Como ejemplo tomaría el caso de John Simon Richie, conocido como Sid Vicious, vocalista de los Sex Pistols, cuya carrera estuvo marcada por distintos actos de violencia, desde peleas en diferentes antros hasta lo que se cree fue el asesinato de su ex novia en un hotel de New York. El punk es la quintaesencia de la actitud rock. Es decir, es contestatario, es una música que transita entre la rabia y el asco, y me interesaba traerlo a colación porque dentro del panorama de la música o el rock Sid Vicious no es un caso aislado. El rockstar, dentro de la cultura popular, es un cruce entre el genio creativo y el artista atormentado. El Club de los 27 refuerza esta idea, cuyo eje conductor es el abuso del alcohol y drogas junto al destino de haber muerto a los 27 años. Entre ellos tenemos a Jimmy Hendrix, Amy Winehouse, Kurt Cobain, Jim Morrison y Janis Joplin, entre otros, quienes llevaron una vida de excesos, pero también de expresividad y de grandes contribuciones a la cultura. Ahora, ¿de dónde viene el arquetipo del rockstar, de dónde viene este amor por el exceso y el carácter contestatario? Para entender el fenómeno intenté delinear una genealogía enfocándome en dos hitos: el romanticismo y, casi un siglo después, el decadentismo francés. El primero surgió como una reacción contra el orden y el racionalismo de la época, cuyo objetivo era dar una mayor importancia a las emociones y la imaginación. Al mismo tiempo se le dio un énfasis importante al individualismo: el héroe era aquel que podía, con sus contribuciones, elevar a la sociedad en su conjunto. El decadentismo, por su parte, rechaza las ideas del romanticismo. Recordemos que es el final del siglo XIX y Europa ha perdido la mayoría de las colonias europeas en América, al mismo tiempo que una serie de guerras reorganiza las fronteras y los centros de poder en el Viejo Continente. La mayor parte de los artistas, hartos del estado de la sociedad en la que viven y, sobre todo, de la hipocresía y falsedad de la burguesía -la nueva clase social que surgió tras la Revolución Industrial-, se decantan por lo sórdido, lo bajo, como una forma de encontrar una inspiración más real, más humana –recordemos, por ejemplo, las pinturas de prostitutas de Toulousse Lautrec o El suicida de Manet.

- Tal vez fue ese vacío el que emparenta a los decadentistas y su estética con la contracultura de los 70 es lo que los llevó a consumir sustancias a ambos.

- Quizás. Creo, en todo caso, que el modelo a seguir ya no era entonces el artista total que, con su obra, elevaba la totalidad de la humanidad, el modelo era aquel hombre capaz de rechazar todo esto: la sociedad y sus reglas, la vida pública y sus instituciones, la comodidad del hogar y las certezas de una vida ordinaria. Los decadentistas sentían repugnancia por el mundo, sufrían de un escepticismo general y encontraban deleite en la perversión y, como bien dijiste, en el abuso de todo tipo de sustancias. Creían en la superioridad de la creatividad humana sobre la lógica y el mundo natural, y el abuso del alcohol y las drogas era una manera de llegar a esos estados superiores, de liberarse de los límites de la experiencia y el cuerpo. En cierto sentido, esta vida de excesos no es sino otra manera de recorrer el camino de las religiones y el misticismo. William Blake el poeta inglés decimonónico sostenía este concepto: El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría.

- Hablando de conceptos, hay un concepto que mencionas en tu emisión “Los poetas malditos y el rock” sobre el imperativo de estos poetas de ser sublimes. ¿Podés explicarlo?

- Se trataba de ser sublime, permanentemente sublimes, pero no solo en el acto cotidiano de vivir sino en sus obras, pensemos en Lord Byron, en Baudelaire, Rimbaud o Wilde, personas que hoy denominaríamos excéntricos. En el intento de ser sublimes el poeta decadentista Gérard de Nerval, por ejemplo, se paseaba por París con un cangrejo. Un correlato del mundo del rock de estos comportamientos que rompen con las convenciones sociales es el acto de tirarse a la pileta de un hotel desde el noveno piso de parte de Charly García. Cuando le preguntaron porque lo había hecho dijo algo así como “lo hice por vos”.

- Regresando a la anécdota de Rimbaud, ¿por qué Patti Smith lo llama el primer punk?

