Sintomatologías del poder que no quiere límites

Sintomatologías del poder que no quiere límites

Tucumán ha sido protagonista de dos manifestaciones de poder palmarias, a la vez que complementarias, durante la primera semana de octubre. Las dos tienen que ver con excesos. Una, con el excesivo apego de la oposición por las internas y su consecuente alergia por ocupar espacios institucionales. La otra tiene que ver con lo opuesto: el desapego por las barreras institucionales por parte del oficialismo y su compulsión por el poder desmesurado.

Es decir que las dos tienen que ver con el peor de los modelos de poder: el que no tiene límites.

La alergia

El primero de los sucesos ha sido la elección por parte del presidente Alberto Fernández del juez federal N° 1 de Tucumán, Daniel Bejas, para ocupar una de las vocalías de la trascendente Cámara Nacional Electoral. La determinación del jefe de Estado no entraña ninguna irregularidad: Bejas, el magistrado con competencia electoral en la Justicia Federal con asiento en Tucumán, se sometió al concurso público de antecedentes y oposición del Consejo de la Magistratura de la Nación y quedó legítimamente ternado, luego de que superara el período de impugnaciones, en un honroso segundo lugar. Lo irregular, en todo caso, es lo que la actual oposición hizo en la gestión anterior, cuando era oficialismo.

En el concurso en el que compitió Bejas terminó, en primer término, la secretaria de la Cámara, Alejandra Lázzaro; y, tercero, el secretario de Actuación Judicial de la Cámara, Hernán Gonçalves Figueiredo. A partir de ello, los radicales y los macristas se trenzaron en una discusión eterna: la UCR pugnaba por Lázzaro; el PRO, por Gonçalves Figueiredo. Deben ser un prodigio discutiendo como para que debatir les importe más que decidir: enfrascados en esa pelea, consiguieron que Mauricio Macri nunca tomase una decisión y que jamás remitiera un pliego. Fernández, en cambio, ya escogió al tucumano Bejas.

No se puede dudar de la honestidad política de esta gente: cuando la oposición al peronismo encuentra un espacio de poder, inmediatamente lo devuelve, porque de seguro no es suyo… De las muchas maneras en que puede calificarse esa vocación incansable por no ejercer el poder, una de las pocas que resultan elegantes fue inmortalizada por José Hernández: Yo he visto muchos cantores, / con famas bien otenidas, / y que después de alquiridas / no las quieren sustentar. / Parece que sin largar / se cansaron en partidas, canta Martín Fierro, desvelado por una pena extraordinaria.

Después (“qué importa el después”, llora el tango Naranjo en flor), hay dos versiones sobre el hecho de que Fernández reparase en Bejas. La primera es que, con la llegada de este mes, se activó la cuenta regresiva para los comicios de diputados y senadores que se celebrará, justamente, en octubre del año que viene. Así que entre proyectos de cronogramas y la riña en torno de si debe haber o no PASO, alguien preguntó quién es el tercer vocal junto con Alberto Dalla Vía y Santiago Corcuera… Ese lugar está vacante desde 2016. Entonces, recordaron el concurso, revisaron la terna y advirtieron que entre la calificada “favorita” de los radicales y el experimentado “delfín” macrista estaba el no menos idóneo Bejas, hombre que supo ser apoderado del PJ en Tucumán. Lo demás es el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, defendiendo al magistrado tucumano el jueves, en el Senado, ante opositores que conciben al poder como algo que sucede mientras ellos están jugando a la “internita” en otra parte.

La otra versión ubica el asunto fuera de los despachos y lo muda a los jardines de la Quinta Presidencial de Olivos, hace tres semanas. Terminaba un encuentro entre Fernández y el gobernador Juan Manzur, en la que el tucumano (viaja todas las semanas a Buenos Aires, aunque el coronavirus venga degollando) le había acercado al primer mandatario la inquietud propia, y de varios “compañeros” sindicalistas, acerca de un gran acto “virtual” por el Día de la Lealtad, que la liturgia peronista celebrará en ocho días. Ahí se escuchó el nombre de Bejas. Unos jardineros dicen que Manzur se acordó de él. Otros, que Fernández le preguntó sobre el magistrado. Una cosa es cierta: luego de que la noticia se conociera el lunes, el celular de Juan Manzur recibió el llamado de un número incontable de gobernadores, cercano a 19…

Lo demás es, nuevamente, el ministro coordinador de la Casa Rosada reivindicando a Bejas en la Cámara Alta, frente a quienes fueron oficialistas durante el macrismo, ese período en el cual se dedicaron cuatro años a interrogar la naturaleza del poder antes que a ejercerlo.

