"La jauría": la historia es fuerte y duele, pero verla resulta imprescindible

"La jauría": la historia es fuerte y duele, pero verla resulta imprescindible

INVESTIGACIÓN. Daniela Vega interpreta a una de las agentes abocadas al caso. Es un brillante thriller policial. INVESTIGACIÓN. Daniela Vega interpreta a una de las agentes abocadas al caso. Es un brillante thriller policial.

Excelente

Serie / por Amazon Prime

Todo comienza en un colegio católico de clase alta de Santiago de Chile. Las alumnas son protagonistas protestas y de la toma de la escuela. Ellas alzan la voz contra el encubrimiento de uno de los profesores, Ossandon (Marcelo Alonso), a quien habían acusado de abuso sexual. Todo empeora cuando se enteran de la desaparición de Blanca Ibarra, estudiante y a la vez líder del movimiento escolar. A partir de este momento la serie de ocho capítulos, estrenada por Amazon Prime Video, se vuelve un thriller policial digno de ser maratoneado.

La investigación está a cargo de tres oficiales especializadas en delitos de género: Olivia Fernández (Antonia Zegers), Eliza Murillo (Daniela Vega) y Carla Farías (María Gracia Omegna). Ellas descubren que la desaparición de Blanca es parte de una red de violencia de género, motorizada por un juego misógino que tiene como objetivo captar mujeres para atacarlas y vulnerarlas.

La serie cuenta con un elenco de excelencias. Vega es la intérprete transgénero de la oscarizada “Una mujer fantástica”; Zegers estuvo excelente en “Los perros”, filme sobre los residuos de la dictadura chilena; y Mariana Di Girolamo, presencia total en “Ema”, de Pablo Larraín, da vida a una de las alumnas del colegio que es víctima del profesor de teatro.

La historia está protagonizada, escrita y dirigida, en su mayoría, por mujeres. Esa decisión se ve completamente plasmada en “La jauría”, porque nadie mejor que ellas para explicar la masculinidad tóxica. La argentina Lucía Puenzo, que estuvo a la cabeza del proyecto, comentó en varias entrevistas que mientras escribía el guión (hace dos años) iba conociendo casos similares de violencia de género. Todo esto hablando de los movimientos feministas que se han estado desarrollando.

La narrativa evoluciona de forma dinámica, con giros inesperados, momentos impactantes y, sobre todo, con una idea muy clara de llevar al espectador a reflexiones profundas mientras se resuelve el misterio alrededor del destino de Blanca. Es aquí en donde podemos hacer un punto y aparte en la crítica y contarle al lector que estamos frente a un producto cuyo mensaje es más importante que la estética, la producción o la dirección.

El gran villano es el Lobo, especie de hacker que desarrolla un juego en la deep web cuyo objetivo es devolver a las mujeres “al lugar del que nunca debieron salir”. Los que participan son varones comunes y corrientes; podría ser tu amigo, tu novio, tu papá, tu hijo, tu hermano, un profesor, etc. Y las mujeres elegidas como presas, cualquiera de nosotras. La serie utiliza este recurso para mostrar dos cosas fundamentales, la primera es cómo el patriarcado y sus mandatos se mantienen instalados en todas partes (en la casa, en la Policía, en los deportes, en las relaciones, en la sociedad en general). Y la segunda es cómo se construye un monstruo. De qué manera se modela la identidad de un individuo capaz de cometer las mayores atrocidades a partir de las enseñanzas que recibe en la escuela o en el seno de su propia familia. “La jauría” disecciona una sociedad en la que los hombres son considerados superiores y evidencia la vulnerabilidad de los adolescentes captados por estas redes perversas.

De “La jauría” no está exenta Tucumán. La provincia encabeza las cifras de femicidios y no parece tener ninguna urgencia por modificar esta realidad. Todavía discutimos si educación sexual sí o educación sexual no. Por eso es importante ver esta serie y comentarla con sus hijos, con loss amigos, hermanos... Es un ejemplo concreto de un problema real y ayuda a empatizar con las voces que a diario reclaman justicia.

La serie está comprometida con una temática que compromete a todos; cuestiona y profundiza sobre las emociones humanas. “La jauría” es fuerte y duele, pero es necesaria para poner en agenda un tema que preocupa. No estamos solas.

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