Su reinado todavía no terminó

Su reinado todavía no terminó

“¿Podría prosperar Lionel Messi a sus 33 años en el juego más frenético y musculoso de la Premier League si sólo ha experimentado el fútbol de clubes más lento y estudioso de España?” La pregunta se la formuló el colega Jamie Jackson en The Guardian. El propio Jackson responde con un “sí rotundo”. Y dice que, como sea, “sería un espectáculo ver a Messi con una camiseta de Manchester City y ver si puede” rendir en su mismo nivel de excelencia. Jackson se lo imagina jugando detrás de Sergio “Kun” Agüero y cerca de Kevin De Bruyne o ser “el jugador X”, es decir, jugar “en cualquier lugar” del campo, porque el propio Pep Guardiola sostiene que el crack rosarino “sabe leer el juego como nadie. Sabe dónde ir y cuándo”.

Es cierto, antes que hablar de Manchester City, habrá que ver cómo se resuelve el hoy. Porque Barcelona, es obvio, se mantiene firme y no dejará irse así como así a su máxima figura histórica. La carta-documento que mandó Messi el martes pasado, el anuncio de su decisión de irse del “Barsa” después de 20 años, abrió por la vía legal una negociación que puede terminar con un acuerdo indemnizatorio o con una disputa legal que Manchester City, según me cuentan desde España, quiere evitar a toda costa. De todos modos, tal como vienen sucediendo las cosas, y por mucho que algunos sigan esperanzados en Barcelona, resulta casi imposible imaginarse una marcha atrás. Que Messi, aún forzado legalmente, retorne como si nada al Camp Nou. Es el definitivo fin de etapa del que acaso fue el mejor equipo del mundo y la nostalgia se hace inevitable. “Hasta siempre comandante”, lo despide un grafitti que apareció ayer en Plaza Cataluña, con “Leo” como Che Guevara.

Hincha de la “Pulga”

El escritor mexicano Juan Villoro, hincha de Barcelona desde niño, cuando su padre le regaló un llavero del club “culé”, escribió ayer que el anuncio de Messi es “un cisma” tan grande como el que en su momento significó “la disolución de Los Beatles”. Le pregunté el viernes por la noche en una charla radial si, una vez asumido el final de una era, no era mejor ilusionarse acaso con la posible vuelta de John Lennon y Paul MacCartney, Pep-Leo en Manchester, ambos con 10 años más, pero comprometidos para volver a ganar la Liga de Campeones. Villoro fue lapidario con la dirigencia de su querido Barcelona y dijo que seguirá hinchando por Messi, aún cuando, así es el fútbol moderno, termine jugando en un club que es propiedad de Abu Dhabi, capital de Emiratos Árabes Unidos.

Por mucho que duela en Barcelona, y más allá del inevitable acuerdo económico que signifique la partida, tiene mucha lógica la decisión de Messi. Y mucha valentía también. Harto, agotado, o lo que fuere, Messi no pide irse para marcharse a Japón, Estados Unidos o Arabia en busca de dólares fáciles. No. Pide irse porque quiere jugar en un equipo que lo ayude a seguir ganando. Imposible que el fútbol no se entusiasme con la posibilidad de ver a Messi renovado, en una Liga distinta, asumiendo un nuevo desafío y que pueda hacerlo de la mano de Guardiola, otro que también busca revancha. Barcelona comienza a hacer cuentas. Sabe que ya nada volverá a ser como antes. Que ya el mejor jugador del mundo dejará de estar asociado a su camiseta. Y que deberá reconstruirse sin Messi, nuevo desafío en sus 120 años de vida, una historia que incluye otros nombres míticos como Ladislao Kubala, Johan Cruyff, Rivaldo, Ronaldo y Ronaldinho, entre otros. Ninguno acaso como Messi. “Leo” también deberá reconstruirse sin Barcelona. La difícil misión de demostrar que, aún más viejo y ante rivales más duros, su reinado todavía no terminó.

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