Cuando el viaje se sale de curso

Cuando el viaje se sale de curso

En julio de 1993, un grupo de 27 jugadores de rugby pertenecientes al club San José se quedó varado durante casi dos días en el Paso de Jama, soportando temperaturas cercanas a los 30 grados bajo cero.

AL RESCATE. Los amigos que salieron en auto hacia la Cordillera para buscarlos. la gaceta / archivo   AL RESCATE. Los amigos que salieron en auto hacia la Cordillera para buscarlos. la gaceta / archivo

El 9 de julio de 1993, los ojos del país estaban puestos en Tucumán. A la presencia del presidente Carlos Menem para participar del acto por el Día de la Independencia se le sumaba la de Marcelo Tinelli, que preparaba una emisión especial de “Videomatch”. Sin embargo, parte de la atención de los medios nacionales se la robó el final de un incidente que durante varios días mantuvo en vilo a muchos tucumanos: la odisea que vivió un grupo de 27 jugadores de rugby de la provincia al quedar atrapados en el Paso de Jama, soportando temperaturas de casi 30 grados bajo cero durante casi 40 horas hasta que fueron rescatados.

Invitados por a participar de un torneo en Antofagasta, los jugadores del San José -un joven y pequeño club del ascenso tucumano- organizaron el viaje con mucha ansiedad. “La idea de viajar a Chile para jugar un torneo internacional nos entusiasmaba muchísimo”, describe Juan Portillo. Desde la plaza Urquiza partieron hacia lo que esperaban fuese un viaje inolvidable. Y vaya si lo fue, pero no por los motivos que esperaban.

UNA PESADILLA. Los jugadores tratando de mover el colectivo de Turislandia.   UNA PESADILLA. Los jugadores tratando de mover el colectivo de Turislandia.

Ya la ida a Antofagasta fue escabrosa. “Los de la empresa que contratamos esperaban comprar cubiertas nuevas en Chile porque era más barato, así que las que llevábamos ya estaban destruidas”, describe Portillo. Pincharon cuatro veces en el camino, y ya ni auxilio tenían. Para colmo, el micro venía muy flojo de papeles: la empresa Turislandia no tenía permiso para hacer viajes internacionales, por lo que no se permitió al vehículo cruzar la frontera. Los jugadores debieron caminar varios kilómetros en plena noche hasta un pueblo cercano para dormir en un alojamiento precario, con comida que no alcanzaba para todos y debió ser sorteada. El consulado argentino le abrió camino al colectivo al día siguiente. Lo que debía ser un viaje de 20 horas, tomó casi 50. Y eso que todavía faltaba lo peor...

MARCADOS A FUEGO. La odisea generó una unión muy fuerte, hasta el día de hoy. MARCADOS A FUEGO. La odisea generó una unión muy fuerte, hasta el día de hoy.

La vuelta

Fue un viaje de emociones extremas. Los del San José pasaron de la furia a la alegría porque, a pesar de haber llegado tarde y tenido que jugar horas después de bajarse del colectivo, derrotaron a todos y se adjudicaron el torneo. “Acá en Tucumán no le ganábamos a nadie, y allá fuimos campeones, así que el festejo fue tremendo”, recuerda Juan Pablo Calleri.

CONGELADO. El auto de Villarrubia, remolcado en la montaña. CONGELADO. El auto de Villarrubia, remolcado en la montaña.

Tan tremenda como la celebración fue la vuelta a Tucumán. Tras el desayuno en Calama, siguieron camino a San Pedro de Atacama, donde se ubicaba la aduana chilena. Lo que los choferes y los jugadores no sabían es que lo más recomendable era esperar a la mañana para hacer el siguiente tramo del trayecto. Avanzar en la oscuridad era muy riesgoso. “En esa época, el Paso de Jama no era lo que es hoy. Apenas había una senda marcada por una topadora. Y nos agarró el famoso viento blanco, que es una tormenta de película, va para todos lados, no se ve nada”, describe Calleri. “Algunos chicos habían propuesto orinar en un balde para echarle al parabrisas y que corriera la nieva, porque estaba todo tapado, agrega Portillo. Sin visibilidad, el colectivo avanzaba a paso de hombre, hasta que se paró completamente. El frío había congelado el combustible. Para peor, en la aduana chilena no habían dado aviso del paso del colectivo, así que nadie los esperaba del lado argentino.

ANTES DEL VIAJE. El plantel “santo” parte hacia Olavarría en 2012. ANTES DEL VIAJE. El plantel “santo” parte hacia Olavarría en 2012.

Donde sí los esperaban era en Tucumán: sin noticias del equipo, familiares y amigos comenzaron a impacientarse. Algunos de ellos incluso partieron en auto hacia la Cordillera para buscarlos.

Varados en la Cuesta de Lapacana, a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, los jugadores del San José comenzaron a sufrir las consecuencias del frío y la altura. “El hecho de ser jugadores de rugby nos ayudó mucho, porque nos organizamos como un equipo y nos ayudamos entre todos. Esa hermandad fue vital para salir adelante”, opina Pablo Ribó. A quienes sufrían mareos o estaban más afectados los juntaron en la parte de atrás del micro, y se turnaban para atenderlos. Algunos estaban con principio de congelamiento. No había suficiente comida ni bebida, por lo que algunos de los que estaban en mejor condición comenzaron a planear una expedición en busca de ayuda. Juntaron ropa seca y planificaron la salida.

“Cuando estábamos por salir, apareció un camión de Vialidad. Es que cuando pasa el viento blanco, salen a fijarse si no se quedó alguien atrapado en la ruta, porque a veces los carabineros no avisan”, cuenta Portillo.

En camión volquete los trasladaron hacia el campamento de Vialidad, donde les preparon sopa con lo poco que había. Hicieron noche en el campamento, al día siguiente los llevaron hasta Susques, en Jujuy, donde volvieron a pernoctar. Recién al cuarto día pudieron llegar a Tucumán, donde fueron recibidos por sus afectos en un emotivo reencuentro.

“Nos comportamos no sólo como un equipo, sino como un equipo de rugby, que no es un detalle menor”, remarca Ribó. Haber pasado por una experiencia tan intensa los marcó a fuego y los unió como grupo, al punto de que hoy, 27 años después del incidente y con el club ya extinto hace más de 20, los jugadores del San José siguen siendo buenos amigos y reuniéndose de vez en cuando. “Lo curioso es que poco antes se había estrenado la película ‘Viven’”, cuenta Portillo. De hecho, se cuenta que el presidente del club, Pedro Yane Mane, la había visto dos días antes del viaje. Por fortuna, esta historia tuvo un final muy diferente.

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