Los 35 años de vida de la Orquesta Juvenil de la UNT

Los 35 años de vida de la Orquesta Juvenil de la UNT

El conjunto, creado en 1985, es dirigido desde hace tres décadas ininterrumpidas por el maestro Gustavo Guersman. Momentos trascendentes.

HACE TIEMPO. El entusiasmo de integrar una formación que surgió con una clara intención formadora de los jóvenes aprendices sinfónicos. HACE TIEMPO. El entusiasmo de integrar una formación que surgió con una clara intención formadora de los jóvenes aprendices sinfónicos.

Una sonrisa les debe haber alumbrado el corazón al rector de la Universidad Nacional de Tucumán, Eugenio Flavio Virla, al secretario de Extensión Universitaria, Ricardo Somaini, y al director orquestal Emir Saúl ese jueves 28 de marzo de 1985, cuando echaron a rodar por los pentagramas de la vida a la Orquesta Juvenil de la casa de altos estudios. Habrán pensado tal vez que “los sueños abren caminos y las realidades los transitan”, como le gustaba decir al director coral Felipe Vallesi. El joven conjunto que está celebrando 35 años de existencia, es conducido desde hace tres décadas ininterrumpidas por el maestro Gustavo Guersman, con el cual ha realizado una trayectoria trascendente.

- ¿La Juvenil fue la primera de su género en el interior del país? ¿Participaste de su fundación?

- Seguro, no, ya estaba la de Radio Nacional, pero sí debe ser la única que lleva 35 años ininterrumpidos de tarea constante. Se fundó en 1985 por iniciativa de Emir Saúl, en esa época yo estudiaba en Buenos Aires con una beca de la Camerata Bariloche y con Emir charlamos al respecto. Ricardo Somaini, en la Secretaría de Extensión Universitaria, le dio impulso a esta iniciativa

- ¿Cómo llegás a ocupar su dirección? ¿Cuál fue la primera meta que te propusiste?

- Durante 1989 y 1990 estudié y trabajé (en L’Arena de Verona, cargo al que accedí por concurso) en Italia; al regreso la Universidad me invitó a hacerme cargo de su dirección. Ya hacía algunos años había sido concertino de algunas orquestas y de la Orquesta de Cámara del Tucumán, de la cual había sido también director musical. La primera meta fue que la Juvenil potenciara la idea de semillero de jóvenes músicos, que pudiera tener para ellos sentido de pertenencia y que además fuera una protagonista importante del imaginario colectivo, trabajando fuertemente en la extensión universitaria como una moneda de dos caras, una pedagógica y otra de difusión cultural.

TAREA CUMPLIDA. El contrato entre los jóvenes músicos se renueva; este año desde la virtualidad.  TAREA CUMPLIDA. El contrato entre los jóvenes músicos se renueva; este año desde la virtualidad.

- El hecho de dirigir este organismo requería no solo un objetivo artístico, sino también de formación, ¿ya habías ejercido antes la docencia?

- Ya había sido profesor de violín, viola y música de cámara en la Escuela de Música de la UNT (hoy Ismunt) y lo fui por 22 años. Por otra parte, tomaba cursos de dirección en Buenos Aires y luego hasta no hace mucho en Londres (Peter Stark) y en la República Checa (Jorma Panula).

- ¿La puesta en escena de la ópera “La flauta mágica”, de Mozart, con jóvenes cantantes solistas representó un desafío?

- La Flauta Mágica fue una locura de juventud, era la primera vez que una orquesta juvenil en el país encaraba toda la ópera con puesta en escena y también jóvenes cantantes del medio. Fue un enorme desafío, pero armamos un grupo de trabajo con Myrtha Raia, Horacio Enrico, que nos asesoró en todo el significado de la ópera, en su mensaje masónico, y cantantes del octeto solista del Coro Universitario que dirigía Andrés Aciar, bajo la guía de Laura Varela. Allí cantaron Gustavo Ahualli (Papageno) y Franco Fagioli (que era un niño), Fabiola Masino (que hizo una Reina de la Noche increíble), entre otros. Tuvo un éxito enorme, llenamos varias veces el Teatro San Martín.

