El yoga, una disciplina que tiene mucho para aportar en la formación del niño en la escuela

El yoga, una disciplina que tiene mucho para aportar en la formación del niño en la escuela

Algunos colegios lo sumaron como materia obligatoria. "Trabaja la cooperación, el cuidado del otro. Es físico, pero conlleva un mensaje filosófico”, dijo Lucía Pinello. El Ministerio dicta clases virtuales.

APORTE. El yoga trae múltiples beneficios para la formación integral del niño, según la profesona Lucía Pinello. APORTE. El yoga trae múltiples beneficios para la formación integral del niño, según la profesona Lucía Pinello. GENTILEZA DE LA PROFESORA DE YOGA LUCÍA PINELLO.

Hace mucho tiempo que el yoga no resulta extraño para los tucumanos. Durante los últimos años fueron creciendo exponencialmente espacios que ofrecen la práctica de esta disciplina. Mayormente los adultos, saturados de los problemas con los cuales conviven a diario, se refugian en esos lugares. Y lo hacen no sólo en busca de la mejora en la salud que conlleva una actividad física, sino también, y muy en especial, de una tranquilidad mental y espiritual.

No obstante estos beneficios, el yoga no suele asociarse a la formación de la persona. Resulta muy difícil verlo incluido dentro de una curricular escolar; más aun como asignatura obligatoria, en un colegio para niños. Muy difícil, pero no imposible.

“Hace cuatro años que dicto yoga en el colegio San Patricio, en el primario. Antes, durante otros dos años, estuvieron otras profesoras. El colegio incluye siete talleres obligatorios -danza latinoamericana, cocina, folclore argentino, teatro, títeres, artes visuales y yoga-; cada uno se dicta durante un cuatrimestre; los alumnos se distribuye en estos en forma aleatoria, de tal modo que desde 3° hasta 6° grado todos los chicos cursaron todos los talleres”, explicó la profesora de yoga Lucía Pinello a LAGACETA.Com.

Añadió que la idea de incorporar esta disciplina a la curricula surgió hace seis años, por iniciativa de la directora, que le propuso a los propietarios del colegio, quienes estuvieron de acuerdo. “Los chicos están fascinados”, celebró Lucía.

La profesora explicó que no se dicta el mismo yoga que toma un adulto. “Trabajo con adultos desde hace 10 años; y con niños, desde hace cinco. Y nada que ver; es completamente diferente, otro mundo. Con los chicos las clases son lúdicas; se hacen juegos, se canta, se leen cuentos. Se hacen todas las posturas de yoga en un contexto divertido. En las clases de adultos hay mucho silencio; en la de los niños, hacia el final recién hay un momento de relajación, durante el cual ellos disfrutan el silencio. Porque uno piensa que sólo los adultos están estresados, pero resulta que los chicos también necesitan parar un poco; y se nota, porque lo disfrutan”, precisó.

Señaló que el yoga resulta muy beneficioso para los chicos de 8 a 11 años. “Les aporta muchísimo. Al ‘frenarse’ se autoobservan, se autogestionan. La clase dura 80 minutos; y ese tiempo resulta una oportunidad para la introspección, para darse cuenta de cómo están reaccionando con los compañeros, de cómo se están sintiendo. Cuando tomo asistencia les pido que me respondan cómo están; y una forma que usamos para esto es una metáfora con el clima. Entonces, uno está ‘soleados’; otro, ‘con lluvias y tormentas’. Y para esto se requiere de una autoobservación ”, contó.

En ese sentido, Lucía subrayó que esta disciplina aporta muchísimo para combatir el flagelo del bullying. “Absolutamente. El yoga tiene 10 principios básicos; el primero, es la no violencia. Y lo uso como ejemplo para que vayan tomando consciencia de cuidarse a sí mismos y a los compañeros”, dijo.