El pelotón

La segunda demostración de poder, en la cual a la oposición no cabe asignarle responsabilidad, ha ocurrido en la Legislatura, donde a principios de esta semana quedó formalmente constituido el pelotón de fusilamiento institucional del juez Enrique Pedicone. El magistrado, como se sabe, denunció que el vocal de la Corte le pidió que “maneje la intensidad” de una causa contra Ricardo Bussi, según el opositor sea funcional al oficialismo, o no. Afirma que grabó la conversación y los audios se publicaron en LA GACETA. Leiva, que niega el diálogo y sostiene que los audios son “armados” y editados, contradenunció a Pedicone y lo acusó de haber actuado en causas sin tener competencia para ello y de haber liberado en menos de un año a más de un centenar de procesados por delitos peligrosos.

Esas “materias” vertebran los pedidos de expulsión que acumularon unos y otros. El lunes, la comisión de Juicio Político resolvió que ninguno de los seis planteos contra el miembro del alto tribunal admitía ser analizado, alegando que la acusación de Pedicone está controvertida: el denunciante sostiene que ha ocurrido un hecho que el denunciado niega de cabo a rabo. Y los legisladores oficialistas se desesperan explicando que todos los planteos de remoción contra Leiva estaban fundados en los audios que el juez de Impugnación entregó a la prensa.

En las antípodas de esa prudencia de Estado, a Pedicone le admitieron los siete pedidos de remoción. Siete. Hay planteos que podrían haberse unificado. Los expedientes promovidos por el ex juez Carlos Mayer y por el ex legislador Juan Eduardo Rojas están referidos a víctimas de delitos. Pero en vez de conformar un solo caso, son tres. Los planteos del ex legislador Antonio Raed y del abogado Alfredo Falú cuestionan la conducta del ex camarista con posterioridad a radicar su denuncia contra Leiva ante el Ministerio Público Fiscal. Pero en vez de conformar un solo caso, son dos. Lo mismo con sendos planteos de los letrados Carlos María Gallardo e Ingrid Lausberg: cuestionan, esencialmente, que Pedicone haya dispuesto el cese de prisión preventiva de Ángel Edgardo Sacarías Bravo el 19 de agosto, cuando la Acordada 533 no lo habilitaba a trabajar durante la miniferia del fuero penal, lo cual fue ratificado por la Acordada 730 el 20 de agosto. No se unificó el expediente sino que se comunicaron los dos.

Justamente, el oficialismo en la comisión de Juicio Político ha hecho hincapié en que no va a revisar el contenido de los fallos del juez, sino que ha reparado en el “cargo” de la presunta actuación de Pedicone cuando, supuestamente, no tenía competencia para hacerlo. Si ese era el caso, debieron correrle traslado de dos pedidos de juicio político. Entre los abogados del oficialismo legislativo, ciertamente, el planteo de Falú es considerado el más sólido. Entonces, eventualmente, podrían haber admitido tres expedientes contra el magistrado. Pero acogieron todos. Sin miramientos. O lo que es igual, ciegamente.

Si a la vez que a Leiva lo desocuparon de todo el trámite parlamentario, a Pedicone le mandaron siete pedidos de destitución para que los conteste en 15 días hábiles, más que “correrle traslado” de los expedientes, le hubieran preguntado cuál es su último deseo. Porque a la hora de analizar la respuesta, será “Preparados”; cuando la comisión de Juicio Político vote si formula o no acusación será “Apunten”. Y lo que sigue es… el Jurado de Enjuiciamiento.