- ¿Qué te interesa lograr en los jóvenes instrumentistas? ¿Cuáles son las dificultades del aprendizaje?

- Lo más importante para mí es que puedan trabajar y estudiar con honestidad, compromiso y aprendan a trabajar en equipo por un bien común. Casi todos serán músicos profesionales, pero más allá de eso, la música y la orquesta deben ser vectores que los impulsen a ser actores de una sociedad mejor. Definitivamente a la orquesta llegan con las herramientas que sus profesores les dan en las instituciones y lo que cada uno de ellos como estudiantes aporta. En general, hay una formación macro que es buena, pero creo que toda la educación debería nivelar para arriba y habría que perderle el miedo a la rigurosidad para estudiar y para enseñar. Buscar lo mejor de cada uno, sin hacer concesiones.

- La orquesta brindó conciertos con destacadas figuras de la música académica y popular, ¿cómo evalúas los resultados de esas performances? ¿Alguna que recuerdes con más cariño por una razón en particular?

- Son experiencias infinitamente enriquecedoras haber trabajado con Shlomo Mintz, Miguel Harth-Bedoya, Miguel Ángel Estrella, Anne Launois, Franco Fagioli, Mariano Rey, Mónica Cosachov, José Bondar, Baglietto, Vitale, Fandermole, Juan Quintero, Fito Páez, Juan Falú, Liliana Herrero, Pato Gentilini, Lucho Hoyos, Franco Luciani, Pablo Saraví, etcétera. La posibilidad de hacer música académica y popular con estos referentes les permite tener un patrón de referencia excluyente para saber dónde estamos parados, además de disfrutar esa cercanía con ellos. Experiencias memorables muchas, todas, pero en particular el “Orfeo y Eurídice”, con Franco Fagioli y los conciertos con Fito Páez y Miguel Ángel Estrella.

- Hace una década, la orquesta celebró sus 25 años con una gira por Italia, ¿cuál fue el momento más emocionante que vivieron?

- Fue una gira organizada por una agencia italiana, Emir Saúl y nosotros, un gran honor y una verdadera alegría. El concierto en el Festival Scarlattiana en Nápoles (la orquesta aparecía en los afiches al lado de figuras como Martha Argerich) en un castillo fantástico en el peñón de la Bahía de Nápoles y el de la Universitá Della Sapienza en Roma que tiene un auditorio con un mural maravilloso, fueron emocionantes.

- ¿Por qué es importante que haya una orquesta juvenil en Tucumán?

- Lo es porque una ciudad como Tucumán que tiene dos instituciones tan importantes como el Conservatorio de la Provincia y el Ismunt, dos orquestas profesionales, además de una tradición tan importante en relación con la música, debe tener un semillero académico. La Juvenil es una orquesta por la que ha pasado una gran cantidad de músicos que hoy forman las orquestas profesionales de Tucumán, varios que están en orquestas importantes de Buenos Aires, La Plata, Córdoba, Salta, Austria, Estados Unidos, Alemania, Francia, etc.

- ¿Cuáles son los próximos desafíos artísticos y educativos?

- Este año teníamos planificado nuestro homenaje a Beethoven (con El Emperador y la 5ta Sinfonía), estábamos invitados para el 8 de julio para repetir la Cantata Tucumán, de Soria-Falú en el CCK, un curso para directores de orquesta con sinfonías de Beethoven, pero claro... también estamos bajo este paraguas de incertidumbre global y a la espera.

Mientras, hemos formado un grupo de trabajo virtual, de reflexiones y charlas en relación con nuestra tarea y la Secretaría de Extensión Universitaria organizó hace poco la Semana Beethoven y en su Delivery Cultural viene pasando los conciertos con Franco Luciani y el Pato Gentilini y la Cantata Tucumán.

- ¿Qué significan estos 30 años de música conduciendo la Juvenil?

- La orquesta cumple 35 años y en lo personal hace 30 que la dirijo. He sido también director de la Sinfónica (2009-2012) y dirijo con cierta frecuencia muchas de las orquestas del país y a veces en el exterior. Hace más de 40 años que hago música como violinista y mucha música de cámara... la música define todos los ámbitos de mi vida.

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