Hicieron barbijos para niños en un merendero y los repartieron

Hicieron barbijos para niños en un merendero y los repartieron

Un grupo de recuperación de las adicciones repartió 220 cubrebocas para concientizar sobre medidas de prevención de contagio en el barrio.

RECUPERACIÓN. “Semillita” fue el encargado de hornear los bollos en el horno ecológico a su espalda. gentileza fotos de Sebastián Lorenzo Pisarello RECUPERACIÓN. “Semillita” fue el encargado de hornear los bollos en el horno ecológico a su espalda. gentileza fotos de Sebastián Lorenzo Pisarello

El amasado de 13 kilos de harina para los bollos de la merienda en el patio de Víctor Guerra tuvo más emoción que las otras siestas. “Estamos orgullosos. Acá luchamos para salir de las adicciones, conseguimos donaciones para mantener el merendero tres veces por semana para los chicos del barrio y ahora además vamos a cumplir con un sueño: regalarles barbijos hechos por nosotros a niñas y niños. Por esto cada vez siento más orgullo de ser de Los Vázquez”, contó Guerra en una pausa entre tareas.

Hace unos meses, el grupo “Con esperanza nos fortalecemos” de Los Vázquez había definido hacer algo frente a la pandemia. La veintena de jóvenes que se recupera de las adicciones junto al trabajo de los psicólogos Gabriela Morales Perrone, Emilio Mustafá y la trabajadora social Laura Ruiz de Huidobro, conformó junto a los vecinos un comité barrial de crisis para organizar tareas de prevención en el barrio. Después, como participan de un convenio junto a la Universidad San Pablo-T, organizaron el taller textil para hacer barbijos. En la primera etapa confeccionaron barbijos y el gremio ATE los compró, para apoyar el proceso. En la segunda etapa, elaboraron 220 barbijos infantiles para regalar en el merendero, porque las familias en general tienen cubrebocas pero para adultos. La siguiente etapa es mantener el taller textil como espacio de micro emprendimiento para un futuro proyecto de reinserción laboral. La confección de barbijos forma parte de la tarea de recuperación y fortalecimiento subjetivo a nivel individual, grupal y comunitario, explicaron las técnicas.

ESTRENO. Se pusieron el barbijo para retirar la vianda.  ESTRENO. Se pusieron el barbijo para retirar la vianda.

“Para mí significa mucho. Notamos que faltaba trabajo con los chicos en la concientización del virus, esto es importante esto. Adentro del barrio es contada la gente que usa un cubrebocas, así que poder haber aprendido a hacer barbijos y donar uno a cada niña y niño que viene al merendero, es algo grandioso. Es algo hermoso aprender algo nuevo y que sirva a la gente”, explicó Guerra. “El Siprosa pasó hace mucho repartiendo barbijos pero de los descartables y para adultos. Es una situación espantosa, pero acá tenemos que ayudarnos. Es juntos, no solos. Esto nos sirve para motivar a los chicos que se están recuperando, porque muchos están quebrados todavía. Cuesta salir, pero el objetivo recuperarnos”, agregó.

LOGO. El carro a caballo, la marca del barrio. LOGO. El carro a caballo, la marca del barrio.

Al fondo de la casa, J.A.G. quedó encargado de hornear los bollos en un horno a leña. “Estamos yendo adelante, con la mejor. Es muy bueno lo que se está haciendo como grupo. Me hace bien estar acá, me siento de 10, estoy tranqui. Quiero ver si me puedo internar en (el centro de recuperación de adicciones) Las Moritas”, contó J.A.G, de 17 años, pero que todos conocen como “Semillita”. “Me gustaría completar la escuela, mataría eso. Dejé en sexto grado. Esto es lindo, puedo pensar en otra cosa. Me cambia la mente ayudar con los barbijos, hacer el café, los bollos. Me gustaría ponerme mejor, conseguir un trabajo de lo que sea para ayudar en casa, aprender un oficio. Algo”, contó mientras acomodaba los bollos.

A “Semillita” le pesa la discriminación. Dijo que siente las miradas que lo juzgan y que eso le duele. “Cuando salgo del barrio mucha gente me mira mal. Estuve haciendo daño, es verdad, y ahora que trato de salir pero me duele ese... ese prejuicio, esa causa. Quiero volver a ser el de antes, que no hacía daño a nadie. Quiero cambiar esto. Ahora salgo del barrio o subo a un colectivo y es... me miran todos mal. Una banda mal. Da pena, las siento a esas miradas. Quiero subir a un colectivo y que no me pongan mala cara. Que me saluden, eso estaría mejor”. Adelante, los chicos iban pasando por turnos, se lavaban las manos. Con el barbijo nuevo colocado, retiraron su taza de mate cocido y el bollo con mortadela.

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