Durante la clase, precisó, se dan dos momentos en los cuales ella puede detectar señales que tengan que ver con la relación entre los chicos. “Primero, durante el picnic saludable que hacemos, en un pequeño recreo. Siempre les pido que lleven algo saludable para comer y para compartir, y comienzo a fomentar ese hábito. En ese momento son más libres, y yo trato de observar qué expresan; si se convidan o no, y qué actitud tienen. Y luego, cuando deben trabajar en grupos de a dos o de a tres; porque siempre se eligen los amigos, y en ocasiones a alguno no lo integran. Entonces, digo que yo armaré los grupos; y siempre tengo una buena respuesta”, contó Lucía.

En esos casos, agregó, se incentiva otro beneficio del yoga. “Hay posturas que deben hacerse de a dos o en círculos; ahí se trabaja la cooperación, el cuidado del otro, la necesidad del otro para lograr el equilibrio. Todo es físico, pero conlleva un mensaje filosófico: el trabajar juntos para que la postura salga bien, porque si uno se cae tira al otro; entonces se alimenta la confianza, la entrega”, explicó.

Formalmente, los chicos deben obtener un 6 para aprobar el taller de yoga. Pero nunca se dio que alguien no logre ese mínimo. “Es más, a casi todos les pongo 10”, admitió Lucía, entre risas. “Que un niño no haga nada es raro; por lo general les gusta, se enganchan y lo disfrutan”, añadió.

La cuarentena obligó a agudizar el ingenio para mantener las clases de yoga vía la plataforma Zoom. “Con los chicos de 5° y de 6° grado estamos trabajando desde la virtualidad. Como no se puede hacer muchos juegos se me ocurrió que armen grupos de a tres, y que ellos dicten las clases, como si fuesen profesores -siempre vía remota-. Me llama la atención ver cómo reproducen hasta el tono en que uno suele invitarlos a la relajación, hacia el final”, dijo Lucía.

Acción de la Provincia

Si bien de manera incipiente y acotada, el Ministerio de Educación de la Provincia sumó el yoga como disciplina durante el período de cuarentena. Según contó José Luis González, titular de la Dirección de Asistencia Técnica Pedagógica de la cartera, todos los viernes, desde hace más de tres meses, se dicta esta disciplina mediante la plataforma Google Meet.

“Esto se da en el marco del Programa de Aprendizaje Social (PAS), con la idea de generar vinculos saludables, de convivencia pacífica, y la erradicación de la violencia, dentro y fuera de la institución”, explicó González.

Las clases, a cargo de Ítalo Díaz, están dirigidas tanto a estudiantes como a docentes y, según contó el funcionario, en los últimos tiempos se están sumando los padres de los alumnos. “Cada viernes se dictan tres turnos; del primero participan alumnos secundarios de 15 colegios de la provincia; del segundo, los alumnos del nivel superior, y del tercero, los docentes. Todos, incluidos los papás, agradecen este espacio, porque les sirve como herramienta para controlar emociones; sobre todo en este contexto de pandemia”, precisó González.

En especial, puso el acento en este beneficio. “Sabemos que en estos tiempos la escuela se trasladó a la casa; y muchas veces el estrés se acentúa. El objetivo esencial del yoga es la reunión del cuerpo y la mente, mediante secuencias de posturas, ejercicios de respiración y técnicas de meditación que propician estados de relajación. Esto ayuda a liberar el estrés”, explicó.

Añadió que prepararon una serie de videos destinados a docentes, a estudiantes y a los padres, con algunas clases sencillas dictadas por Díaz. “Los subimos al sitio Conectate con la Escuela, y toda persona que quiera consultar puede acceder a ellos. La idea es promover estos ejercicios, que llevan tranquilidad a las personas y les ayudan a controlar las emociones”, puntualizó González.

Esta experiencia entusiasmó a Lucía. “En realidad, mi anhelo más profundo es que el yoga llegue a toda la familia. Por eso les pido siempre a los chicos que les cuenten a sus papás y a sus hermanos lo que hacemos, que les enseñen. Me encantaría que se pueda incluir como materia obligatoria en todas las escuelas de la provincia”, expresó. Y contó que, al menos en Yerba Buena, otro establecimiento educativo, además, del colegio San Patricio primario, ofrece la disciplina como materia, el colegio Los Arcos -jardín Quiquines-.

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