Análisis: nunca se deja de amar a un tata

Análisis: nunca se deja de amar a un tata

UN ÍCONO. Mafalda, de Quino, es el símbolo de la campaña que llegó hoy a los medios gráficos y a las redes sociales. UN ÍCONO. Mafalda, de Quino, es el símbolo de la campaña que llegó hoy a los medios gráficos y a las redes sociales. FOTO TOMADA DE TWITTER.COM/CULTURANACIONAR

Tal vez te habías cansado o tenías ganas de dejarme en libertad. Las librianas somos menos complicadas de lo que se cree. Así como nací como una humorada ese 29 de septiembre del 64, vos no te quedaste atrás porque llegaste un 17 de julio y te anotaron el 17 del mes siguiente. Los chinos dicen que las dragonas somos carismáticas, sabias, creativas, tolerantes y sociales, ¿será?

Me tocó un mundo convulsionado. Soy un poco -o bastante- hija del Vaticano II, el Che, Vietnam, el Mayo francés… y también de mis amores de Liverpool. Como siempre, apenas uno pone los pies en la tierra se acaba la diversión… pero bien cierto es que de poco sirve tomarse demasiado en serio: si no haces cosas estúpidas cuando eres joven, no tienes nada de que sonreír cuando estás viejo.

Soy una changuita que se acostumbró a conversar con los adultos. Me siguen sacando de quicio la injusticia, la discriminación, los fundamentalismos… Sí, ya sé, hay más problemólogos que solucionólogos, pero ¿qué vamos a hacerle…? El problema de las mentes cerradas es que siempre tienen la boca abierta.

Mi espíritu rebelde, contestatario y hasta mordaz, seguro que incomoda a muchos. Algunos me aman por ser como soy, otros me odian por la misma razón, pero yo vine a esta vida a tratar de ser feliz… ¡no a complacer a nadie! ¿Se entiende? Dicen que siempre es bueno tener adversarios o detractores para bajar la soberbia.

Ese lunes 25 de junio no debe haber sido grato para vos. Me sentí abandonada. Huérfana. Terminé aceptándolo. Me soltaste la mano. Era hora de crecer, ¿que no? Pensé que, con los años, los admiradores se hartarían de mí y me olvidarían, todo lo contrario. Tuve vuelo propio, pero no crecí. Como el país, me quedé petisa, rezongona, porque los argentinos no pueden o no quieren cambiar. ¿Será por eso que mis preguntas y críticas siguen vivitas y coleando? Me hiciste así. Y aunque desde 1974 nos perdimos el rastro, nunca se deja de amar a un tata. Por eso, mi amado Quino, seguirás latiendo en mi rebeldía que hasta ahora viene derrotando el tiempo.

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