Un parque surgido del sueño de una adolescente

Un parque surgido del sueño de una adolescente

El parque de Santa Ana, un diseño Carlos Thays, el mismo paisajista que planificó el parque 9 de Julio, fue declarado patrimonio cultural de Tucumán en 2004. Fue el jardín de la casa de la familia Hileret.

LEYENDA. dfasdf asdfasdas fasdf asdf asdfasdfasdfasdfasdfa sdfasdfafa credito LEYENDA. dfasdf asdfasdas fasdf asdf asdfasdfasdfasdfasdfa sdfasdfafa credito LA GACETA / OSVALDO RIPOLL

El parque de Santa Ana, diseñado por el paisajista francés Carlos Thays, cumplió 119 años. El sitio, mediante Ley provincial 7.535 de 2004, fue declarado patrimonio cultural. La comuna local todos los años festejaba el aniversario del parque, con una fiesta popular que reunía principalmente a los jóvenes. Esta vez la pandemia de la covid-19 impidió la fiesta. El comisionado comunal Diego Reales dijo que el paréntesis en la celebración coincide con el reimpulso que se está dando a un proyecto de recuperación de los túneles desplegados en el paseo y otros sectores del microcentro del pueblo y que comunicaban a las distintas dependencias de la planta azucarera. 

“Al parque hay que consolidarlo como un atractivo turístico y para ello hay que desenterrar los vestigios de la historia del ingenio que fue el más grande de Sudámerica. Este paseo fue el jardín de la casa en que vivía la familia de don Clodomiro Hileret, dueño del Santa Ana” expuso Reales.

En el parque, ubicado entre las calles Pellegrini, Sarmiento y Belgrano, en diagonal al predio del ex ingenio, se aprecian especies forestales autóctonas, y otras traídas del extranjero, desplegadas en un terreno de dos hectáreas. “Este parque fue un regalo que le hizo don Clodomiro a su hija María Luisa, la única mujer de los tres hijos que tuvo. Y le entregó en el día que cumplía sus 15 años, un 23 de septiembre” contó el comisionado comunal.

De acuerdo con datos históricos reunidos en la comuna, el lugar emergió de un sueño que tuvo la joven y que se lo contó a su padre. Se vio en un lago con peces de todo tipo y tamaño, provisto de barquitos, amarradero y una gruta, en la que ella subía y bajaba con sus amigas.

“El espejo de agua estaba en el medio de un hermoso predio de árboles gigantes y de flores exóticas” refiere la historia. Hileret envió a su hija a pasear a Francia. Y durante el período que permaneció en ese país, encargó al paisajista Thays (que también diseñó el Parque 9 de Julio de la capital) cristalizar el sueño de su hija.“Nuestro parque representa la más linda fantasía vivida por María Luisa Hilert. Y no hay que dejar que se desvanezca. Es que ahora puede ayudar a que Santa Ana tome impulso a través del turismo” concluyó Reales.

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