Alfredo del Lungo: un lutier florentino que hizo patria en Tucumán

Alfredo del Lungo: un lutier florentino que hizo patria en Tucumán

La Universidad Nacional de Tucumán contrató al destacado maestro para que creara la Escuela de Lutería, que está soplando 70 velitas. La restauración de la colección de instrumentos de los Médici.

INSTITUCIÓN PIONERA. La Escuela de Lutería de la UNT cumple siete décadas dedicada a crear instrumentos.  INSTITUCIÓN PIONERA. La Escuela de Lutería de la UNT cumple siete décadas dedicada a crear instrumentos.

1993. Julio 6. La voz de un chelo está abriendo el pañuelo de su alma para entregarlo tal vez a la esperanza. Las manos maduran lentamente el arce y el abeto. Los anteojos de la imaginación dibujan firuletes en la madera. Modelan el clavijero. Los sueños desvelan la intuición cuando empuña las herramientas. Un preludio de Bach fluye ahora por los párpados de ese hombre florentino que ha amado con creces la tierra tucumana.

Flashes de vida se agitan en la inconsciencia. Allí está Giuseppe. La alegría brinca en el patio de la casa el 5 de diciembre, ese domingo de 1909, cuando siente que su madre calma su llanto recién nacido trepándolo a su seno. Un aroma maderero le recorre los latidos en el taller de su padre, discípulo de Valentino De Zorzi, que es desde hace tiempo un reputado lutier. El arte sigue respirando en Florencia. El corazón responde a los ecos del chelo y lo empuja a entrar al conservatorio. Tiene 17 años. Una noche, ve como en el arco de la muerte viaja ya la silueta de don Giuseppe. El taller le abre los brazos, los instrumentos en pañales también. Debe mantener la familia.

1933. Es lutier oficial de la Orquesta Estable del Teatro Comunal Florentino. 1945. Lo designan lutier conservador del Museo de Instrumentos Antiguos del Conservatorio Nacional de Música “Luigi Cherubini”, de Florencia, durante muchos años depositario de la excolección de Gran Ducado de Toscana, la Corte de los Medici, entre otros.

Hambre de posguerra

En 1948, la Universidad Nacional de Tucumán vive momentos de esplendor. El 7 de noviembre, en el teatro Odeón (luego San Martín), bajo la batuta de Carlos Cillario, la Orquesta Sinfónica ha dado su concierto inaugural, con el pianista húngaro Ernö von Dohnanyi como solista. Destacados músicos extranjeros y locales la prestigian. Es necesario mantener, y en el que caso que sea necesario, reparar los instrumentos. 1949. Lo contactan en Italia para que se ocupe de la creación del Taller-Escuela de Lutería, que dependerá del Departamento de Artes. El hambre de la posguerra lo empuja a aceptar el tentador ofrecimiento; debe también formar discípulos. Crea en 1950 el flamante organismo, que comenzará a caminar al año siguiente.

FUNDADOR Y ARTESANO. Alfredo Del Lungo nació en Italia, pero dejó la mayor parte de su legado en Tucumán. FUNDADOR Y ARTESANO. Alfredo Del Lungo nació en Italia, pero dejó la mayor parte de su legado en Tucumán.

“Cuando fui conservador en el Museo de Florencia, pedía a las autoridades que los hicieran tocar a los Stradivari y Amati todas las semanas porque si no se echan a perder. Por eso, los instrumentos que tocan los solistas, son muy buenos y espontáneos y están bien educados. Porque el instrumento es como el hombre, hay que educarlo”, me cuenta.

Es invitado a congresos internacionales: Stuttgart (Alemania, 1965), París (1967), Copenhague (Dinamarca, 1969), Filadelfia (EEUU, 1975), Amsterdam (Holanda, 1977), Mittenwald (Alemania, 1979) y Cannes (Francia, 1981). Recibe varias distinciones a lo largo del camino.

“Cuando estaba restaurando los instrumentos en Florencia, me tenían prácticamente encerrado en el museo; mi esposa Catarina me llevaba la comida todos los días”, relata mi ilustre vecino de Chacabuco al 200. Varios meses fatiga su talento en el museo florentino; se niega a percibir honorarios por la magna tarea. Un año después, el Gobierno de Italia le cuelga en el pecho la condecoración Caballero de la Orden de la República Italiana.

Forma discípulos en el Taller-Escuela tucumano, única institución del tipo en Sudamérica. Su prestigio en el exterior crece, pero en casa de herrero cuchillo de palo: lamenta a menudo la ingratitud local, la tan mentada falta de reconocimiento. “Usted sabe que el arce es una de las maderas más preciadas para la construcción de los violines. Traje de Italia unas semillas y las planté en la ladera del cerro San Javier, pero no prendieron, quizás por el clima húmedo, una pena”, me conversa.

La guía del corazón

Con el paso del tiempo, los salarios universitarios enflaquecen. La jubilación posterior invita al desasosiego. Construye chelos y violines por encargo de artistas extranjeros. El esmeralda de los ojos de Catarina guía su corazón. Él atiende con esmero su enfermedad. Le quedan escasas fuerzas para su trabajo. El desánimo a veces le hace una zancadilla.

“- ¿Maestro, se anima a hacerme una guitarra? ¿Aceptaría que le pague con empanadas y un bienbec vallisto?

- (se ríe) No, signore Espinosa, hace tiempo que no construyo guitarras; ahora estoy con el encargo de un violín para un músico europeo, que me demoro en terminar… además me gusta el anís”.

Ese martes 6 de julio, el frío estremece los 83 años de su calvicie viuda y soledosa. Los espíritus de Stradivari, Amati y Guarneri abrazan con calidez el alma del maestro Alfredo Del Lungo. Quizás un eco de violines y chelos lo lleva entonces de la mano a la eternidad.

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