- Rimbaud fue “el enfant terrible” de la literatura francesa. La frase live fast, die young (“vive rápido, muere joven”) está relacionada a su mito, pero empecemos por el principio: Rimbaud llegó a París cuando todavía era un adolescente en medio de la guerra franco-prusiana. Había comenzado a escribir desde muy pequeño, y a sus 16 años había escrito y publicado ya varios poemas –un tutor y amigo lo había educado en la literatura francesa y en los clásicos griegos, pero su partida del pueblo sumiría a Rimbaud en el desasosiego y la desesperanza. Resuelto a convertirse en poeta y salir del ambiente provinciano en el que se encontraba, Rimbaud escribió varias cartas a escritores y poetas en París, entre ellos Verlaine. Cuando Verlaine leyó su carta y sus poemas, quedó atravesado por lo que había leído y le contestó el siguiente mensaje: “Ven, querida gran alma. Te esperamos. Te deseamos”. La llegada de Rimbaud a la casa de Verlaine sería como un terremoto o un relámpago. ¿Cómo explicarlo? Podríamos empezar mencionando las peleas con Verlaine, las borracheras de absenta y vino y los delirios callejeros. Pero estas estampas no confieren más que la imagen de un pendenciero. Rimbaud, sobre cualquier otra cosa, era un genio, una especie de iluminado. Entre sus gestos se cuenta, por ejemplo, que una mañana decidió arrojar sus ropas sobre las tejas para contemplar, desnudo, París. El joven y la ciudad, ambos efervescentes de ilusiones, se miran frente a frente. A partir de ese momento Verlaine y Rimbaud se convirtieron en amantes.

- ¿Es aquí donde nacen todos los excesos que secuestrarían la imaginación de los artistas de rock?

- Sí, aunque antes que a ellos estas imágenes formarían parte del imaginario del movimiento beatnik, que es la última antesala a la estrella de rock. Jean Pierre Duprey, poeta francés, diría que “la poesía, después de Rimbaud, sólo puede conducir a la cárcel, al manicomio o a la cartuja. Sólo puede hacer monjes, locos o presidiarios”. Yo añadiría: o a ser una estrella de rock.

- Hay una correspondencia entre lo diabólico y los poetas malditos, sobre todo al considerar canciones como Simpatía por el demonio de los Rolling Stones. ¿Por qué?

- Tanto Baudelaire como sus herederos coquetean en sus versos con la figura del demonio, aunque más como un recurso estético, símbolo de ese rechazo que los cruzaba como una espada.

- Te gustaría decir algo más antes de terminar.

- Lean a Rimbaud. José Emilio Pacheco, escritor mexicano, afirmó que Rimbaud perfecciona “de los 15 a los 19 años los medios de la expresión lírica, dice no a la familia, a la tradición, a la religión, a la sociedad toda de su época, puede ser visto como un heraldo de la Comuna y de las comunas, el profeta, el modelo de la rebelión juvenil”. Resulta curioso que Rimbaud dejará de escribir poco después del último incidente con Verlaine –para un poeta, dejar de escribir es un tipo de muerte. Dos años después del incidente en Bruselas, Rimbaud se iría a vivir a África y no volvería a escribir un poema en su vida. La vida de Rimbaud – en todas sus dimensiones: desde el exceso, el abuso del alcohol y las drogas, la violencia, la sexualidad precoz y la obscenidad junto a un espíritu poético como el de un titán--, sería fuente de inspiración para tantos otros: la generación perdida en París, compuesta por escritores norteamericanos entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, así como los beatniks, del que tal vez podamos hablar en otro momento. Para todos ellos Rimbaud fue un genio capaz de crear un nuevo lenguaje, una manera de volver a nombrar la realidad. Su mito es ahora omnipresente en las artes: el joven genio, perdido en su propia cabeza, se repitió en las figuras de Jim Morrison, los Beatles, Patti Smith, Kurt Cobain y River Phoenix. Si estas bandas nos interesan de verdad, valdría la pena echarle un vistazo a lo que escribió Rimbaud un siglo y medio atrás.

© LA GACETA

Perfil

Roberto Wong nació en Tampico, México, en 1982. Es escritor y Licenciado en Ciencias de la Comunicación por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. Con su novela París D.F. ganó el Premio Dos Passos. En 2017 ganó el IX Certamen Internacional Sor Juana Inés de la Cruz en la categoría de cuento con el libro Los recuerdos son pistas, el resto es una ficción. Actualmente vive en Barcelona, desde donde mantiene “El Anaquel”, un blog y podcast sobre literatura y cultura.

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