Pedicone, marche preso

Es juez pero se defiende como político; es polémico, mediático, inmanejable y audaz. Hizo temblar los cimientos de los tribunales con una denuncia cuya gravedad hirió a la Justicia. La grabación de un diálogo inapropiado que presentó como prueba contra un vocal de la Corte animó a la oposición. Aunque en quijotesca soledad y debilidad alteró al peronismo, que cuando gobierna maneja los hilos institucionales bordeando los límites de la legalidad, haciendo sentir a los adversarios el rigor del poder constitucional. Se le cree a Pedicone, es convincente, si hasta salieron a la calle por él; los obispos pidieron transparencia y verdad detrás su acusación sobre un supuesto tráfico de influencias. La Justicia tal vez le otorgue la razón y falle en su favor, posiblemente hasta intervenga la Corte Suprema de la Nación, todos eso en medio de interminables tiempos judiciales. Por el contrario, la política tiene la posibilidad de ser más expedita y sentenciarlo en un trámite express con un marche preso por una sencilla cuestión numérica. Algunas cifras trasuntan lealtades, conveniencias o mayorías.

En democracia un voto define quién gobierna y quién es minoría, hasta si hay quórum, resuelve culpabilidades o inclina la balanza hacia el lado de la inocencia o bien, como en este caso, si un juicio político se archiva o continúa investigándose. Sufragios que esconden fidelidades, que suelen ocultar traiciones -o lealtades sucesivas, como suele decirse-, que amparan ambiciones personales, intereses partidarios o sectoriales en un permanente y maquiavélico juego de poder. En este marco de acción política, fuera de todo aspecto tribunalicio y del proceso judicial en sí, el juez Pedicone es quien corre más peligro que el vocal Leiva de ser excluido del sistema, y sólo por los caprichosos números de la política. Basta hacer una cuentas y especular respecto de los votos propios que tiene el oficialismo en la comisión legislativa de Juicio Político: nueve de 12. Los opositores son Julio Silman (Hacemos Tucumán), Raúl Pellegrini (PJS) y Mario Casali (Fuerza Republicana). Con ocho voluntades -los dos tercios que se necesitan- la comisión puede archivar o dar curso a la acusación, para incomodar o mostrar unidad y fortaleza. Al peronismo le sobra todavía uno para imponer cualquier decisión, o antojo, al margen de los argumentos sólidos del juez.

Pedicone reconoce la sensación de ir al cadalso ahora que su caso ingresa a los ámbitos legislativos. Usa una frase para plantarse frente a ese panorama adverso: quien no tiene miedo está más cerca de la verdad. Con espíritu de lucha afirma que será un actor protagónico en la trama e ironiza, apuntándole a su rival en ese campo: “Jaldo será un actor de reparto”. Justamente, el partido se jugará en la cancha donde el vicegobernador capitanea. No hay que ser demasiado despierto para intuir a quién se va a intentar salvar o a quién se va a procurar hundir en los terrenos del tranqueño. Máxime si se tiene en cuenta que en el oficialismo ya se considera a Pedicone como un adversario político, cuando no un enemigo del peronismo que gobierna. Un análisis estrictamente partidario en el que algunos ya ven jugando al juez como candidato en los comicios del año entrante, por más que el propio Pedicone le haya cerrado las puertas a esta posibilidad electoral. Pero, se sabe, en política nunca hay que decir nunca. Y a nadie se lo puede dar por muerto.

En este clima de hostilidades no es difícil imaginar cómo puede ser la reacción de los justicialistas frente a quien consideran que -con su ataque a Leiva- ha sido funcional a los intereses de los opositores que, además de pedir la destitución del ex fiscal de Estado, hostigan al oficialismo. Juega para la contra, se dice. Les dio motivos, valederos por cierto, para horadar al Gobierno. Y aunque en el espacio oficialista haya quienes deslizan por lo bajo que el vocal de la Corte debería renunciar para no sumir en un desgaste innecesario al Gobierno, finalmente primaría el espíritu de cuerpo a la hora de subir o de bajar el pulgar a uno u a otro. En favor de Leiva, claro. Desde que se conoció la denuncia de Pedicone, quien reaccionó con virulencia fue el vicegobernador; se arremangó y salió a jugar con todo en favor de su amigo, pero más que nada en contra del juez de Impugnación. Su batalla contra Pedicone es netamente política por los efectos de la movida del juez, que lo expuso públicamente.

Casualmente el próximo round institucional será en la Legislatura, el hábitat natural de Jaldo, su propio campo, donde hará sentir la localía al contrincante. Procurará encerrarlo y sojuzgarlo. Mostrará que en este ámbito quedará prisionero de los tentáculos legislativos; acorralado en la Cámara. Tal cual lo grafica en esta columna Ricardo Heredia en una impactante metáfora de la realidad. No tras la rejas, tras las verjas. En ese sentido, que no se archive la causa contra Pedicone importará un gol para el oficialismo, por ponerlo en términos futbolísticos. Ya la política había hecho de las suyas la semana pasada; si eso ocurre se modificaría el tanteador: Política 2, Justicia 0. El juez está advertido de esta alternativa ya que ese terreno no le es desconocido ni le resulta extraño. Así es como se mantiene en su tesitura de hacer ruido político desde afuera de la propia Justicia: manda cartas a embajadas, nacionaliza el entredicho, busca sacudir desde los bordes del conflicto, y lo hace con picardía y habilidad. Como lo fue, por ejemplo, decir que liberó a seis presos y preguntar desafiante quién hizo lo propio con los otros 229. El mensaje es inobjetable: si me molestan es por puras razones políticas.

