La definición no cierra el conflicto político en Estados Unidos

La definición no cierra el conflicto político en Estados Unidos

La disputa entre Trump y Biden no terminó la noche de los comicios, sino que se extenderá por varios días más. Algunas claves.

FORTALEZA Y PACIENCIA. Es lo que piden manifestantes en Nueva York: “Conteo de cada voto y transición pacífica del mando, igual a democracia” Reuters FORTALEZA Y PACIENCIA. Es lo que piden manifestantes en Nueva York: “Conteo de cada voto y transición pacífica del mando, igual a democracia” Reuters

“Margen estrecho” y “demasiado pronto para confirmar” fueron, quizás, las expresiones más usadas por periodistas y analistas políticos desde que cerraron los centros de votación en Estados Unidos, el martes a la noche, cuando el republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden se enfrentaban a una reñida definición. En medio de la incertidumbre sobre la tendencia en varios estados claves, también se disparan varias dudas acerca de cómo seguirá el proceso. Para abordarlas, consultamos con el politólogo Luis Karamaneff y con los datos que van ofreciendo portales como Decision Desk HQ.

¿A quién favorece el conteo hasta ahora?

Cuando quedaban cuatro estados en disputa (Georgia, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania), Biden llevaba una estrecha ventaja en Michigan, Nevada y Wisconsin. Trump tenía la delantera en Georgia, Pensilvania y Carolina del Norte, aunque quedan decenas de miles de votos por contar en esos estados. Michigan, un estado que albergó durante años la industria automotriz de Estados Unidos, sumó a última hora 16 electores democratas, lo que le daba a Biden un saldo de 264 electores frente a 214 de Trump. Biden ganó en Arizona, donde Trump se impuso hace cuatro años. Muchos son boletas por correo, de áreas cercanas a las grandes ciudades, que suelen favorecer a los demócratas.

¿Qué pasa si empatan en cantidad de electores?

En una elección que se define en el Colegio Electoral, compuesto por 538 electores, empezó a debatirse la posibilidad, curiosa pero no inédita, de que ninguno consiga los 270 electores necesarios para quedarse con la presidencia. En ese caso, la elección queda en manos de la nueva Cámara de Representantes, que sería la encargada de elegir al presidente; mientras que el Senado haría lo propio con el vicepresidente.

¿Si Trump no admitiera una eventual derrota?

El presidente republicano hizo varios movimientos que hicieron creíble la posibilidad de que no reconocería una derrota. Se declaró ganador antes de que hubiera suficientes votos contados, denunció fraude, pidió que se detenga el conteo en Michigan, donde iba perdiendo, y exigió un recuento en Wisconsin, donde estaba cabeza a cabeza con Biden. Sin embargo, la posibilidad de una crisis institucional como las que estamos acostumbrados a ver en países de Latinoamérica son escasas, segun Karamaneff, y dependen mucho de hasta dónde esté dispuesto Trump a tirar de la cuerda. “Hay cuestiones estructurales y de distribución de poder que le dan estabilidad al sistema, como el Colegio Electoral o el comportamiento de los partidos mayoritarios”, explica. Y es que Trump no gobierna solo. Los republicanos ya ganaron la mayoría en el Senado y no es probable que quieran ese tipo de disputa, porque en cuatro años puede volver a inclinarse la balanza. Por eso, es probable que, gane quien gane, haya una transición pacífica en enero de 2021. “Haciendo berrinche, pero se va”, dice Karamaneff sobre una evantual derrota del actual presidente de Estados Unidos.

¿Qué cambios hubo en estas elecciones?

Pocas cosas de fondo cambiaron, sostiene el politólogo, respecto de elecciones anteriores en Estados Unidos. Desde hace décadas, un puñado estados define hacia dónde se inclina la balanza. Se les llama “estados pendulares” porque no muestran una lealtad tradicional hacia uno de los partidos, como sí la tienen Texas, que es un bastión republicano (aunque esta vez los demócratas hicieron una buena elección), o California, donde suelen ganar los demócratas. En estos comicios, los estados en duda fueron Florida, Georgia, Arizona, Michigan, Wisconsin, Pensilvania, Minesota y Carolina del Norte. Tampoco la espera para conocer el resultado es nueva -Bush fue designado por la Corte Suprema 35 días después de haber disputado las elecciones con Al Gore-, y se mantienen la mayoría demócrata en la Camara de Representantes y republicana en el Senado.

¿Qué hace distinta la definición en 2020?

Lo novedoso en esta elección presidencial es el temor entre ciertas capas de la población y en ciertas ciudades, como Washington y Nueva York, al desborde violento de los partidarios de Trump, algo que puede ocurrir, pero que no llegaría a causar la inestabilidad necesaria para inclinar la elección, sobre todo porque no tendrian el apoyo del “establishment” de los partidos. El tema, una vez más, es hasta dónde está dispuesto a llegar Trump con la convocatoria a sus bases, entre las que hay un componente de blancos supremacistas, dice Karamaneff. “Hay que poner el ojo en lo que se llama ‘la América profunda’, donde está la población rural, con acceso a armas y dispuesta a salir a la calle”. Los disturbios, dice, tampoco son algo nuevo. Basta recordar las protestas por los derechos civiles y contra la guerra, en los 60 y 70.

¿Qué críticas se hacen al sistema electoral?

Se trata de una democracia que, hasta 1965, no podía participar la población descendiente de africanos. Aún hoy, no se decide por voto popular, sino mediante un sistema indirecto, con muchas restricciones: hay que estar registrado para emitir el voto y el trámite para inscribirse es engorroso, se vota en un dia laboral, hay estados donde no pueden votar quienes tienen conflicto con la ley, en zonas con mayoría de población afroestadounidense hay pocas estaciones de voto. Por eso, el porcentaje de participación es bajo, en comparación con países que tienen sufragio obligatorio.

¿Puede haber una batalla judicial?

La campaña de Trump ya presentó una demanda ante el Tribunal de Reclamaciones del estado de Míchigan y otra similar en Pensilvania para detener el recuento de votos. El motivo es que no tuvieron “acceso significativo” a la apertura de las urnas. En el caso de Pensilvania, la campaña de Trump acusó a las autoridades electorales de ocultar los votos a los observadores republicanos. Lo cierto es que, si hay un resultado disputado, puede tener que decidir la Corte Suprema, donde Trump tiene mayoría.

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