No se achicó e ingresó a la galería de la fama “santa”

No se achicó e ingresó a la galería de la fama “santa”

En 1969, Raúl Corvalán marcó los tres penales de la tanda que le permitieron llegar al Nacional

No se achicó e ingresó a la galería de la fama “santa”

En época de VAR, de GoalRef (chip dentro de la pelota) y de Hawk-Eye (cámara ojo de halcón), con definiciones por penales tan ostentosas como dramáticas es inimaginable pensar que un duelo puede llegar a definirse en una tanda de penales en la que un solo jugador ejecuta todos los disparos. Pero el fútbol fue cambiando con el correr de los años.

En 1969, San Martín obtuvo su segundo boleto consecutivo para participar de un torneo Nacional por esa vía. Raúl Corvalán convirtió los tres penales que en aquel momento le permitieron al “Santo” dejar en el camino a Juventud Antoniana, consagrarse campeón del torneo Regional y clasificarse para jugar la segunda edición de uno los torneos más emblemáticos en la historia del fútbol argentino.

En la ida, en Salta, San Martín había caído por 2 a 1. Y en La Ciudadela la mano no venía nada bien. Faltaban sólo tres minutos para el final del juego y los hinchas salteños ya celebraban la clasificación. Pero apareció Alberto Del Prado, ingresó al área con pelota dominada. Foul y penal.

“Beto” lo cambió por gol, el “Santo” niveló la serie y la definición debía resolverse mediante remates desde los 12 pasos. En aquel tiempo, la reglamentación era clara: cada equipo disponía de tres remates que debía ejecutar un mismo jugador.

La tensión en Bolívar y Pellegrini se sentía en cada rincón. El boleto a un nuevo Nacional era casi una obsesión y los nervios iban en aumento. “Nadie quería tomar la pelota y el ‘Malevo’ (Juan) Ferreyra me apuntó a mí”, recordó hace algunos años, en diálogo con LG Deportiva uno de los hermanos Corvalán, que aquella tarde entró en la historia grande “santa” casi de manera inesperada.

“La mayoría decía que yo era el menos indicado para patear. Incluso, cuando iba caminando hacia el área, algunos hinchas me silbaban porque no me tenían fe”, aseguró el protagonista de una jornada soñada.

Pese a que los hinchas parecían no confiar en él, Corvalán no se achicó. Tomó la pelota con seguridad y definió de manera idéntica los tres remates: fuerte a un palo. “Los tiré todos al mismo lado, a la derecha del arquero. Por suerte no fallé. Ellos antes habían errado uno así que pudimos pegar un nuevo grito de campeón”, agregó Raúl.

LA GACETA, en su edición del lunes 4 de agosto de 1969 denominó a la celebración de la clasificación como “la fiesta del pueblo”. “Desde el silbato final del árbitro porteño Ángel Coerezza, hasta pasada la medianoche todo fue algarabía entre la gente de San Martín. En la cancha, en el histórico barrio Ciudadela, en el viejo Solar que revivió sus mejores épocas y por las calles del centro, con largas y entusiastas caravanas, que como ya es tradicional culminaron en alegres caminatas frente a LA GACETA”, rezó el párrafo de una de las notas que relataron una victoria pintoresca, un título clave y una clasificación histórica.

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