El “Maracanazo”

El domingo, LA GACETA anticipó que la discusión que se daba en el corazón del poder tenía, de un lado, a los buscadores de consensos, las “palomas”, proponiendo una suerte de “clearing” de planteos: voltear los expedientes contra uno y contra otro y dejar todo en fojas cero (nunca fue una opción, ni siquiera para los “dialoguistas”, admitir ni medio expediente contra Leiva). Del otro lado, los “halcones” reclamaban “goleada” y “escarmiento”. Primó esta concepción del poder sin freno. “Salió Maracanazo”, fue la síntesis de uno de los hombres duros del poder.

En este punto es donde el poder irrefrenado, que es el que campea en el norte caudillista de este país, engendra un fenómeno particular: el microclima. Giovanni Sartori enseña en sus incansables lecciones sobre la democracia que cuando el poder está repartido y equilibrado por la república entre Ejecutivo, Legislativo y Judicial, surge un poder no constituido, no previsto en el contrato constitucional, que también se encarga de controlar a las instituciones: la opinión pública. Se gobierna, entonces, con un pie en el poder y otro en el consenso social. Pero cuando el ejercicio de la autoridad no encuentra fronteras, un pie está en el poder y el otro está en el microclima. No importa el poder “para” la comunidad, sino que interesa el poder por el poder mismo. Así se practica en Tucumán. Y así lo entienden, incluso, los opositores. A diferencia del pedido de juicio político contra Leiva presentado por los referentes de Juntos por el Cambio, el pronunciamiento de ese frente en contra de la decisión del oficialismo legislativo, publicado ayer, ya no lleva la firma de intendentes ni legisladores.

Pero no todo es responsabilidad de los adversarios. El peronismo le adeuda a Tucumán una Ley de Régimen Electoral y los Partidos Políticos: según la Constitución que el peronismo reformó en 2006 para José Alperovich, la norma debía dictarse antes de que terminase ese año. Bien, gracias. La mora constitucional condena a la provincia al oprobio del régimen de acoples, una máquina electoral que funciona sólo con dinero, y que por tanto no produce representantes del pueblo sino delegados del poder.

Luego, está la responsabilidad de los tucumanos. Le dieron el triunfo al oficialismo, el año pasado, con la mitad más uno de los votos. Y los dos tercios de la representación en la Legislatura. Con semejante resultado, pedirle al poder político que se limite es éticamente irreprochable y pragmáticamente imposible. En la Constitución francesa del año III (1795), el penúltimo artículo dice: “Los ciudadanos recordarán siempre que, de la prudencia en la elección de las asambleas primarias y electorales, depende principalmente la duración, conservación y prosperidad de la República”. Claro está, eso es la Modernidad…

En ese punto, el pelotón de fusilamiento institucional constituido ya no se limita a Pedicone. La comisión de Juicio Político sentenció el “7 a 0” durante el mismo lunes en que Manzur anotaba un “golazo” en la Cámara Nacional Electoral. El jaldismo estaba dando su mensaje en la Legislatura. Ese poder también tiene un “líder”, dispuesto a ejercer el poder.

El pálpito

La vía que todavía sigue habilitada es la judicial. Pero al respecto, propio y extraños palpitan que es más o menos inminente su cierre. El juez conclusional Juan Francisco Pisa le negó rol de querellante a Pedicone en la denuncia contra Leiva, y ratificó que, como dictaminó la fiscala Mariana Rivadeneira, el caso se tramitará con el anterior Código Procesal. El juez denunciante ha interpuesto un recurso de “per saltum” con la intención de que la Corte revea esta decisión, pero ese recurso no congela los plazos de la investigación sumaria que, como su nombre indica, debe resolver expeditivamente la representante del Ministerio Público Fiscal.

Por estas horas, y dado que los audios ni siquiera han llegado a Tribunales (Pedicone los dejó en custodia en una escribanía), y que las actas que daban fe de esas grabaciones han sido cuestionadas por el propio funcionario que las redactó, el pronóstico más aceptado es que seguiría la exclusión de esos elementos como prueba y el archivo de la causa.

Y donde dice “Será Justicia”, al pie de cada escrito, habrá que leer “Será Poder”.

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