Su cruzada desafiante contra tres poderes -como lo entiende- se topará con los números y las intenciones del oficialismo. Ahora bien, ¿sólo Jaldo quiere a Leiva en el máximo tribunal, o también Manzur desea sostenerlo en el cargo? Para el oficialismo y aún en la vereda opositora, el vocal le responde directamente al vicegobernador, quien lo habría llevado primero a la fiscalía de Estado en 2015 y luego a la Corte. Sin embargo, en el mundillo pejotista se comenta -entre muchas otras curiosidades- que antes de mudarse de la Casa de Gobierno hacia la sede judicial, el titular del Poder Ejecutivo le habría deslizado a Leiva que debía recordar que era por él que llegaba a ese nuevo destino. ¡Estos compañeros! De cualquier forma, en cuanto a conductas frente a esta situación, Jaldo se expone como el más comprometido de los dos por la causa Leiva. No podría ser de otra manera; bien se dice en el pragmático juego de los peronistas que el vice tiene un solo Leiva en su haber y que Manzur puede disponer de “varios” por si el puesto llegara a quedar vacante. La tranquilidad del dedo bendicente, por las dudas.

En otros términos: la interna entre ellos, supuestamente hoy en un impasse, también se estaría desarrollando con sus bemoles detrás de este conflicto político-institucional, y cuyo resultado arrojaría un ganador y un derrotado en el binomio, en un proceso partidario interpretado puertas adentro. Vaya un detalle que puede disimular esta situación: el PJ salió con una solicitada en esta edición -mostrándose unido detrás de la sigla- atacando al abogado de Pedicone: eso es actuar en el marco de los códigos políticos y conlleva un mensaje en contra de los que defienden, respaldan o se escudan en Pedicone para atacar al Gobierno. El peronismo, cuando está en el poder, decodifica todo en términos políticos y obra en consecuencia: si la oposición lo ataca, se defiende en todos los ámbitos a su alcance: institucionales, políticos y mediáticos. En adelante, a no descuidar los avisos detractores que inundarán las redes sociales, allí donde el anonimato pisotea honras. El campo de batalla es amplio.

Bien, si la comisión de Juicio Político decidiera avanzar con acusaciones en contra de ambos magistrados, en teoría también llevaría las de perder el juez en ese trance. Porque al vocal de la Corte lo deberá juzgar finalmente la Legislatura, con 37 parlamentarios haciendo las veces de jueces: 23 del Bloque Justicialista de Todos y 14 opositores. Si como bien se explicó en la página 8 se necesitan 25 sufragios para declararlo culpable -los dos tercios-, y si cada lado se posiciona según sus intereses de grupo, Leiva desde ya puede ir sonriendo y festejando por anticipado su inocencia política. Aunque el tratamiento legislativo en su caso podría frenarse por la causa judicial en marcha.

Pedicone, en tanto, en caso de ser acusado por la comisión de Juicio Político -lo más probable por cierto-, quedará en manos del Jurado de Enjuiciamiento, cuya composición no se debe dejar pasar por alto. Está integrado por ocho miembros: Leiva, como representante de la Corte (debería reemplazarlo Daniel Posse por estar en conflicto con el acusado); el fiscal de Estado, Federico Nazur, en representación del PE (cuyo reemplazo eventual es el fiscal adjunto, Manuel Martín Alves), Esteban Jerez en nombre de los abogados matriculados (por defender a Leiva tendría que ser sucedido por Javier Miguel Critto, con quien ganó los comicios del Colegio de Abogados para integrar el Jury), los legisladores oficialistas Javier Morof, Dante Loza, Alberto Herrera y Sara Alperovich y el opositor Ricardo Bussi (FR). Este último también debería ser reemplazado, en este caso por Walter Berarducci (PJS), el único opositor en la lista de suplentes, ya que los otros cuatro son oficialistas: Raúl Ferrazano, Tulio Caponio, Carlos Assan y Paula Galván.

En el repaso de los nombres involucrados y en el posible juego de reemplazos, no parecería que la suerte política vaya a acompañar a Pedicone. Se necesitan cinco votos de esos ocho jurados para destituirlo. Dos tercios. Al margen de los argumentos que puedan presentarse y esgrimirse en la causa, el oficialismo y sus eventuales aliados, o compañeros de ruta, le pueden a soltar la mano al juez. Es una alternativa. Si el peronismo tiene en teoría cuatro votos (contando a Sara Alperovich, de Hacemos Tucumán), habrá que mirar quién le daría ese sufragio faltante. ¿Posse?, ¿Critto? ¿quién actúe en nombre de la Fiscalía de Estado? El panorama, en términos estrictamente políticos, pinta con más nubarrones para el juez que para el vocal. Porque, a no dudarlo, el peronismo elegirá jugar en esa cancha barrosa, co n manobras políticas a partir de los instrumentos institucionales que maneja. Un desenlace que pinta cantado. Pedicone sabe que se encamina hacia el cadalso, pero a quien lo escuche le asegura que no se va a rendir tan fácilmente. Imaginación no le falta.

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