Ni el virus, ni la inseguridad, ni la lluvia las frena, igual cumplen su tarea en la Perla del Sur

Son amas de casas, con hijos, algunas solteras y otras estudiantes. Llueva o truene, todos los días tienen la responsabilidad de mantener limpias las calles de Concepción. Antes lo hacían sólo los hombres. Pero por un criterio que se vincula con la prolijidad y la necesidad de darles contención económica, se decidió priorizar a las mujeres. En este tiempo de pandemia la tarea que cumplen tiene un valor singular porque va de la mano con la higiene y la prevención de las enfermedades.

Es una labor que no está exenta de riesgos y sacrificios, se advierte. Esta legión de barrenderas está integrada por más de 150 trabajadoras desplegadas en tres turnos diarios y en diversos sectores de la ciudad. Pertenecen a proyectos laborales que están canalizados a través de la municipalidad local y dependen de la sección Barrido y Limpieza. La mayoría son jóvenes que provienen de distintos barrios y comunidades aledañas. Llegan a pie o en motos a sus trabajos y con las primeras luces del alba se desplazan hasta 13 cuadras levantando las basuras que arrojan vecinos inescrupulosos o las hojas que caen de los árboles.

“A veces, cuando salimos de casa al trabajo, nos agarra el miedo a los delincuentes. Es que los hay por todos lados. Por quitarte una moto son capaces de cualquier cosa. Y también está el temor a contraer enfermedades. Pero en ese sentido uno se cuida con los elementos de prevención”, confesó Débora Saavedra (24), del barrio Alverar. Es madre de dos niños de cinco y tres años. “Uno lidia en rigor con algunas inconductas de los vecinos que a veces sacan basuras a las calles y en vez de amontonarlas o de depositarlas en bolsas o contenedores, las desperdigan por todos lados. También están los que las sacan en días en que no pasa el recolector y quedan expuestas a los perros”, expuso la mujer. “Si cambiaran ese comportamiento nuestra tarea no sería tan complicada a veces”, advirtió.

“Uno trabaja para vivir mejor y no hacerle faltar nada a los hijos. Algunas apenas para sobrevivir. Es que cada vez cuesta más mantener un hogar. Los costos de los alimentos nomás casi no te dejan dinero para otra cosa”, dice Norma Graneros, del barrio Independencia. Madre de dos hijos, su esposo trabaja durante el día como albañil y en las noches como mozo de un bar. “Uno se la banca ahora porque es joven y tiene salud, que es lo más importante. Además es una suerte tener trabajo”, remató.

Sara Montero, es secretaria y coordinadora de las tareas que despliegan las barrenderas. Aseguró que ella misma se inició limpiando las calles y que luego de hacer el secundario y otras capacitaciones consiguió su actual cargo. “Aquí todas tenemos posibilidades de progresar. Todo depende del empeño de cada una. La mayoría es muy sacrificada y hace su labor de manera admirable”, observó. “Las chicas trabajan distribuidas en tres turnos que se extienden desde las 6 hasta las 19. Cada grupo cumple en promedio cinco horas diarias de trabajo, aunque todo está supeditado al tiempo en que terminan la tarea encomendada. De ahí que algunas se retiran dos horas antes”, comentó.

Rafael Oscar Alvarez, de la sección Barrido, comentó que cuando el intendente Roberto Sánchez inició su gestión advirtió la necesidad de transformar el aspecto poco limpio de la ciudad. “Siempre hubo barrenderos, pero no en la cantidad y necesidad que había. Así, con pocos recursos se abordó la problemática. Pero había que aumentar personal”, sostuvo. “La idea de tomar a mujeres surgió porque se las considera más prolijas en las tareas de limpieza. También prevaleció la necesidad de brindar contención a todas aquellas que tienen a su cargo hijos, algunas que son solteras y también son madres o estudian, u otras con familia numerosa”, precisó. “Se les brinda indumentaria, hay un protocolo en razón de ésta pandemia, y perciben un ingreso que se está en procura de mejorar. Es un grupo del que estoy orgulloso. Pues son las responsables del aspecto limpio que ofrece la ciudad”, apuntó Alvarez. Valoró esa conquista a partir de lo difícil de la tarea. Así admitió lo denunciado por Débora: “hay vecinos, entre ellos comerciantes, que dan dolores de cabeza. Arrojan las basuras en lugares indebidos. O la sacan para los recolectores cuando no deben. Es algo inadmisible”, concluyó.